Hevia, Bonet y Ferrer exprimieron Freixenet antes de venderla
Los directivos destinaron la totalidad de los beneficios a dividendos y emergieron compromisos salaries de casi 4 millones de euros
En su peor año de todo siglo XXI, Freixenet multiplicó los pagos a los accionistas y altos directivos. A sabiendas de que su presencia en la compañía se acababa en pocos meses con la venta del 50,67% a Henkell, las ramas vendedoras de la familia exprimieron el líder del cava: todo el beneficio fue a dividendos y multiplicaron su remuneración como directivos.
Según consta en las cuentas depositadas ante el Registro Mercantil, la compañía con sede en Sant Sadurní d’Anoia obtuvo apenas 1,067 millones de euros de beneficios, siete veces menos que en el ejercicio 2016/2017. Pues bien, 1,05 millones fueron destinados a dividendos, el último que percibieron los Hevia, capitaneados por el expresidente, Enrique Hevia, y los Bonet a excepción de José Luis Bonet, ahora presidente institucional.
De este modo, la cavista destinó prácticamente la totalidad de las ganancias a pagar a los accionistas. Además, la remuneración se aprobó el pasado 12 de julio en una junta celebrada cuatro meses después de que la alemana Henkell firmara la adquisición del 50,67% de la empresa a los cuatro hermanos Hevia (Enrique, Carmina, Agustina y Montse) y a los hermanos (Eudald y Pedro) y la madre de José Luis Bonet.
Freixenet pagó 2,73 millones en concepto de bonos por objetivos
Los Ferrer, liderados por Pedro Ferrer, ahora consejero delegado, y todavía en la empresa, también se beneficiaron de la política. El pago choca con las decisiones tomadas en los últimos años por la empresa. Tras suspender el dividendo durante dos años por los exiguos beneficios –siempre por encima de los dos millones–, la gratificación volvió en la temporada 2016/2017, ya con el proceso de venta sobre la mesa, aunque sólo representó 5,8 millones de los 8,4 millones de ganancias.
Más allá del dividendo, las ramas familiares salientes también lograron disparar su remuneración como trabajadores. Debido a las indemnizaciones por su salida, la masa salarial destinada a los distintos consejeros prácticamente se dobló y saltó desde los 502.900 euros hasta los 964.000 euros, el 92% más. El gran beneficiado volvió a ser Enrique Hevia, expresidente hasta la llegada del conglomerado germano. «Las cifras ya no son tales», garantizan desde la compañía.
Además, la alta dirección y los consejeros tenían cuentas corrientes en las que deben 854.000 euros a la cavista.
Pero la remuneración de los Hevia, los Bonet y los Ferrer y el resto de la alta dirección no se queda en estos dos pagos. Las cuentas muestran que la compañía tuvo que hacer frente a unos pagos de 2,73 millones de euros en concepto de bonos por objetivos.
Freixenet redujo el beneficio de los 8,4 a los 1,06 millones
El ejercicio cerrado el 30 de abril de 2018 se zanjó con unas ganancias de 1,06 millones de euros frente a los 8,4 millones de la temporada anterior. Las cuentas de la empresa revelan una reducción de los márgenes ante unas ventas que crecen poco a poco, desde los 535 hasta los 542 millones. Así, el resultado de explotación fue de apenas 3 millones frente a los 11,8 millones del periodo comparable.
«El margen se reduce el debido al incremento del precio las materias primas por las malas condiciones climatológicas, una situación que altera los resultados”, justifica la compañía. Cifras en mano, la partida de aprovisionamientos escaló en el último año hasta los 183 millones de euros frente a los 170 millones de los doce meses anteriores.
Pero el alza del precio de la uva no es la única razón de la rebaja del beneficio. La empresa admite que los tipos de cambio segaron las ganancias así como el resultado derivado de los ajustes financieros cayó de los 0,5 millones a un negativo de 3 millones. Fuentes de Freixenet explican a Economía Digital que la venta del 50,67% del capital a la alemana Henkell también tuvo su impacto. «Cuando una empresa está inmersa en una operación de compra-venta se incrementan las provisiones para evitar cualquier riesgo futuro», defienden para justificar parte de la caída de las ganancias