La otra guerra de Uber y Cabify: así reparten sus patinetes en España
Uber y Cabify cerraron una semana clave con anuncios importantes sobre el despliegue de patinetes en España
Uber y Cabify son, a diferentes niveles, dos gigantes de la movilidad que no viven únicamente de servicios con vehículos de arrendamiento con conductor (VTC). Las compañías también se han subido a los patinetes eléctricos, el vehículo que durante el pasado año invadió las calles de las grandes ciudades de España, además de parte del debate sobre la ocupación del espacio público y las alternativas a los modelos clásicos de transporte.
Durante esta semana, la compañía californiana y la española han incrementado su apuesta por este sector. Las dos plataformas de movilidad, en su carrera por salir a bolsa, quieren diversificar la inversión y han fijado Madrid como lugar de competición en el mercado nacional, mientras que en el terreno internacional no se verán las caras.
Han aterrizada con diferentes nombres. Cabify no es Cabify, sino Movo, y Uber utiliza la marca Jump, nombre que llevaba la empresa que la compañía dirigida por Dara Khosrowshahi adquirió el pasado año. Ambos están repartidos por las calles de Madrid y se utilizan de diferentes formas: Movo se utiliza a través de una app distinta a la de Cabify, mientras que los patinetes Jump están integrados en la misma plataforma de Uber.
Interfaz de la aplicación de Movo (izquierda) y Jump (derecha).
El servicio de Uber cuenta con un total de 566 patinetes eléctricos en Madrid, que se distribuyen en 17 distritos. Su uso no varía apenas del resto de competidores: se paga 1 euro para desbloquear el patinete eléctrico y otros 0,12 euros por cada minuto de uso. La compañía ha decidido añadir 10 minutos gratuitos como promoción de lanzamiento durante el primer mes.
La marca Jump no tiene bicicletas en Madrid, algo que sí hace en Francia. Las ha repartido por las calles de París, donde los medios locales informaron de que Uber ha establecido un precio de 1 euro por desbloqueo y 15 céntimos adicionales por cada minuto de uso.
Movo arrancó con un plan menos ambicioso. La compañía, vinculada a Cabify y a otros accionistas de referencia como Seaya Ventures (Beatriz González), quedó fuera de la primera adjudicación del Ayuntamiento de Madrid, pero en la segunda, realizada el 14 de marzo, se adjudicó 125 permisos.
No obstante, un acuerdo de última hora, que trascendió el pasado viernes, permitió a Movo convertirse en líder de la capital. Incorporó a su centenar de patinetes los 1.425 de la empresa SJV Consulting, que utiliza la marca Wheels. Lo consiguió el mismo día que el ayuntamiento cerraba el plazo que había dado a cada adjudicataria para desplegar, al menos, el 80% de la flota (requisito necesario para obtener previamente permiso del consistorio).
Movo no tiene solo patinetes, ya que en su app se puede contratar el servicio de moto compartida, que están disponibles en las mismas zonas en las que lo están sus patinetes.
Tanto Uber como Cabify competirán en un mercado atomizado. En Madrid, después de que el consistorio retirase todos los patinetes y permitiera su regreso una vez regulada su actividad, operan 21 empresas distintas que suman 10.000 patinetes.
A las ya mencionadas se unen otras como Bolt (Taxify), con 750 licencias y 15 millones de clientes a nivel mundial; Voi, con 162 licencias y 75.000 usuarios, o Lime, que tiene 641 licencias y también tiene como accionista a Uber, además de a Alphabet (Google).
Cabify (Movo) vs Uber (Jump): expansión nacional e internacional
Aunque Madrid es el campo de batalla en España para las dos grandes empresas de movilidad, Movo está presente en otras ciudades del mercado nacional, como Málaga. Pero, sin ninguna duda, sus esfuerzos se destinan en mayor medida a Latinoamérica. Opera en México, Chile, Colombia y Perú y quiere hacelo próximamente en Argentina, Brasil y Uruguay.
Jump, en cambio, está en otras ciudades de Europa (Berlín, Lisboa y Francia) y, sobre todo, en Estados Unidos, donde está presente en hasta 17 ciudades. Phoenix (Arizona), San Diego (California), San Antonio (Texas) o Los Ángeles (California) ya tienen patinetes de la marca de Uber.
Es la foto fija de dos compañías que se miran de reojo antes de dar el salto final con su aterrizaje en bolsa. Uber ya ha iniciado los trámites burocráticos, después de presentar sus credenciales esta semana ante la SEC, equivalente a la CNMV estadounidense.
En su folleto de oferta pública de venta (OPV) se adelantaron varios aspectos relevantes en el futuro de la compañía, entre los que destacaron una deuda de más de 7.000 millones de dólares, los riesgos regulatorios y la dificultad de rentabilizar su modelo de negocio, con el que acumula algo más de 10.000 millones de dólares de pérdidas después de nueve años operando.
Cabify ha sido menos clara respecto al calendario. Su plan es salir a bolsa a final de este año, pero es posible que este objetivo pase a 2020. Todavía debe formar el ejército bancos de inversión que le lleve de a debutar en el mercado con una valoración aproximada de 1.400 millones de euros, última estimación de la compañía después de la ronda de financiación que le llevó a ser uno de los pocos unicornios españoles.