Gortazar (Caixabank) prevé mejorar la satisfacción de la plantilla tras superar la pandemia, la integración y los tipos
Los sindicatos cargan contra la presión comercial que soporta la plantilla y el consejero delegado asegura que se mantendrá el ritmo mientras destaca que al 77% de los empleados le genera confianza trabajar en Caixabank
El consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortazar, abrió ayer la puerta a mejorar la satisfacción de plantilla de la entidad. Durante una junta de accionistas en el que la mayor crítica las verbalizaron los sindicatos, el propósito de enmienda llegó al constatar un cambio de ciclo al argumentar que se ha pasado la pandemia, la integración de Caixabank y Bankia y el prolongado periodo de tipos de interés negativos.
Gortazar reconoció que los tres factores «han supuesto un sobreesfuerzo para la plantilla. Por tanto, al cambiar con este punto de inflexión, creo que no solamente debemos pensar en que tenemos una gran oportunidad de mejorar aún más esa calidad y ese servicio al cliente, sino también de mejorar, lógicamente, los niveles de satisfacción profesional de todos nuestros trabajadores».
«Es una oportunidad», apuntó, para elevarlo después a «una obligación que tenemos como equipo directivo y como consejo».
La junta de accionistas de Caixabank tuvo 21 intervenciones, de las cuales dos fueron leídas al ser enviadas de forma telemática. La mayoría, nueve, correspondieron a los sindicatos. Las acusaciones más gruesas se desplegaron en las intervenciones de los representantes de los trabajadores. «La plantilla está extenuada por la presión comercial a la que está sometida», dijo una trabajadora. «Hay presión comercial desmedida», apuntó el siguiente.
Duras acusaciones y cruce de datos con los sindicatos
Hubo acusaciones de «mal clima laboral», «centros de trabajo saturados», empleados con «tratamientos de ansiedad», «la plantilla está con pastillas»… «Los empleados ya no saben qué vender», resumió otro.
E incluso se pusieron datos encima de la mesa. «El 60% de la plantilla dice que no quiere trabajar en Caixabank«, afirmaron. El enfoque de Gortazar fue disinto: «Se ha mencionado un estudio de opinión y, evidentemente, el estudio de opinión se hace para tomar la temperatura y ver qué cosas podemos mejorar hacia el futuro en cuanto a satisfacción de nuestros empleados. Sí decir que el 76% responde positivamente a cuestiones como es seguir trabajando en CaixaBank, al 77% le genera confianza y seguridad. Se valoran muy bien ciertos factores como la solidez, los valores corporativos, el liderazgo, los beneficios sociales. Pero, evidentemente, también aparecen áreas de mejora».
Eso sí. La bajada de la presión comercial ni se plantea. «Está claro que lo que no debemos hacer en este contexto, y lo ha explicado ahora muy claramente el presidente, es bajar el ritmo. Tenemos la necesidad en este entorno de mantener ese factor de éxito. Hemos sido una entidad comercialmente, y a todos los efectos, que siempre ha tenido la intensidad necesaria».
Al margen de las reivindicaciones sindicales, el resto de intervenciones tuvieron que ver con la sede social de la entidad, la financiación a empresas con vínculos con armas, alabanzas diversas y un gris alegato sobre el Valencia CF.
El primero de los temas sirvió para que Goirigolzarri dijera, otra vez con el mismo ritmo y entonación, aquello de «Caixabank tiene sede en Valencia con vocación de permanencia». Se lo dijo a Josep Marfà, que propuso que las juntas de accionistas se celebraran alternativamente en Barcelona y Valencia pero con sede social en Valencia y a Eduardo Mestres, que planteó que se mataría si se llevaban la sede Madrid.
José Ignacio Goirigolzarri y Juan Roig
Mestres, ilustre bodeguero catalán residente en Valencia y con histórico de discursos llevados al extremo, fue azote del FROB en la intervención de Banco de Valencia y consiguió que Fainé mantuviera algunos años en la ciudad el nombre de «Banco de Valencia», aunque fuera sólo en algunas tarjetas de crédito. La conexión con Goirigolzarri no se ha producido y ayer casi se queda sin voz mientras le azuzó sin descanso. El accionista enamorado de Caixabank propuso a Juan Roig, presidente de Mercadona, como consejero de la entidad.
Goirigolzarri, que en la última rueda de prensa en Valencia sí que tuvo a bien extenderse en su valoración sobre el empresario valenciano, se limitó a agredecer la propuesta matizando, eso sí, que «tenemos un consejo tremendamente competente».
Tras esta pasional intervención, el tono de la junta no se pareció en nada a las que en el mismo recinto del Palacio de Congresos de Valencia se vivieron cuando Banco de Valencia y Bankia, ahora integradas en Caixabank, celebraban sus juntas. De hecho, la entrada al recinto fue una balsa de aceite en el que se oían los pasos de aburridos guardias de seguridad. Ni accionistas cabreados, ni preferentistas, ni plataformas montadas por abogados, ni luchas sindicales.
También fueron tranquilas en el tono las dos intervenciones que se hicieron contra Caixabank por la financiación de motivos militares, cuya metralla impactó en Indra y Boing, fundamentalmente. La más ‘soft’ de las intervenciones fue la que versó sobre que la música es buena para evitar la guerra y de la que Goirigolzarri destacó que compartía el alegato que hizo de «la necesidad de la alegría».
El Valencia CF, cuestión económica, deportiva y social
Hasta la expectación del Valencia CF, que tiene el hormigón del nuevo estadio de Mestalla a un par de semáforos de la junta de accionistas y cuya tensión política ha llevado a Ximo Puig a prescindir del que fue presidente de la Fundación Valencia CF cuando se vendió el club a Peter Lim con el impulso del anti-Bankia Amadeo Salvo, careció de la menor emoción.
La batería de preguntas enfocada a que desvelera aspectos como las garantías del cliente Peter Lim en los préstamos que paga regularmente al banco, es decir, el intento de desvelar el secreto bancario fueron descartadas por inapropiadas. Desde la absoluta soledad en los planteamientos, espetó el aficionado una amenaza de manifestación contra la entidad.
El mismo tono ‘hooligan’ que planteó en 2014 que había elegir entre ir con Peter Lim o contra el Valencia, ahora se verbalizó que había que elegir contra Peter Lim o contra el Valencia. La tibieza de la presentación demostró la fragilidad del argumento en mitad de una junta de accionistas que no se convirtió en campo de fútbol.
«Deseo lo mejor para el futuro del Valencia CF y eso pasa por la sostenibilidad económica, deportiva y social», resumió Goirigolzarri tras repetir las obviedades que no entiende el que sólo quiere mirar la pelota como que un banco no habla de la relación con los clientes, el que no es propietario no puede decidir o que el responsable no es el que financia, sino el que gestiona.