Gallo pierde cuatro millones anuales con la producción de pasta fresca
La marca arrastra una sangrÃa contable desde la inauguración de la planta en 2004
Pudo haber sido un mal presagio. La planta de pastas frescas de Gallo, que la empresa puso en marcha en 2004, fue inaugurada por Iñaki Urdangarín y la Infanta Cristina en Granollers (Barcelona). Entonces la multinacional en manos de la familia Espona había anunciado una inversión de 25 millones de euros para irrumpir en el mercado de los platos preparados y las pastas frescas, un segmento que tenía un crecimiento importante.
Desde ese momento, los propietarios de Gallo no han sido capaces de rentabilizar la inversión y han tenido que inyectar más recursos a la planta durante los últimos años. La compañía arrastra, con esta línea de producción, unas pérdidas de cuatro millones de euros anuales, según ha podido conocer este medio por fuentes internas.
Gallo cuenta con una cuota del mercado cercana al 40% en pastas secas pero apenas supera el 12% en pastas frescas, lejos de Rana, El Pavo y Buitoni. Para mayor desgracia, este mercado sufre un retroceso generalizado.
Mercado difícil
La empresa ha hecho grandes esfuerzos por rentabilizar la inversión. Hace tres años, llegó a un acuerdo con los consejos reguladores de las materias primas para vender la pasta ‘Sabores Nuestros’ con rellenos españoles: jamón ibérico, queso manchego, sobrasada de Mallorca y ternera gallega.
Pero la iniciativa no ha podido revertir la mala tendencia en un mercado complicado que Gallo nunca dominó: el de productos perecederos. De hecho, los herederos de la empresa, los hijos del fallecido José Espona, tuvieron desacuerdos sobre la idoneidad de la inversión, según explican las mismas fuentes.
El cliente apartado
Gallo fue proveedor de Mercadona de pastas frescas pero las exigentes condiciones económicas del gigante de los supermercados forzaron a la empresa catalana a rescindir el contrato en 2006. Desde entonces, Gallo ha tenido que ejecutar despidos y ha externalizado procesos para ahorrar costes. La empresa registró una facturación de 123 millones de euros en el 2011 y una deuda de 13 millones.
Hace pocos años, la multinacional con presencia en 35 países, recibió varias ofertas de fondos de inversión para adquirir la división de pastas frescas e, incluso, la totalidad del negocio. Pero la viuda, Pilar Massana, se ha negado de forma rotunda. Ahora, parece que el interés también se ha disipado.