Galán engorda su eólica para sacarla a bolsa una década después de enterrar Iberdrola Renovables
Iberdrola ha anunciado varias inversiones en eólica marina en todo el mundo mientras prepara la salida a bolsa de este negocio, su segundo intento de ‘spin off’ verde
Iberdrola es la energética española que más decididamente ha apostado por las renovables, no solo por convencimiento sino, sobre todo, por rentabilidad. Se nota en la cuenta de resultados, pero además, intenta sacarle rendimiento atrayendo inversores. La idea de sacar parte de ese negocio a bolsa va tomando forma, aunque no es la primera vez que lo hace y la experiencia de hace algo más de una década no es precisamente halagüeña.
La compañía que presido Ignacio Sánchez Galán estudia segregar su negocio de energía eólica marina, en el que más está invirtiendo y ahora mismo el mejor visto por el mercado, y sacarla a bolsa, con un valor que podría superar los 15.000 millones, según cálculos de Goldman Sachs difundidos por Expansión.
Como es habitual cuando se quiere sacar una empresa a bolsa, o venderla, hay que darle valor, engordarla, como se dice vulgarmente. Y precisamente en las últimas semanas, Iberdrola ha anunciado nuevos proyectos de eólica offshore a nivel internacional. A finales de noviembre, el inicio de la construcción de la mayor instalación de este tipo en los Estados Unidos. En el país invertirá 15.000 millones en los próximos años en esta tecnología.
La primera semana de noviembre, con dos días de diferencia, la compañía anunció dos proyectos en el norte de Europa. Uno, un acuerdo con TotalEnergies y Norsk Havvind para pujar por la construcción de parques eólicos en Noruega, con una capacidad de 4,5 GW. El otro, la construcción de su tercer proyecto de este tipo en el Mar Baltico, Windanker, con una inversión de 800 millones de euros y una potencia de 300MW.
La compañía presume de ser líder mundial del sector eólico marino, con unos activos de 38.000 MW, aunque la gran mayoría están en desarrollo. Iberdrola prevé tener 18.000 MW operativos en 2030. Eso sí, en mercados de todo el mundo: Reino Unido –cabe recordar la foto que se hizo Galán con Botis Johnson en plena pugna con Pedro Sánchez por el recorte a las eléctricas–, Alemania, Francia, Irlanda, Suecia, Polonia y Dinamarca, Japón, Taiwan y Brasil, además de Noruega y Estados Unidos.
Así, la vaca está engordando con el propósito de hacerla atractiva a inversores, ávidos de una tecnología verde que cuadre con los objetivos de sostenibilidad ambiental que reinan y a la vez sea intensiva en producción y rentable. La eólica cumple estos objetivos y el caso concreto de la marina tiene la ventaja de que no subleva a las regiones que no quieren los molinos de viento entorpeciendo la vista de sus montañas y paisajes.
La mala experiencia de Iberdrola Renovables
La idea de sacarla a bolsa, que comparte con otras energéticas como Repsol, no es nueva en Iberdrola. De hecho, ya lo hizo hace casi 15 años, cuando tuvo lugar el primer boom de las renovables en España, y la experiencia fue negativa, sobre todo para los inversores que confiaron en ella, en parte por la crisis de 2008.
En pocos días se van a cumplir 14 años de la salida a bolsa de Iberdrola Renovables. La mayor energética de España segregó su negocio verde y vendió una parte en el mercado, a un precio de salida de 5,3 euros por acción. Iberdrola se quedó el 80% y vendió el 20%. Tres años y tres meses, las recompró por 2,978 euros por acción, parte en efectivo y parte en acciones de la matriz.
La operación resultó muy negativa para los accionistas que confiaron en la apuesta de Iberdrola y que luego vieron como unilateralmente –controlaba el 80% de renovables, podía hacer y desahacer a su antojo–, la compañía terminaba con la aventura y el 44% de su inversión. También salieron perjudicados ACS, BBK y otros accionistas de la compañía, que vieron diluida su participación con la ampliación de capital para el canje.
Para Iberdrola no fue una mala operación. Captó 4.500 millones en la salida y la recompró por 2.500 millones entre efectivo y acciones. Y la apuesta por las renovables terminó siendo rentables en su cuenta de resultados, en especial con la subida de la luz de los últimos tiempos.