Freixenet nombra a Alfred Oetker nuevo presidente tras el relevo de sus accionistas alemanes
Albert Christmann, hasta ahora presidente, y Demetrio Carceller abandonan el consejo por la escisión del grupo alemán Dr. Oetker. Carl Ferdinan Oetker completará el órgano decisorio
La escisión de Dr. Oetker en dos partes tiene consecuencias en Freixenet. El conglomerado alemán propietario del 50% del líder del cava –a través de Henkell– oficializó su ruptura en dos mitades la pasada semana y los hasta entonces accionistas minoritarios se quedaron con el control de la compañía catalana. Su impacto en la gestión ya se deja ver: Albert Christmann, que era presidente de la firma con sede en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), abandonó su cargo en detrimento de Alfred Oetker, uno de los nuevos dueños.
Además de presidente de Henkell Freixenet, Albert Christmann era consejero delegado de Dr. Oetker. Al romperse el grupo germano, el dirigente se quedó en la otra mitad de la organización. Lo mismo sucedió con Demetrio Carceller, presidente de Damm y hasta ahora consejero de la cavista. Dr. Oetker ostenta el 25% de la empresa catalana a través de su cervecera Radeberger, que también se quedaron los cinco hijos de los dos primeros matrimonios de Rudolf-August Oetker, fallecido en 2007.
Con la baja de Carceller, Freixenet nombró a Carl Ferdinand Oetker, hermano de Alfred, como consejero. Los tres hijos del tercer matrimonio del patriarca alemán se quedaron con el negocio de vinos espumosos, la división hotelera y la gestión de la colección de arte familiar, como ya explicó Economía Digital.
De este modo, el consejo de administración queda compuesto ahora por los hermanos Oetker; Andreas Brokemper, consejero delegado; Pedro Ferrer, coconsejero delegado y vicepresidente; y José María Ferrer, hermano de Pedro Ferrer y accionista.
El consejero delegado Pedro Ferrer celebró el aterrizaje de la rama joven de la familia Oetker al accionariado. «Estamos encantados con nuestro éxito conjunto y miramos con gran ilusión hacia el futuro de nuestra alianza, que ha sido tan positiva». El recién llegado Alfred Oetker se sumó a los buenos presagios: «Mi hermano y yo esperamos trabajar junto a la directiva actual de Freixenet basándonos en el gran éxito que ha tenido la empresa en los últimos tres años».
Participada al 50% por Henkell y la familia Ferrer, Freixenet aspira a alcanzar unas ventas de 100 millones de botellas en 2021. Desde ya antes de la entrada del capital alemán, en 2018, es líder destacado del sector.
El enfrentamiento en el seno de la familia Oetker
Al igual que entre las distintas sagas históricas del líder del cava catalán, la convivencia en el accionariado del conglomerado alemán no fue sencilla desde el fallecimiento de Rudolf-August Oetker en 2007. Los ochos hijos se enfrentaron por obtener más protagonismo, por lo que se establecieron dos bandos: los cinco descendientes de los dos primeros matrimonios frente a los tres retoños de su última esposa. Una década después, la situación se tornó insostenible.
Mientras las dos primeras ramas de la familia se repartían los puestos de mayor responsabilidad del consejo, los terceros contaban apenas con un sillón raso. El enfrentamiento por la distribución de las butacas –también hay independientes— llegó incluso a los tribunales.
Pero el sector joven de los Oetker no limitaba sus reclamaciones a la representación institucional. Hace cuatro años, los hermanos mayores apostaron por poner la gestión en manos de un ejecutivo ajeno a la familia y, por primera vez en 125 años de historia, nombraron un consejero delegado externo. El fichaje de Albert Christmann fue en contra de la voluntad de la tercera rama, que quería recuperar el puesto para una persona de la saga.
Con el 12,5% en manos de cada uno de los ocho hijos, el G3 tenía escaso margen de maniobra frente al dominio del G5 –así se autodenominaron los dos bandos–. En verano se sentaron las bases del acuerdo de una división que se hizo oficial este mismo mes de noviembre.