La guerra familiar en Dr. Oetker planea sobre Freixenet
Los ocho hermanos de la familia Oetker se enfrentan en dos bandos y sopesan partir la matriz de Freixenet
Apenas un año después de cambiar de manos, Freixenet afronta posibles nuevos cambios. Si en su tiempo un conflicto familiar terminó por forzar la venta del 50% de la cavista a Henkell, ahora es otro enfrentamiento fratricida el que sobrevuela y anuncia tal vez una nueva operación corporativa.
Al igual que entre las distintas sagas históricas del líder del cava catalán, la convivencia en el accionariado del conglomerado alemán no fue sencilla desde el fallecimiento de Rudolf-August Oetker en 2007. Los ochos hijos se enfrentaron por obtener más protagonismo, por lo que se establecieron dos bandos: los cinco descendientes de los dos primeros matrimonios frente a los tres retoños de su última esposa. Ahora, la situación parece insostenible.
Según explica el Frankfurter Allgemeine, mientras las dos primeras ramas de la familia se reparten los puestos de mayor responsabilidad del consejo, los terceros cuentan apenas con un sillón raso. El enfrentamiento por la distribución de los sillones –también hay independientes— llegó incluso a los tribunales.
Pero el sector joven de los Oetker no limita sus reclamaciones a la representación institucional. Hace dos años, los hermanos mayores apostaron por poner la gestión en manos de un ejecutivo ajeno a la familia y, por primera vez en 125 años de historia, nombraron un consejero delegado externo. El fichaje de Albert Christmann fue en contra de la voluntad de la tercera rama, que quiere recuperar el puesto para una persona de la saga.
Desde Dr. Oetker aseguran que el enfrentamiento familiar es «pura especulación»
Así, el medio germano asegura que las discusiones “son muy concretas” y que todos los involucrados “tienen claro que las cosas no pueden seguir así”. La solución sería partir el grupo y otorgar algunas divisiones a los Oetker díscolos. El escogido sería el negocio de bebidas del grupo, que encabezan los espumosos de Henkell Freixenet y acompañan las cervezas Radeberger. Para completar una distribución equitativa al 37,5% que poseen, también se incluirían los hoteles que el conglomerado posee.
Mientras, los veteranos se quedarían con el negocio de la alimentación, que en 2018 generó el 48,5% de los 7.140 millones que ingresó la corporación, y el resto de intereses, que suman el 9,6% de la facturación. Se quedarían con el 58,1% del grupo frente al 41,9% de los rebeldes.
Para equilibrar la balanza, Oetker cuenta con 2.500 millones de euros en caja después de la venta de la naviera Hamburg Süd. En principio destinado a futuras inversiones, el efectivo podría servir para compensar el volumen de negocio que se queda cada una de las distintas familias.
Consultadas por Economía Digital, fuentes de Dr. Oetker se limitaron a puntualizar que los enfrentamientos entre las distintas ramas de la familia eran “puras especulaciones” y que no iban a realizar ningún comentario adicional.
La rentabilidad de Freixenet bajo el paraguas de Oetker
Como ya explicó este medio el pasado mes de abril, las redes de Dr. Oetker ya se dejan notar en las bodegas de Freixenet. Con las ventas estancadas durante años, el líder del cava ya comienza a beneficiarse de la unión con Henkell –la filial de vinos espumosos del grupo alemán– y, entre agosto –cuando se cerró la adquisición del 50% de la empresa— y diciembre, logró incrementar la facturación al ritmo del 4,6% hasta los 248 millones de euros. La cifra llega impulsada por los nuevos lanzamientos.
De modificarse el accionista, quedaría por ver cómo se movería la cúpula de la cavista. Para empezar, Albert Christmann es el presidente de la compañía catalana, por lo que habría que buscar un nuevo representante en la cúpula, al menos.
El grupo ahora denominado Henkell Freixenet celebra que, en sólo cinco meses, el ritmo de expansión se elevó desde el 1,3% que registró en el ejercicio 2017/2018 hasta el 4,6%. El porcentaje sólo contempla el periodo desde que la Comisión Europea aprobó la compra por parte del grupo germano hasta final de 2018. “Los lanzamientos de Freixenet Prosecco, Italian Rosé y Freixenet Ice tuvieron un gran éxito”, explican.
El incremento llegó también gracias a vender vinos más baratos. Mientras las ventas ascendieron al ritmo del 4,6%, el número de botellas comercializadas creció el 4,9% hasta los 95,6 millones de botellas. Tiene lógica: el prosecco es más económico que el cava.
La apuesta por este espumoso italiano es decidida en las bodegas de Sant Sadurní d’Anoia. El consejero delegado de Freixenet, Pedro Ferrer explicó en la presentación de la campaña de Navidad que en 2020 aspira a poner al mercado unos 15 millones de unidades frente a los cinco millones que se producen en la actualidad. “El objetivo es saltar del 5% que el prosecco representa ahora mismo en la división de espumosos a un volumen que ronde el 15%”, cuantificó.
Dr. Oetker suma el 50% del grupo cavista –la mitad restante está en manos de la familia Ferrer–, y también cuenta con una participación del 10% en la cervecera Damm.
De este modo, si el negocio cervecero del conglomerado germano cambiase de manos, también podría hacerlo esta participación en la firma que preside Demetrio Carceller.