El Fondo de Sostenibilidad Eléctrico pone a prueba el polvorín energético con Repsol y Naturgy de protagonistas

Las discrepancias entre empresas seguirá creciendo en los próximos meses, y el Gobierno no ayuda

Repsol

Sede de Repsol. Foto: Archivo

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La crisis energética que vive España, marcada por los altos precios de la luz -y las medidas que ha tomado el Gobierno-, ha puesto de manifiesto la distancia que existe entre las diferentes empresas del sector. Iberdrola y Endesa, envalentonadas por el impulso a la electrificación y el auge de las renovables, se sienten reinas en el tablero de juego. Mientras tanto, Repsol y Naturgy, pese a estar metidas de lleno en la carrera ‘verde’, no pueden abandonar sus negocios tradicionales, petróleo y gas, y eso les hace confrontar con las otras compañías y las taxonomías sostenibles del Ejecutivo. La guinda del pastel la puede poner la entrada en vigor del Fondo de Sostenibilidad

Pero antes ha habido un nuevo hito en el camino en esta guerra soterrada. Esta semana diversos medios de comunicación se han hecho eco de un conflicto en el seno del Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV), una asociación de carácter sostenible que sirve de grupo de pensamiento para abordar los retos medioambientales. En concreto, Naturgy y Enagás han abandonado la organización debido al giro que ha dado la misma sobre el cambio de planteamientos con respecto al gas natural. 

Aunque esto puede ser solo la punta del iceberg de lo que está por venir si, finalmente, sale adelante la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) que el Ejecutivo ha vuelto a llevar a la Comisión de Energía para su tramitación. La creación de este fondo, que según el Gobierno tiene un triple objetivo: evitar subidas en el precio de la electricidad; dar señales claras de electrificación de la economía y aportar la certidumbre, sostenibilidad y equilibrio al sistema que permita movilizar las inversiones necesarias en los próximos años, dejó dos bandos divididos de manera muy clara

Repsol y Naturgy entendieron que se trataba de un nuevo ataque a la neutralidad tecnológica, puesto que se gravaría el gas y el petróleo a favor de la electrificación renovable donde Iberdrola y Endesa sacan mayor partido. Rápidamente surgió la posibilidad de llevar este asunto por la vía legal. Y ahora vuelven a sonar las campanas de la discrepancia. 

Unas desavenencias que siempre que pueden, ‘ambos bandos’, las dejan palpables. Hace unas semanas en el encuentro anual del sector del gas, Iberdrola y Endesa, importantes actores en este sector, no dieron señales de vida. Unos porque no están ni asociados, y los otros porque, pese a asociados, quieren poner distancia con esta tecnología. 

Ser y parecer ‘verde’ 

La situación que viven las grandes energéticas -a nivel de relación-, donde casi todas hacen de todo, o al menos venden electricidad como poco, tuvo otro gran punto de discrepancia hace unos años cuando Naturgy terminó fuera de Aelec, la gran patronal eléctrica que en estos momentos se ha quedado solo con Iberdrola, Endesa, EDP y Viesgo. 

Por su parte, la gran patronal del gas, Sedigás, cuenta con Repsol y Naturgy entre sus filas, mientras que Iberdrola se mantiene como asociado con un perfil muy bajo, y Endesa directamente no está. Lo curioso en esta materia es que en Gasnam, otra de las organizaciones importantes en esta tecnología, cuenta con la compañía de José Bogas entre sus participantes; y sin embargo la empresa de Ignacio Sánchez Galán no está. 

Por lo que respecta a las asociaciones de corte más ‘verde’, en la gran patronal renovables, APPA, tan solo figura Endesa y, curiosamente, Enagás como ‘socio observador’. Sin embargo, en la patronal eólica, AEE, de nuevo alinean sus intereses tanto Naturgy, como Iberdrola y Endesa; algo que también ocurre en Unef, la gran asociación fotovoltaica. 

Y donde están todos, incluida Repsol, es en Club de la Energía, una suerte de lobby en materia energética que, por el momento, parece el único núcleo de paz que consigue agrupar a todas las grandes empresas. 

Imaz, un directivo muy claro 

La creación del Fondo de Sostenibilidad volverá a poner a prueba la relación de las grandes energéticas y, lo más importante, sus intereses cruzados. Precisamente en un evento del Club de la Energía, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, bromeaba con el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, al respecto del futuro de la electrificación y el menor papel que tendrán que jugar los combustibles fósiles.  

Por normal general Imaz encaja muy bien estas cuestiones. De hecho, hace unas semanas en un evento del Circle d’Economia junto a José Bogas, tuvo un cruce de declaraciones en este sentido que, salpicado con buenas dosis de sentido del humor en ese caso, dejaba de manifiesto su postura y obligación en defensa de los combustibles fósiles. 

Pero ese tono de humor puede cambiar por completo una vez se apruebe el Fondo de Sostenibilidad, y las diferentes compañías deban volver a las trincheras de sus tecnologías. Así que se pueden ver altas y bajas en las diferentes organizaciones, incluso cuando a veces sea una contradicción por los diferentes negocios que tienen todas las empresas.

Raúl Masa

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