Fainé revela el decálogo que explica su éxito
El presidente de Caixabank clausura el congreso anual de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos. Ante 1.100 profesionales detalla cómo lograr las metas empresariales en un entorno cambiante y expuesto a las nuevas tecnologías
El presidente de La Caixa y Caixabank, Isidro Fainé, dio la receta que explica el éxito de buena parte de su gestión. El banquero, de orígenes humildes, también preside la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos. El organismo celebró este martes su congreso anual, que Fainé clausuró ante 1.100 profesionales. Este es su discurso resumido en un decálogo que aporta las claves esenciales para la actual gestión empresarial, salpicada por la convivencia con las nuevas tecnologías y un entorno absolutamente cambiante.
1. Cómo hacer posible lo que para muchos es imposible
Los directivos tenemos que ser transformadores. Imaginar caminos para hacer posible lo imposible. Pedro Duran Farell, prestigioso empresario (y gran referente para mí), solía decír a sus directivos: «Algunos miran las cosas como son y se preguntan por qué; yo prefiero mirar las cosas como podrían ser, y preguntarme por qué no».
Es necesaria esta inquietud vital que huye de la pasividad y afronta los problemas y las oportunidades.
2. Dirigir también es concentración
El buen directivo necesita blindar su mente y concentrarse en lo que tiene que hacer para que lo urgente no prime sobre lo importante. En la empresa, la velocidad del directivo, es la velocidad del equipo.
Según Paul Romer, que es uno de los economistas de mayor prestigio de la Universidad de Stanford, las nuevas ideas son el combustible del progreso. Para este economista, la riqueza no depende de los recursos naturales, ni de la abundancia de capital sino del conocimiento.
3. Simplificar
Hay que ser drásticos y utilizar nuestro tiempo de una manera más inteligente, dedicando la mayor parte del día a la gestión, para poder alcanzar nuestros objetivos (que son los que aseguran el futuro y la continuidad de nuestras empresas).
La complejidad no debe admirarse, debe evitarse. Porque muchas veces no aporta nada en positivo y a menudo es el simple escudo de la ignorancia. Como afirmaba Steve Jobs: «Hace falta mucho trabajo, para que algo resulte sencillo de comprender».
4. Las responsabilidades no caducan
El líder no se limita a seguir el camino que marca la opinión general. Es él quien se pone al frente, define el lugar al que llegar y decide el modo de hacerlo. Y de esta actitud no cabe abdicar al menor contratiempo o dificultad. Aunque no os lo parezca, es muy importante que cada uno de nuestros empleados tenga un proyecto profesional definido, con objetivos a: corto, medio y largo plazo, y que éstos sean coherentes con el plan estratégico de nuestra empresa.
Sin que ninguno olvide que también debe asumir su responsabilidad de principio a fin, ocupe el cargo que ocupe. Porque, un directivo puede delegar una tarea, pero no la responsabilidad. (La responsabilidad nunca es delegable).
5. La formación permanente
La formación para un hombre de negocios, para un empresario y para un directivo no acaba nunca. La formación debe ser el apartado permanente en la agenda de cualquier directivo. Necesitamos saber para prever. Necesitamos prever para poder prevenir, todo enun mundo cada vez más complejo e interdisciplinar. El talento gana los partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia acumulada ganan los campeonatos.
Por eso, los dirigentes con éxito hacen de sus vidas un proyecto profesional, social y colectivo. Acostumbran a generar muchas iniciativas, establecen relaciones personales a través de proyectos comunes, suelen valorar a las personas de una manera inusual y alcanzan grandes resultados en términos de ventas, beneficios, inversión y en creación de empleo.
6. No hay beneficios sin ventas y no hay ventas sin productos
Solo hay una manera de conseguir empresas con futuro y para ello es imprescindible que la gente se sienta motivada. De ese modo, podremos crear continuamente productos y servicios, que sean útiles y que cubran las necesidades de la sociedad. Apoyarnos en la historia no vale para alcanzar los objetivos. Lo que sí deberíamos siempre preguntarnos es: ¿Tiene mi empresa una propuesta de valor única?
7. La buena comunicación multiplica nuestro mensaje
Cuando el tiempo es el principal activo y el entorno cambia rápidamente, comunicar de una manera adecuada es vital, con mensajes concisos, sin generar equívocos y diciendo de manera clara lo que queremos decir. El directivo de hoy dedica más de la mitad de su tiempo a comunicar con sus stakeholders y shareholders.
Saber comunicar, en definitiva, no es algo complementario. Es tan necesario como imprescindible.
8. Solamente con el ejemplo conseguiremos motivar a nuestros equipos
La motivación empieza por el convencimiento. Pero será el trato humano, el día a día, estas conversaciones informales, los pequeños detalles y los aspectos más genéricos los que harán que finalmente cada uno se sienta comprometido con los pequeños y grandes retos de la empresa. Cuando la persona se siente útil, cuando ve que su trabajo tiene una finalidad, cuando sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Es entonces cuando su compromiso es total. Ser ejemplares es la mejor autoridad. Es decir, ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
9. Una conversación es el más efectivo de los «e-mails»
Las nuevas tecnologías a veces parece que desplazan y eliminan el contacto personal. No permitamos que lo hagan. El ‘cara a cara’ sigue siendo insustituible. La revolución digital es compatible con la salvaguarda de la relación personal. La tecnología no debe deshumanizar al hombre. Debe darle más libertad, más identidad. En la nueva economía: la gente es única y el entorno tecnológico es sustituible.
La creatividad surge en las reuniones espontáneas y en las discusiones imprevistas (son palabras de Jobs, aunque debo confesarles que yo pienso lo mismo).
10. El camino hacia el éxito está repleto de detalles
En el último punto de este decálogo de pensamientos quiero insistir en que para liderar hace falta: visión global, talento, trabajo, concentración y cuidado de los pequeños detalles (marcan las grandes diferencias, tanto en las empresas, como en las personas). Estamos en esta aventura empresarial para resistir grandes tensiones, incluso en ocasiones desprecios o calumnias. Y a veces, hasta careciendo de un merecido y justo descanso.
Debemos procurar: tener paz, tanto interior como exterior, mantener la serenidad ante las dificultades, respetar a todos los colectivos y preocuparnos por nuestra gente.