Europa abre las puertas a las patatas y manzanas transgénicas de Estados Unidos
El tratado de libre comercio empuja la entrada de nuevas especies de transgénicos en la Unión Europea. Bruselas allana el camino con una normativa más laxa que permite la comercialización de 17 nuevas especies con genes adulterados
Europa comienza a ceder ante la presión del lobby transgénico estadounidense que reclama una normativa menos restrictiva para los productos modificados genéticamente. Bruselas ha aprobado el ingreso de 17 nuevas especies creadas artificialmente en Estados Unidos pero cuya comercialización no estaba permitida en Europa hasta ahora.
Es un paso que allana el tratado comercial que ultima Europa y Estados Unidos, conocido como TTPI (Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión) y que podría derribar las barreras que ha levantado Bruselas para contener la entrada de productos transgénicos. De las 17 especies transgénicas que se podrán vender en Europa, diez son nuevas creaciones producidas por Monsanto, el monstruo estadounidense que intenta expandir el modelo del cultivo genéticamente modificado.
Los «genes apilados»
Estados Unidos acaba de aprobar la nueva patata Innate, que prolonga la vida y mejora el aspecto de una variedad de patata óptima para ser frita. Su creador, la empresa J.R.Simplot Company, uno de los principales proveedores de Mc Donald’s, toma el relevo de Monsanto que tuvo que retirar la patata transgénica NewLeaf por un alto rechazo entre los agricultores. El gobierno estadounidense también ha dado el visto bueno a la creación de una manzana fabricada por la empresa canadiense Okanagan Speciality Fruits para que nunca adquiera un color oxidado cuando se corta.
Europa sólo ha aprobado el cultivo de una modalidad de maíz transgénico pero permite la comercialización de 48 especies modificadas. Al listado se añaden las 17 nuevas especies que ya han sido aprobadas y que incluyen maíz, soja, colza y algodón. «Entre las nuevas variedades se encuentran los que tienen transgenes apilados, es decir, que tienen más de dos transgenes con objetivos diferentes. Por ejemplo, podemos encontrarnos una planta transgénica tolerante a dos herbicidas diferentes. Son bombas de relojería ya que sus efectos sobre la salud y el medio ambiente son imprevisibles», explica María Carrascosa, portavoz de la Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos.
Lobby transgénico en España
Europa tiene prácticamente decidida la firma del tratado de libre comercio con Estados Unidos, un acuerdo que ha ocasionado fuertes protestas en Alemania, Holanda y Dinamarca pero que ha pasado inadvertido en el sur de Europa. Con la firma, tanto los movimientos ecologistas como las asociaciones de consumidores dan por hecho que las especies transgénicas cultivadas en Estados Unidos se dispararán en el viejo continente.
España ha sido tradicionalmente uno de los países que más ha apoyado el desarrollo de la industria transgénica en Europa. Desde la ex ministra de Ciencia Cristina Garmendia (PSOE) hasta el ex secretario de Estado de Medio Rural Josep Puxeu (PSOE) y el comisario Miguel Arias Cañete (PP), la política gubernamental siempre ha qurido abonar terreno a las multinacionales que promueven esta práctica. La estrecha relación entre España y el lobby transgénico en Estados Unidos fue desvelada por los cables de Wikileaks en diciembre de 2010.
Sin advertencia en las etiquetas
Dado el rechazo mayoritario de los consumidores a los productos transgénicos, la mayor parte del maíz modificado en España (que representa el 75% del maíz producido en Europa) no se destina al consumo humano, ya que los productos deben especificarlo en la etiqueta, algo que intentan evitar los fabricantes.
Por ello, los productos transgénicos suelen ser utilizados para el consumo animal. De este modo, la carne o los huevos provenientes de animales alimentados con transgénicos no deben mostrar esa condición en el etiquetado. Sólo deben especificar su naturaleza los productos para el consumo humano. En la lista de productos que reconocen su condición transgénica se encuentran los aceites Carbonell y Koipesol y la Harina PAN, según la lista roja de alimentos de Greenpeace.