Enric Crous, la última derrota de un hombre sin sitio ya en la élite
Enric Crous es el gran perdedor de la batalla de la Cambra de Barcelona pese a partir como favorito
Enric Crous reconoció este jueves la victoria de los candidatos apadrinados por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) en las elecciones de la Cambra de Barcelona, y señaló la “voluntad de cambio” expresada por los empresarios que votaron. Con sombras de sospecha incluidas, la ANC supo movilizar el voto, lo que no significa necesariamente que existiera tal voluntad de cambio. Pero en el caso de que la hubiere, no era hacia el cambio que propugnaba Crous.
Este veterano empresario sale de las elecciones a la Cambra como el gran derrotado. Porque partía como favorito —junto con Carles Tusquets, aunque con notables diferencias—, porque tenía la maquinaria de Pimec, la patronal con más afiliados de Cataluña, y porque habiéndose movilizado voto independentista, no ha ido a sus candidatos pese al apoyo implícito de la Generalitat.
De los 40 miembros del pleno que se elegían por votación, sus miembros bailarán entre cuatro y seis. Pero lo más grave no es esa cifra, que le deja sin opciones de recuperar una silla importante en el mundo de la empresa. Quizá lo más humillante es que ni siquiera lograra salir elegido en su epígrafe, algo que Tusquets sí ha logrado pese a obtener globalmente un resultado igual de pobre. Eso sí, con los elementos en contra.
Tampoco el número dos de Crous, José María Torres, ha logrado salir elegido, pese a ser miembro de la junta directiva de Pimec, organización que, teóricamente, se iba a movilizar para apoyar a los suyos. Por tanto, ni estarán en el pleno de la Cambra, a no ser que alguno de sus pocos representantes en el mismo le cedan la silla. No parece muy probable, al menos en el caso de Crous, puesto que no tendrán poder de decisión real en la gestión de la ANC en la Cambra.
La trayectoria de Enric Crous
Enric Crous tiene una larga trayectoria como ejecutivo en Cataluña. Fue director general de Mercabarna, de Fira de Barcelona y de Damm, cargo que ocupó durante más tiempo: entre 1990 y 2016. Entonces, a las puertas de los 70 años, el grupo cervecero le brindó una salida honrosa hacia Cacaolat, empresa participada a partes iguales por Damm y por Cobega, la embotelladora de Coca-Cola de la familia Daurella —Sol Daurella preside Coca Cola European Partners, la gran embotelladora europea—.
Crous fue presidente no ejecutivo de Cacaolat hasta enero de este año, cuando dejó la empresa para centrarse en la candidatura a presidir la Cambra de Comerç de Barcelona. La sorpresa fue que no se presentara por Cacaolat, sino por un grupo de comunicación: Rp Uno SL, empresa del gabinete de comunicación Interprofit.
Interprofit le ha llevado la campaña de comunicación, con constante presencia en medios. Se le contrapuso a Carles Tusquets, de Mediolanum, como los dos grandes favoritos. Al fin y al cabo, eran los dos empresarios conocidos, y con los mayores apoyos institucionales. Para vencerle, y para tener apoyo patronal, Crous se alió con José María Torres, que inicialmente iba en solitario.
Torres tenía a Pimec detrás, por lo que la unión daba a Crous el apoyo de dicha patronal, que aunque es de pymes, tiene más afiliados que Foment. Y en la Cambra cada empresa tiene un voto, independientemente del tamaño —ahí radica parte del éxito de la ANC—, por lo que lo importante es contar con cantidad, no con calidad.
Nada ha servido a Crous
El fracaso de Crous es más sonado porque se daba por hecho que con el apoyo de la maquinaria de Pimec —130.000 asociados y un importante servicio de gestora empresarial— no les sería difícil ganar. Por ejemplo, Pimec facilitaba el certificado digital a sus socios para que votaran.
A la hora de la verdad, todo estas supuestas ventajas han quedado en nada. Ni la campaña mediática, ni su nombre conocido, ni el voto electrónico que Crous defendía ni el poder de la patronal de pymes han servido. Nada ha servido a un hombre que, ya sin cargos directivos en el mundo de la empresa, se aferraba a la presidencia de la Cambra para mantener un cierto statu quo en la élite empresarial catalana. Pero parece que ya no hay sitio para él.