Empleo cae en la última trampa del fast food para esquivar tres años de Seguridad Social
Los restaurantes declaran que sus camareros tardan hasta 36 meses en aprender a servir hamburguesas y la correspondiente prevención de riesgos laborales; mientras la reforma laboral les bonifica las cuotas
Aprender a hacer una hamburguesa o servir un café es una labor que requiere tres años de aprendizaje. Al menos, es lo que quieren hacer ver los empresarios de la comida rápida (fast food) que han comenzado a utilizar en masa el contrato de formación (también conocido como de tarifa plana) ideado por el gobierno de Mariano Rajoy. La modalidad contractual contempla la gratuidad de las cuotas de la Seguridad Social durante la formación del joven trabajador, con un máximo de 36 meses.
Los empresarios deben sacar del paro a un joven de entre 18 y 30 años para obtener el beneficio fiscal. Los contratos se hacen durante un año pero si el empresario y el joven empleado deciden que todavía queda mucho por aprender, pueden prorrogarlos durante dos años más.
La práctica termina convirtiéndose en un curso de formación con una duración cercana a la de una carrera universitaria con la diferencia de que sólo se enseña a servir cafés, montaditos o hamburguesas y los riesgos laborales que conlleva la actividad. El ministerio de Empleo, dirigido por Fátima Báñez, ve con buenos ojos los resultados del plan.
Contratación encadenada
«Tengo a cuatro trabajadores en estas condiciones. Me ahorro unos 2.000 euros en Seguridad Social, así que, en términos económicos, me sale muy rentable. Los trabajadores tienen 30 horas de trabajo en el restaurante y 10 horas de formación en la academia, pero no tienen que asistir porque los cursos son a distancia», explica el dueño de una cervecería La Sureña en Madrid.
El empresario, que pidió mantener su nombre en el anonimato, asegura que en la cadena hay otros franquiciados que han decidido que toda su plantilla esté en formación. Se trata de mano de obra barata y por la que no pagarán Seguridad Social durante tres años (asumirán el coste del 25% si el joven no estaba en la lista del paro). Cuando se les acabe el contrato, muchos ya han ideado una fácil solución: volver a recurrir a nuevos trabajadores en formación durante otros tres años.
Este tipo de contrato fue anunciado hace dos años por el gobierno de Rajoy con el propósito de incorporar al mercado laboral a jóvenes desempleados, pero la medida ha terminado de ser un búmeran que se ha vuelto en contra de los trabajadores con más experiencia.
«Con los márgenes tan justos, prefiero tener a trabajadores en formación que a personal más experimentado. Es cierto que trabajan peor y que pueden dar más dolores de cabeza pero con los números tan ajustados, es la única opción que tenemos ahora para aliviar las cuentas», explica el franquiciado de un Burger King en Madrid que ha decidido ejecutar las incorporaciones con contratos de este tipo.
Los exámenes
Cada empleado contratado bajo esta modalidad deberá estudiar los temarios que consisten en lecciones de cómo hacer un buen café hasta qué tipo de calzado y qué posturas se deben mantener en el puesto de trabajo. Pero a los empresarios lo que menos le preocupa son las clases teóricas que reciben sus empleados.
Son conscientes de que es un mero trámite y que no les ayuda ni a ellos ni a los trabajadores. Sólo es una manera de justificar la reducción de cuotas en la Seguridad Social y una vía de ingreso extraordinaria para las academias que dan cursos tan dispares como inglés, Windows 8, especializaciones fitosanitarias y certificados para camioneros. «Al final, para trabajar en hostelería hace falta práctica y no tanta teoría», explica el franquiciado de Burger King.
Las medidas de incentivo a los empresarios anunciadas por el Gobierno en 2013 han duplicado la contratación de trabajadores en formación. Hace dos años, se registraron 43.000 contratos con la tarifa plana durante el primer semestre. La cifra se ha disparado hasta los 83.000 contratos en el mismo período de este año, según el ministerio de Empleo que celebra el éxito de la fórmula.
Y mientras la hucha de la Seguridad Social sigue mermando, algunos empresarios también son capaces de ver perjuicios. Han observado que los jóvenes contratados en colaboración con las academias de formación no tienen motivación y no se esfuerzan como otros trabajadores con más responsabilidades y experiencia. Pero las ventajas económicas mandan.
El Gobierno de Rajoy ya ha estipulado que el contrato con ventajas fiscales se acabará si el paro baja del 15%.