Empiezan los resultados. Claves para ir directos a lo que importa sobre los bancos del IBEX 35
Sin despreciar la capacidad de Pedro Sánchez para romper esquemas, los bancos del IBEX 35 presentarán unos resultados que servirán de base para medir sus fortalezas ante la próxima desaceleración
Aunque a Pedro Sánchez le gustaría –dado su indisimulable ego—, el próximo gran quebradero de cabeza para los bancos será otro. El daño del llamado “hachazo fiscal” está hecho, esencialmente se giró contra la capitalización de las entidades. No habrá impacto en el negocio y tampoco se descapitalizarán en el escenario más probable. No es aseado, sin embargo, confiar en un político sin escrúpulos.
Los inversores huyeron y huirán por el mensaje de inseguridad jurídica que mandó el Gobierno. No por los fundamentales del negocio financiero ni por su futuro. Castigaron la ausencia de detalles y los modos monclovitas. Y ello excede los límites del sector. Con créditos fiscales por valor de 60.000 millones, un impuesto que amenace con 1.500 millones al año no parece, sobre el papel, un problema.
Los bancos habrían concedido esa cantidad al Gobierno en una negociación que después hubiera servido para poner en valor, con respaldo presidencial, su implicación social y compromiso con la ESG. Quieren evitar más ruido del necesario sobre su desempeño bursátil.
Pero relativizar lo que se sabe hasta ahora no excluye la capacidad de Sánchez, si se empeña en seguir por ese camino, para alzarse como una amenaza real. Por ahora, las fórmulas que se manejan en Hacienda sobre el nuevo impuesto, según ha podido saber finanzas.com en fuentes conocedoras de la situación, son las siguientes:
- Gravar con un 5% los intereses cobrados a los clientes
- Aplicar una tasa sobre los depósitos
- Aplicar una tasa sobre todos los activos
- Eliminar la exención del IVA en las operaciones financieras
El diseño que complicaría el panorama a los bancos no está sobre la mesa de trabajo. Un impuesto peligroso debería incluir, precisamente, límites mayores a los existentes para el uso de los créditos fiscales. De este modo, Sánchez sí obligaría a los grupos a hacer un desembolso real a favor de Hacienda.
Los mercados interpretarían que esos créditos no sirven para nada y llegaría la siguiente penalización. Vuelta a la inseguridad jurídica. Es el escenario menos probable, pero el que realmente temen en los cuarteles generales bancarios.
La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, se reúne el jueves con los bancos para trasladarles los primeros detalles.
La revista Inversión publica el viernes un estudio exclusivo bajo el título “El IBEX 35 antes de la recesión”. El semanario de Grupo ED pronostica cómo será el segundo semestre. Con dos escenarios: el base implica una recesión de los Estados Unidos y algunas economías emergentes con exposición al IBEX 35. Para Europa se anticipa la desaceleración.
La otra hipótesis, más dura, incluye el corte del gas ruso de manera prolongada en otoño. La recesión alcanzaría a la Unión Europea. Inversión [suscríbase aquí desde 1 euro/semana] revelará la caída de PIB prevista para ambos escenarios en su próximo número y cuál será el daño sobre los sectores económicos españoles –y, por tanto, sobre el IBEX 35—.
La gran duda a despejar
Obviamente no será la primera vez que las IBEX se enfrentan a una recesión o desaceleración (en el mejor de los casos).
El factor que hará que los próximos meses sean más retadores será el de la subida de tipos. En el caso concreto del sector financiero la gran duda a despejar es ¿cómo combinarán una recesión con intereses altos? La miscelánea es inédita este siglo. La estrella invitada seguirá siendo la inflación, con impacto directo sobre la morosidad.
Los bancos, como el resto de los sectores, tienen seis meses para prepararse. Aunque, según la revista Inversión, este otoño se medirá la recesión técnica en economías importantes –como EEUU—, la crisis real empezará en enero. Los próximos seis meses, tanto por Sánchez como por la situación coyuntural, serán de transición.
En este contexto, los elementos a vigilar en cada informe de resultados son los siguientes:
Banco Santander: las métricas de riesgo se deterioran a un ritmo preocupante en Brasil, geografía de mayor importancia para el grupo que España. De esa unidad habrá que fiscalizar la producción de nuevo crédito y el coste del riesgo. Es importante que el inversor no se distraiga con México. No habrá novedades y la ampliación de capital está descartada.
BBVA: preocupa Turquía, que restará 14 millones en tres meses al beneficio por la inflación descontrolada. El importe, ridículo comparado con su resultado esperado, no es lo que causa inquietud. Sí la alimenta una pérdida procedente de un territorio que sólo ven con claridad en el edificio La Vela. La hiperinflación turca y la arbitrariedad del Gobierno crean demasiado riesgo. Esos 14 millones pueden ser solo el principio. A BBVA también habrá que pedir explicaciones sobre cuándo empezará a producir beneficios o ahorro de costes la inversión de 200 millones dedicados a la compra a Merlin Properties de 659 oficinas previamente alquiladas.
Caixabank: concentrado desde hace meses en la concesión de hipotecas, de esta franquicia son capitales los planes para poner en valor esa producción, que es previa a la subida del euríbor. ¿Cuánto esperan ganar? ¿Insistirán en más crédito en un escenario de desaceleración/recesión? Las guías para 2022 se están cumpliendo, así que el foco se debe situar en los mensajes que mande el grupo para el próximo ejercicio. Caixabank sí debería ser concreto en cómo gestionará el riesgo de Sánchez. Es el banco más expuesto a reacciones virulentas por sus anuncios.
Banco Sabadell: el mercado estará pendiente de si el Reino Unido sigue evolucionando bien. Se espera una pequeña revisión al alza de los próximos ingresos por intereses y en el margen resultante. El problema a largo plazo del Sabadell es presentar un plan creíble de crecimiento con la economía en contra. Ese obstáculo es transversal a la banca mediana española.
Bankinter: la evolución del capital es la clave en esta entidad. Ya va justa, rozando el 12 por ciento. Su balance está muy expuesto a las plusvalías latentes de la cartera de renta fija –muy bien gestionada hasta la fecha—. Un dato regular o directamente malo tumbará la acción y será peor para el banco que los abruptos de Sánchez. Para Bankinter, a largo plazo, es correcto preguntar lo mismo que al Sabadell: con su tamaño, ¿cómo crecerá en desaceleración/recesión?
Mapfre: inquieta el ratio combinado –elemento clave en el sector asegurador—. Trimestre sobre trimestre se aprecia cómo la rentabilidad es menor. El peor dato que se le puede tolerar es del 97,17. Caer por debajo de esa fracción, daría mal rollo a sus accionistas.