El vicepresidente del Real Madrid encalla con su casero
El naviero Fernando Fernández Tapias fracasa con su proyecto inmobiliario de lujo
No corren buenos tiempos para Fernando Fernández Tapias, el naviero, conservero y vicepresidente del Real Madrid, siempre de la mano de su íntimo amigo Florentino Pérez. Al margen de la desgracia de perder a un hijo, alguno de los negocios en los que se ha embarcado últimamente le han salido por la culata dejando un agujero financiero de consideración.
Es lo que pasa cuando uno se adentra en inversiones de riesgo. Si la cosa sale bien, te forras, pero si se sale mal, como es el caso, las consecuencias son terribles.
En diciembre de 2006 pensó el conocido ‘Fefé’ que vender 60 pisos en el exclusivo barrio de Salamanca, en el centro de Madrid, y hacerlo por un precio cercano a los 3 millones de euros cada uno sería pan comido. Que se los quitarían de las manos, vamos. Con esa intención, y animado por la familia Ortiz –su socio y casero–, no dudó en meterse hasta el cuello en el proyecto de Inmobiliaria Juan Bravo 3.
El plan torcido
Un negocio redondo con la cuenta de la vieja hecha. Ingresamos 180 millones y nos gastamos 165 a crédito. Total, entre 12 y 15 millones de beneficio. A repartir, a partes iguales, con la familia Ortiz, propietaria de la inmobiliaria Eurosazor, sociedad a la que Fernández Tapias tiene alquilada por 7.000 euros mensuales una planta entera en la calle Serrano, a tiro de piedra de la promoción. Renta, por cierto, que lleva casi dos años y medio sin abonarse, acumulando unos 200.000 euros de impagos.
Pero todo se ha ido al traste. El cuento de la lechera empezó a romperse bien pronto para Eurosazor y Tanur Activos, la patrimonial que el empresario gallego administra junto a su esposa, Nuria González. Se endeudaron hasta las cejas para comprar sendos edificios a Repsol y Mutua Madrileña, por más de 130 millones de euros, minutos antes, como aquel que dice, de que estallara la burbuja inmobiliaria. Y las cosas empezaron a torcerse.
Salvados a última hora
De momento han logrado quedarse con el solar llevando a concurso de acreedores a Inmobiliaria Juan Bravo 3, la sociedad promotora controlada al 50% por ambos socios y con una deuda financiera de 170 millones, y evitando así que el pasado 15 de julio se procediera a la subasta judicial del activo, instada por Banif. La filial para grandes patrimoniales del Grupo Santander que, en este proyecto, había respaldado financieramente a Fernández Tapias con un aval personal de 23,5 millones de euros.
No era el primer préstamo privilegiado concedido por la entidad presidida por Emilio Botín, ni tampoco fue el último. Con posterioridad, otro cuantioso préstamo personal de 100 millones le fue otorgado a ‘Fefé’ sin garantía hipotecaria alguna y a un interés del 1,5%, lo que, en ese momento, supuso todo un chollo al estar el precio oficial del dinero en el 2,5%.
Operación realizada tras los tres de los doce millones de euros que Fernández Tapias vio evaporarse de la cuenta que tenía en Banif cuando en septiembre de 2008 el banco estadounidense Lehman Brothers se declaró en quiebra, y coincidente en el tiempo con su renuncia a la construcción de un ‘megayate’ de 36 millones que había encargado dos años antes.
Conserje de alta alcurnia
Para el proyecto inmobiliario de lujo en el barrio de Salamanca no se iban a escatimar medios. De hecho, entre 2007 y 2011, el último ejercicio con cuentas presentas, la sociedad promotora, con un único empleado, perdió más de 1,5 millones de euros en los gastos previos.
Demolición de edificios, redacción del proyecto, un arquitecto de postín, como Rafael de la Hoz, interioristas de renombre como Tomás Alía y Pascua Ortega, y un proyecto de condominio al que no le iba a faltar detalle para cumplir con las exigencias de esos clientes que están dispuestos a pagar 3 millones de euros por un piso de 150 metros cuadrados. Hasta un gerente de operaciones –una especie de conserje full time como el de las películas neoyorkinas– encargado de todo, desde conseguir entradas de última hora para cualquier espectáculo, encontrar a alguien que pasee al perro o subir la cena al apartamento.