El triste final de los tres presidentes en Catalunya

Decía Jordi Pujol que había tres presidentes inamovibles en Catalunya: Núñez, en el Barça, García Prieto en la Feria de Abril y él en la Generalitat. Los tres tuvieron el mismo final: acorralados por la justicia y repudiados por los suyos

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La política también es una obra de teatro. Lo más importante no es cómo entran en escena sus protagonistas, sino cómo salen.

Los días en los que Jordi Pujol se consideraba imbatible, pieza imprescindible no sólo en Catalunya sino también para la gobernabilidad de España, quería compartir honores con otros dos todopoderosos como él. “Hay tres presidentes inamovibles en Catalunya: Núñez en el Barcelona, García Prieto en la Feria de Abril y yo en la Generalitat”, solía bromear seriamente el expresidente.

Pujol acabó confesando un caso de fraude fiscal de desproporciones desconocidas que gestó los años en los que presumía detentar un poder casi absoluto en Catalunya. Duró 23 años en el cargo, un tiempo similar al de los otros dos patriarcas. Pero antes de que detentara el poder, Núñez y García Prieto, catalanes de adopción en las antípodas ideológicas del expresidente, ya habían aprendido a cómo atornillarse en la comodidad de sus cuotas de poder y blindarse ante sus enemigos.

El expresidente que pide clemencia

Nacido en Baracaldo, José Luis Núñez, propietario de la inmobiliaria Núñez y Navarro, logró un récord de permanencia en el Barcelona. Estuvo 22 años al frente del club y fue elogiado por la gestión económica en la que casi todas las temporadas terminaron con superávit. Llevó al equipo a las primeras filas de las competiciones europeas, multiplicó la cantidad de socios y comenzó a explotar los ingresos atípicos como transmisiones de televisión y acciones de marketing.

Pero el constructor cayó en desgracia pocos años después de dejar la presidencia del club. Fue condenado en 2011 a seis años de cárcel por la Audiencia Nacional por evasión fiscal. Núñez había sobornado con un millón de euros a dos inspectores de Hacienda para lograr evadir 13 millones. No fue el único: hubo 14 condenados más.

Ahora el constructor, que comparte abogado con Jordi Pujol, implora perdón y ha solicitado hace pocos meses el indulto al ministerio de Justicia.

El terror de las minorías

Francisco García Prieto, el empresario andaluz que organizó durante tres décadas la Feria de Abril de Barcelona, la más concurrida en España después de la de Sevilla, convenció a los políticos catalanes de que, sin subvenciones, peligraba la fiesta más querida por los andaluces en Catalunya y, por tanto, también los votos del colectivo.

García Prieto gestionó la feria como si le perteneciera. Fue acusado de cobrar comisiones por cada Coca-Cola, por cada vino, por cada ración de pescaíto que se vendía en la feria. Recibió denuncias de los feriantes y de las hermandades que lo acusaron de desviar fondos a cuentas en Suiza y Andorra. De todas salió ileso hasta que fueron los suyos, los que viajaban con él por toda España para ver espectáculos de flamenco, quienes lo llevaron a fiscalía.

“Yo siempre digo que uno no puede presumir de lo que no tiene y Jordi Pujol iba dando lecciones de ética a todo el mundo”, explica García Prieto del hombre que le ayudó enchufar a sus amigos en la Generalitat. El empresario nunca presumió de honrado ni de honesto, pero sí presumió a secas. A veces con declaraciones explosivas del tipo “las minorías están para aplastarlas”. Se refería hace apenas una década a aquellos que deseaban la independencia de Catalunya.

García Prieto tuvo que abandonar la Feria de Abril pero ha dejado a su hijo como proveedor privilegiado del evento. Sus adversarios lo acusan de corrupto y están dispuestos a derrotarlo ante los tribunales para que salga de la escena como Núñez y Pujol.

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