El ‘no banquero’ que dirigirá el banco digital del Santander
El consejero delegado de Openbank nunca ha sido banquero pero se encargará de impulsar el banco digital del Santander
Tanto ha cambiado la banca que un “no banquero” ha llegado a ser el primer ejecutivo del banco digital del mayor grupo financiero de España.
Ezequiel Szafir ha escrito dos libros, era periodista free lance del diario argentino Clarín y también alcanzó la vicepresidencia de Amazon Europa. Hoy dirige el banco digital del Santander, un negocio neurálgico para un monstruo que hace 20 años dilapidó 800 millones de euros en la compra de Patagon, una start-up argentina con la que Santander pretendía construir su negocio digital pero que terminó siendo el mayor fiasco de la historia del banco.
Szafir, que nunca ha sido banquero y que nunca ha tenido nada que ver con aquel nefasto experimento, ha querido dejar claro que tiene capacidad para liderar el proyecto.
“Es cierto que nunca he sido banquero pero tampoco soy un neófito de las finanzas. Vengo de Amazon, dirigí la estrategia de Nike y fui vicepresidente de Liberty Global, socio financiero en Deloitte. No es que escribí un libro y llegué hasta aquí”, ha explicado Szafir a Economía Digital en la presentación del nuevo Openbank, la marca recién relanzada de la entidad, este viernes.
El consejero delegado de Openbank, psicólogo, ingeniero, master en negocios, investigador del MIT, Massachusetts Institute of Technology, y especializado en literatura, asegura que estará a cargo de todo el negocio bancario. Supervisa los productos, las funcionalidades de la aplicación y la seguridad de la plataforma.
Banco 2.0: el nuevo consejero delegado de Openbank no es banquero
Un banco con 150 trabajadores
Bajo su dirección, los 150 trabajadores, han montado el banco digital desde cero. Ahora cuentan con un millón de clientes y 6.000 millones de euros en depósitos. Es la entidad de los nuevos tiempos. Mucho dinero, pocos empleados.
Pero con todo el ahorro de costes, con la tecnología que permite derribar los gastos operativos, Openbank no es capaz de asegurar que ofrecerá hipotecas más baratas, créditos más ventajosos o depósitos con mayores tipos que los del Santander. Por ahora, los usuarios tendrán que conformarse con otras ventajas como un chip para hacer pagos desde cualquier móvil.
A pesar de que es una marca creada a mediados de los noventa, Openbank no deja de ser una aplicación que será actualizada cada semana. La mayoría de sus trabajadores tampoco tienen relación con el mundo de las finanzas. Son, mayoritariamente, jóvenes formados en ambientes tecnológicos que comparten espacios abiertos.
Sin despacho
El “no banquero” que dirigirá el banco no tiene despacho. Trabaja en una sala con unos 15 trabajadores. Hay todavía sillas vacías. Quedan muchos cargos por cubrir. Junto a su mesa, cuelga un cuadro a blanco y negro de Churchill. “Mejorar es cambiar. Ser perfecto es cambiar a menudo”. Al lado, un código de programación de su hijo. Sólo comas, números, paréntesis y corchetes sin sentido aparente. Pero para él, tienen todo el sentido del mundo. Es su especie de legado, la herencia que deja a su hijo como el dinero y el poder que recibió Ana Patricia de su padre, Emilio, de su abuelo Emilio y de su bisabuelo, también Emilio.
En una mesa contigua, justo al lado contrario donde mantiene su impresora en el suelo, tiene dos cafeteras con decenas de cápsulas Nespresso de varios sabores y orígenes. Parece que no es el único en la sala que tiene afición por el café.
No quiso despacho porque no quiere que la gente se cohíba a la hora de preguntar o plantear cualquier cuestión. Dice que lo mismo hace su jefa Ana Patricia Botín, pero un colaborador apunta una diferencia: “A la mesa Ana Patricia no se atreve a acercarse cualquiera”.
En las salas contiguas, también se respira ambiente de oficina Google: una mesa de futbolín y también una foto del abuelo Botín. “Un banquero debe ser discreto y deberse a sus clientes”.
Openbank: en unas oficinas diáfanas, 150 trabajadores gestionan 6.000 millones de euros
La recomendación, el secretismo de los viejos banqueros, no parece casar demasiado con el estilo del consejero delegado de Openbank que lo contesta casi todo y que no tiene reparos en mostrar cada rincón de sus headquarters.
Tampoco tiene que ver con él la foto de la cúpula del Santander en 1907, cuando el banco cumplía 150 años. Ya en ese momento había un Emilio Botín en la cúpula que lucía corbata, pajarita, bastón y minúsculas gafas redondas. Todos erguidos, regios ante la fotografía.
En cambio, Ezequiel a secas –como lo llama Ana Patricia–, no tiene esas imposturas. Nadie de su equipo lleva corbata y acompaña a los visitantes por las escaleras, enseña los espacios y luce la decoración peculiar para un banco: una foto de Albert Einstein, una camiseta del Atlético de Madrid o una camisa de un trabajador que iba todos los días con el mismo modelo y al que obligaron a comprarse una nueva. La vieja quedó enmarcada para la historia del banco.
Así es un banquero 2.0. Todo menos lo que hasta ahora hemos conocido como banquero.