El Liceu pone a la venta los palcos de Millet
Las nueve butacas embargadas por los juzgados tienen un valor de mercado de unos 110.000 euros. El teatro dispondrá de los asientos para comercializar las entradas que antes correspondían a Millet, un hombre que no usaba sus localidades porque “no le gustaba la música”
Casi ninguno de los fieles asistentes a las funciones del Liceu recuerdan haber visto por allí a Fèlix Millet, el ex presidente del Palau de la Música acusado de saqueo sistemático. El imputado dispone desde hace muchos años de nueve butacas valoradas en unos 110.000 euros, pero casi nunca disfrutaba de ellas.
“Era un hombre a quien no le gusta nada la música”, cuenta Manuel Bertrand el presidente de la asociación del Gran Teatre del Liceu, que gestiona las localidades de los antiguos propietarios del establecimiento. “Siempre las cedía a amigos o empresas o para hacer relaciones públicas para el Palau”.
Pero tras el embargo judicial, que ha intervenido las butacas tres y cinco de la fila dos y el palco número 17 de platea (compuesta por siete localidades), Millet ha perdido sus derechos y no podrá cederlos a sus amigos o conocidos. Las dos primeras localidades tienen un valor de 15.000 euros cada una, mientras que las otras nueve rondan los 12.000, según la asociación del Gran Teatre del Liceu.
Antiguo propietario
Millet forma parte de un centenar de personas que eran propietarios del Liceu hasta el incendio de 1994, cuando los dueños no pudieron asumir la recuperación que fue costeada finalmente por la administración. Desde entonces, los antiguos propietarios obtuvieron derechos perpetuos sobre las localidades que pueden ser vendidos a terceros y que figuran en el registro de la propiedad.
“Aunque es un erudito con el saxofón, no es un experto en música. Nunca se le veía ni en el Auditori, ni en el Liceu, ni en las actividades culturales más importantes de la ciudad. Tenía otras preferencias como el fútbol y las mujeres”, explica Jordi Planyella, escritor del libro Fèlix Millet, el gran impostor.
Millet, que también fue miembro del Patronat de la Fundació del Conservatori del Liceu, pagaba hasta ahora unos 1.000 euros anuales por la gestión de sus butacas, el coste para mantener buenas relaciones con sus compromisos.
Al igual que Millet, unos 400 propietarios de derechos de butacas en el Liceu (la mayoría heredados) no suelen asistir habitualmente a las funciones. Cuando no hay confirmación de asistencia, el teatro dispone de esos asientos y pone las entradas a la venta.