El exceso de plasma pone en aprietos a Grifols

La firma compró 59 centros de captación en 2018 y se prepara para adquirir otros 26; una expansión que tensiona los márgenes por la falta de otras proteinas

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La máxima de “cuanto más grande, mejor” no se cumple, de momento, en el caso de Grifols. La multinacional experta en hemoderivados marcha sólida en la senda de los beneficios –ganó 468,3 millones hasta septiembre, un 8,6% más–, pero la agresiva expansión emprendida en 2018 ya siembra dudas en el entorno de la compañía. Si no igualar la captación del resto de proteínas a la del plasma, su rentabilidad estará bajo presión.

Así lo advierte el banco de inversión alemán Berenberg. “Grifols está bien posicionada para beneficiarse del fuerte crecimiento de los hemoderivados. Sin embargo, sin un crecimiento proporcional en otras proteínas, cada litro adicional de plasma procesado pone sus márgenes bajo mayor presión”, avisa la entidad.

El informe de la firma reconoce que espera “un fuerte crecimiento de los ingresos del cuarto trimestre”. Una nota positiva que contrasta con “la dilución de las adquisiciones de Haema y Biotest, una adversa mezclar de productos, el aumento de la inversión en investigación y la debilidad en el negocio de diagnóstico”.

Grifols ganó 59 centros de captación a lo largo de 2018

El incremento del número de centros se disparó a partir de 2017, cuando incorporó 19 locales de captación de plasma. El año pasado, la velocidad aumentó, en el primer trimestre sumó 35 puestos en Europa –los primeros de su red– al comprar la alemana Haema por 220 millones de euros.

No fue la única operación corporativa de la empresa de la familia Grifols. En el tercer trimestre la adquisición de Biotest por 244 millones facilitó la incorporación de 24 centros, todos en Estados Unidos.

Y para 2019, las líneas maestras ya están previstas. Salvo sorpresa de última hora ejecutará la compra del 51% del Interstate Blood Bank, por lo que otros 26 centros pasarán a llevar su logo.

Los problemas de Grifols con la deuda

No obstante, Grifols no puede recurrir a la deuda para crecer. La farmacéutica familiar cerró el tercer trimestre de 2018 con una deuda que alcanzaba los 5.781 millones de euros, más que los 5.560 millones en los que terminó el primer semestre o los 5.244 millones del pasado mes de septiembre.

De este modo, el ratio con el Ebitda –una métrica para medir la salud financiera de una empresa– es ya de 4.58 veces frente a las 3,98 veces en las que se situaba en el mismo momento del año pasado o las 3,55 veces de 2016. «La gestión del endeudamiento es una prioridad para la compañía”, explican en la empresa siempre que se les pregunta. Para disipar dudas lucen líneas de crédito no utilizadas por valor de 400 millones y una liquidez que cifran en 1.000 millones.

Grifols ganó 468,3 millones de euros hasta el pasado mes de septiembre, una subida del 8,5% respecto al mismo periodo del año anterior que se produjo con unos ingresos prácticamente idénticos: 3.263,9 millones, el 0,4% más que en los nueve meses comparables. 

Carles Huguet

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