El co-fundador de Twitter: «España no soportaría los efectos colaterales de un Silicon Valley»
Evan Henshaw-Plath explica que los creativos e innovadores suelen tener conductas sexuales extrañas y poco aceptadas, abogan por el matrimonio múltiple y hacen uso generalizado de drogas. Una realidad que sólo una sociedad muy abierta y desprejuiciada sería capaz de tolerar
A sus 37 años, Evan Henshaw-Plath, formado en el Silicon Valley, el reducto de mayor innovación de los Estados Unidos, se declara como anarquista, hacker y buscador de problemas. Pero es sólo una fachada. Henshaw-Plath, que fundó desarrolló la plataforma tecnológica y el esquema de negocios de Odeo, la empresa que años más tarde se convirtió en Twitter, vive de dar conferencias y de analizar modelos de negocios.
Utópico, rebelde y siempre en camiseta, no deja de ser un ejecutivo. Esta semana, recibió a Economía Digital en los tallares que dictó en el Instituto Europeo para el Emprendimiento, en Madrid, donde analizó más de 20 start-ups españolas. Se atreve a hablar de casi todo, incluso de política nacional, pero descubrió una obsesión nacional en España: todo el mundo empresarial, académico y del gobierno le preguntaba qué debe hacer España para crear un Silicon Valley.
Libertarios y extravagantes
Henshaw-Plath, que será interpretado por algún actor de Hollywood en la próxima película sobre el nacimiento de Twitter, no ocultaba su risa cada vez que alguien en España pedía una idea o una recomendación para crear el Silicon Valley español.
Al margen de que ve en otras ciudades como Berlín una mayor capacidad para atraer a los mejores talentos del mundo, Henshaw-Plath quiere abrir los ojos a los españoles sobre el lado menos glamuroso y atractivo del nido creativo más exitoso del mundo. «No se imaginan lo que significa para una sociedad tener un Silicon Valley. Los profesionales, por muy bien pagados que estén, no pueden comprar una casa. Le pasa al 90% de la población en San Francisco. La gente debe recorrer en coche dos o tres horas para ir a su trabajo, pero eso no es todo. Lo peor es la factura social», explica el experto tecnológico.
«El Silicon Valley es un polo donde se atraen las cabezas más brillantes, libertarias y extravagantes del mundo. Hay prácticas sexuales generalizadas que en España serían inaceptables como mantener sexo con pieles de animales. Es algo muy moda. En esos círculos también se aboga por el matrimonio múltiple y de hecho no es raro encontrar ese tipo de relaciones que aquí serían inaceptables», continúa Henshaw-Plath.
Nunca lo tendremos
Asegura que entre el colectivo idealista, y rompedores de los convencionalismos, tal como hicieron los hippies en los sesenta, el uso de drogas también es generalizado y socialmente aceptado y se han impuesto idiomas de todas partes del mundo, algo que, a juicio del innovador, costaría de asimilar en ciudades donde la lengua propia tiene un gran valor y protección como Madrid o Barcelona.
¿Pero resulta que España es vista como una sociedad cerrada, pacata y conservadora incapaz de atraer a esas mentes rompedoras? «No, hay gente abierta en las capitales, es verdad, pero sería un shock social importante», responde.
De todas formas, el experto da por sentado que España nunca tendrá un Silicon Valley porque, entre otras cosas, un polo innovador de esas características existe en San Francisco porque allí se fundaron grandes laboratorios de investigación en el año 1.915. «No surgió allí por accidente ni por casualidad», asegura. España va con 99 años de retraso.