El cisma familiar de Vallformosa sega sus beneficios
La cavista catalana estanca sus resultados debido a las indemnizaciones por la salida de la mitad de la familia de la compañía
El modelo de empresa familiar cotiza a la baja en el sector del cava. Si las diferentes ramas de Freixenet andan a la greña por el control y la venta de la compañía y uno de los hermanos abandonó Juvé & Camps la semana pasada, Vallformosa hizo la revolución mucho antes. A pesar de sembrar los cimientos en 2011, el cisma fraternal se vivió en 2016 y golpeó los resultados de la compañía en el ejercicio.
Queta Domènech, la presidenta de la cuarta cavista –por detrás de Freixenet, Codorníu y García Carrión–, despidió en enero a sus dos hermanos, Oriol y Xavi, del consejo de la firma con el objetivo de profesionalizar la gestión. A finales de año, la ejecutiva y una sociedad encabezada por el director general, Vicenç Vidal, se hicieron con la totalidad del accionariado. El adiós de ambos parientes fue total.
Despedir a los herederos del presidente de honor, Josep Domènech, no fue barato. Según las cifras a las que ha tenido acceso Economía Digital, la indemnización recabada entre ambos fue de 785.034 euros, una cifra que segó de manera notable el resultado del ejercicio anterior, estancado frente a la temporada anterior.
La reducción del Ebitda se debe principalmente a las indemnizaciones a Oriol y Xavi Domènech, dicen en Vallformosa
La compañía ganó 420.184 euros ante los 507.328 euros de 2015. El resultado llegó maquillado por un aumento de los ingresos financieros gracias a las inversiones del grupo, que aliviaron el resultado financiero: de unas pérdidas de 671.269 euros a sólo 47.836 euros de números rojos.
No obstante, el Ebitda se contrajo en casi medio millón de euros. En 2016 fue de 1,98 millones por los 2,4 millones del año anterior. “La reducción es principalmente por las indemnizaciones a los trabajadores”, señala Vallformosa en sus cuentas. Un portavoz de la empresa confirma que se trata de Oriol y Xavi Domènech, afectados por la sacudida a la cúpula.
“Si no tenemos en cuenta el sobrecoste, el Ebitda sería similar al del año anterior”, añade. Del mismo modo, la facturación también se mantiene plana. La cifra de negocios apenas creció hasta los 28,95 millones frente a los 28,42 del año anterior. Sí baja la rentabilidad, que cae del 3,36% al 1,36%.
Fuertemente internacionalizada: el 75% de la facturación de Vallformosa procede de fuera de España
Con fuerte presencia en el Benelux –Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo–, la compañía cerró el 75% de las ventas en el resto de la Unión Europea. Mientras, sólo 4,5 millones de la comercialización obedecen al mercado español. El peso de la producción también es muy desigual: 23,9 millones de los ingresos corresponden a la venta de cava y sólo 4,6 millones pertenecen a la división de vino.
La empresa, con sede en Vilobí del Penedès, presume de un centenar de empleados. Además del cava Vallformosa, comercializa las marcas de cava Mistinguett, Gran Barón y Musa, así como las de vino Domènech Vidal, Marina, Laviña y Vallplata. Las bodegas, fundadas por Francisco José Doménech, superan los 150 años de historia.
El cambio en el accionariado de la empresa comenzó en 2011, cuando Vicenç Vidal adquirió una participación mayoritaria. En 2016 el cambio se aceleró con el despido de Oriol y Xavi, primero, y la reorganicación de capital: Queta mantiene el 34% y el resto es de Ancla, la firma participada por Partal y el abogado Josep Graells. En junio fichó de Bankinter a la nueva consejera delegada, Marta Vidal.