El cazador de herencias olvidadas

Escudriñó entre archivos, certificados de defunción y en registros de la propiedad para hallar los herederos de unos terrenos valorados en 2,4 millones de euros que el ayuntamiento expropió para la ampliación de la avenida Diagonal. Desde ese momento se ha convertido en un cazador de herencias que no siempre obtiene la recompensa

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Todo comenzó con una lectura fortuita del diario La Vanguardia un diciembre de hace seis años. Frente al bar de su casa, en el barrio de Gràcia de Barcelona, Ignacio S., leyó un titular que le paralizó el pestañeo: “Se busca a Bartolomé” y donde se detallaba que: “El 22@ busca a un ciudadano para pagarle 2,4 millones de euros”.

Desde entonces, Ignacio, aficionado a la genealogía, tuvo un pensamiento un tanto ingenuo: “¿Y si soy capaz de encontrar a los herederos y cobrar una comisión?”. Pero la ingenuidad dio paso al atrevimiento. Ignacio comenzó a indagar la historia del propietario aunque sólo contaba con un dato: el nombre Bartolomé. Pero tras algunas semanas de investigación en documentos públicos y registros de la propiedad, fue capaz de hallar el nombre completo: Bartolomé Pons Amengual.

El hombre que había sido buscado por el Ayuntamiento de Barcelona para pagarle los terrenos expropiados había sido un capitán de la Marina Mercante que murió a mediados de los 70 y que había realizado inversiones inmobiliarias en la zona. “Lo curioso es que sus hijos, que también se dedicaban al negocio inmobiliario no sabían nada”, explicó el cazaherencias.

El contrato no firmado

Pero en la medida en que iba avanzando en su investigación y descubriendo la vida y la familia del fallecido, Ignacio se acercaba a su mayor dificultad: ¿cómo encontrar a los hijos y cómo abordarlos para darle la información que necesitan para cobrar la herencia y poder recibir la comisión? Ignacio, que esos días había sido invitado a ingresar en el club Rottary de Sabadell, decidió buscar en la lista de socios del club y encontró lo que quería: el nombre de José Pons, hijo del fallecido.

Al conocer a los familiares, el cazaherencias comenzó a preguntar acerca del padre y de inmediato lanzó la propuesta. “Yo les puedo informar de una herencia, pero quisiera ganar una comisión como lo gana cualquier vecino que informa a Hacienda de la muerte de un anciano sin herencia”.

Los incrédulos

Los familiares aceptaron la oferta y comenzaron a tramitar el cobro con la información facilitada. Su hijo, José Pons, consejero de la inmobiliaria Fergo Aisa, estuvo de acuerdo en pagar un 10% del valor de los terrenos (unos 240.000 euros según los primeros cálculos) pero dejó el asunto en manos de sus hijos. Al final, sólo ofrecieron al descubridor de la herencia un talón con 8.000 euros. “Si quieres más dinero, ve a los tribunales”, le dijeron.

A raíz de ese caso, Ignacio comenzó a dedicar más horas a la búsqueda de fortunas pero ahora es más precavido y exige la firma de un contrato de antemano antes de facilitar la información. Con la táctica, ya ha logrado cobrar.

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