El cava pierde pedigrí por la dificultad para internacionalizarse
El sector rompe con el esquema de empresa familiar para mitigar fuera el impacto del estancamiento de las ventas en España
En la víspera del inicio de la campaña de Navidad, el sector del cava se teme un nuevo boicot en el resto de España a modo de castigo por el clima político en Cataluña. Con el mercado ya estancado –sólo se venden 300.000 botellas más que en 2009–, las compañías miran lejos de la Península Ibérica para mitigar un posible descenso e incluso crecer, aunque ello les cueste romper con la estructura tradicional de empresa familiar.
Las dificultades del accionariado tradicional, en ocasiones poco profesionalizado y muy atomizado al traspasarse de generación en generación, para crecer fuera de España propiciaron que las mayores empresas del mercado estudien o ya se hayan decantado por la aparición de un socio externo que dote de músculo financiero y un rumbo claro a la compañía.
La última es Juvé & Camps, especializada en el cava Gran Reserva, que este lunes anunció la entrada de un fondo español en el capital por la salida de dos de las ramas familiares que componen la sociedad. No obstante, la tendencia en el mercado es sólida.
FREIXENET. El líder del cava protagoniza desde hace más de año y medio el gran culebrón del sector. Las tres familias que componen el capital viven enfrentadas por la gestión de una compañía que apenas gana 2,3 millones con una facturación de 529 millones. Por ello, los Hevia (29%) convencieron a los Bonet (29%) para apear a los Ferrer (42%) del mando y colocar al patriarca, Enrique Hevia, al frente. El objetivo, maquillar la sociedad para hacerla más atractiva de cara a una venta que ya negocian con el grupo alemán Henkell.
La cavista con sede en Sant Sadurní d’Anoia es la que mayor éxito alcanza con las exportaciones, pero busca el músculo del gigante de la alimentación parte del grupo dr. Oetker para afianzarse en el centro de Europa. Según explican fuentes de la firma a Economía Digital, el 82% de las ventas ya se producen fuera de España, con Alemania, el Reino Unido, Estados Unidos y Japón como mercados preferidos.
CODORNÍU. La empresa de la família Raventós vislumbra el fin de un tortuoso camino. El negocio de ‘oro amarillo’ genera pérdidas y sólo la filial Bodegas Bilbaínas, productora de vino de La Rioja, es un seguro de números negros. La firma tuvo que presentar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en primavera para 71 personas, cerró el ejercicio 2016-2017 con la facturación estancada en 230 millones y perdió los escuetos 68.000 euros de beneficios del año anterior para caer en el rojo.
Además, el negocio internacional de Codorníu es menor al de Freixenet. Reparte las ventas al 50% entre España y el resto del mundo, cifra un portavoz. Estados Unidos, el Reino Unido y Japón son los mercados predilectos de la sociedad presidida por Mar Raventós, que también mira con esperanza hacia China. El plan del director general Javier Pagés mezcla el crecimiento internacional con la apuesta por elevar los márgenes con productos de más calidad.
Si bien jamás ha trascendido ninguna operación de venta, el runrún de cambios en el capital hace más de un año que sobrevuela las bodegas de la compañía. Hasta ahora inalterado, sí es cierto que un grupo de accionistas que aglutina el 20% de la propiedad votó contra la gestión de la dirección en la temporada 2015-2016.
VALLFORMOSA. Antiguamente en manos de la familia Domènech, la compañía cambió de manos en 2011 y el hasta entonces director general, Vicenç Vidal, se hizo con un paquete mayoritario. La única representante de la saga con poder real que permanece en Vallformosa es Queta Domènech y en junio fichó de Bankinter a la nueva consejera delegada, Marta Vidal.
Hasta la sacudida accionarial, las bodegas catalanas vivían una lenta decadencia; los números rojos se tornaron habituales y las ventas cayeron a los 10 millones. En 2015 las ventas subieron hasta los 28 millones y los beneficios hasta los 507.000 euros.
Con la nueva ejecutiva, la firma vende el 90% de las botellas que produce fuera de España. Aproximadamente la mitad del cava comercializado es en el Benelux.
JUVÉ & CAMPS. La empresa anunció el lunes la entrada de un inversor español en el accionariado en detrimento de una de las dos ramas de la familia catalana. A pesar de que declinó desvelar la identidad del socio y el porcentaje del paquete adquirido, sí garantizó que la gestión seguirá en manos de Joan Juvé Santacana, y su hija, Meritxell Juvé, consejera delegada.
Juve & Camps facturó 23,46 millones en 2015 –el último ejercicio disponible– y los beneficios fueron de 1,8 millones. Sin embargo, solamente el 20% de las ventas son internacionales, un déficit que el nuevo «socio capitalista» quiere revertir. Así, fuentes de la empresa explican que los planes de crecimiento pasan por los mercados en los que ya se ha puesto un pie como Estados Unidos, el Reino Unido, los países nórdicos, Canadá y Perú.
Cómo explicó Economía Digital a comienzos de octubre, el primer semestre de 2017 rompió la tendencia negativa en el mercado español en el sector. No obstante, el crecimiento de las ventas fue de apenas el 1,96%, según los datos del Consell Regulador del Cava: si en la primera mitad del año pasado se vendieron 32,4 millones de botellas, en el mismo periodo de 2017 se comercializaron 33 millones.
Los números distan de ser definitivos, todavía. Las estadísticas históricas muestran que las ventas son alrededor de un 50% mayores en el segundo semestre. De ahí que exista el temor de un posible boicot a un producto típicamente catalán tal y como lamentó hace semanas el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, abiertamente contrario a la independencia. La negativa todavía no afecta a la producción, pero el producto ya está muy castigado en España, de ahí que el crecimiento de las grandes cavistas pase por el exterior.
El cava está estancado: sólo vende 300.000 botellas más que en 2009
Según los datos presentados por el Consell Regulador del Cava, en todo el 2016 se llegaron a vender 245,1 millones de botellas. Este resultado supuso un ligero repunte global, ya que superó en 100.000 unidades la cifra más alta hasta el momento.
En perspectiva, el sector del cava sólo vendió 300.000 botellas más que en 2009. Sin embargo, la facturación del sector de los vinos espumosos aumentó el 2,3%, hasta los 1.079 millones de euros. Esto se explica por el mejor posicionamiento de los cavas premium, cuyo objetivo es que en el futuro signifiquen el 20% de las ventas.