Dos empresarios desnudan la normativa absurda para abrir bares en Madrid

Un local de Malasaña pide auxilio al gobierno de Manuela Carmena por la normativa municipal que le impide hasta proyectar películas mudas. El bar cerrará en tres semanas si el Ayuntamiento no da permisos para su adaptación

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Dos jóvenes empresarios mayores de 30 años cerrarán su próspero local de Malasaña si el Ayuntamiento de Madrid no los auxilia a última hora. Carlos Coronil está desesperado porque la aplastante normativa municipal hace imposible que el local pueda adaptarse a las exigencias de sus clientes.

Comenzó hace tres años, en plena crisis como un local de meriendas, pero el público poco a poco le fue marcando el camino. Ubicado entre las zonas de mayor actividad nocturna de Madrid, Chueca y Malasaña, el bar Pequeños Placeres, pidió al Ayuntamiento adaptar el local a las exigencias nocturnas de su público. Entonces, dispuesto a ejecutar todas las obras necesarias, quiso solicitar permiso para una cocina y para poner música en el local.

Pero la normativa no se lo permite, aunque insonorice y adecúe el local. La ley arrastrada de los gobiernos anteriores impide la modificación de las condiciones de una licencia. Pese a no tener ni una sola queja vecinal, el local no puede solicitar permisos para una cocina, para un hilo musical o incluso para instalar pantallas con videos aunque sea en silencio.

La licencia le impide cualquier tipo de mejora. Es la normativa heredada de los gobiernos del PP y que los empresarios del ocio nocturno han denunciado como la que ha puesto en jaque la noche madrileña.

Apoyo ciudadano

«He dejado sangre, sudor y lágrimas, literalmente, en el bar. He trabajado desde las 8 de la mañana hasta la una de la madrugada. He levantado un negocio del que viven cinco personas. Pero a nadie le importa el problema. Nadie escucha. Lo importante es lo que dice una normativa no los puestos de trabajo, ni los proveedores ni la economía que mueven los locales», explica Carlos Coronil, que acudió desesperado esta semana al concejal de Urbanismo José Manuel Calvo.

El mensaje de auxilio fue el que más respaldo popular recibió en la jornada #TúPreguntas en la que los ciudadanos formularon preguntas directas al concejal José Manuel Calvo, que prometió revisar el caso personalmente.

Es una prueba de fuego para el equipo de gobierno que promete promoción de empleo y que ha criticado la muerte el acoso a la noche madrileña.  Con el gobierno del PP, los locales de la noche han denunciado sentirse al límite. También es el caso del bar Pequeños Placeres que, cumpliendo a rajatabla el aforo de 59 personas, recibía quejas de los clientes que no podían entrar por exceso de aforo. «Siempre dicen lo mismo: ¿por qué no me dejas entrar si el local está vacío?», explica el joven empresario que espera que el gobierno de Manuela Carmena sea más comprensivo que los anteriores.

Pero muchas veces la normativa redactada en un Ayuntamiento que tiene el tamaño de una multinacional puntera (29.000 trabajadores) suele ser más importante que los puestos de trabajo y que la economía real. Los hosteleros aplastados por la normativa pueden acabar de los nervios. Es el caso del empresario chino Xiaorong Zhou que se quitó la vida en Esplugues de Llobregat, Barcelona, acosado por el exceso de celo municipal.

El bar Pequeños Placeres, siguiendo la normativa madrileñam no puede proyectar ninguna imagen, ni con televisor ni con proyector. Hasta una película muda de Chaplin podría terminar con una inspección policial. Cualquier infracción por pequeña que parezca podría generar una multa de hasta 200.000 euros. 

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp