De la coca al cacao: la empresa que rescata a centenares de campesinos
Un fabricante de chocolate peruano paga a los campesinos el doble del precio de mercado para que los agricultores abandonen el cultivo de coca por el de cacao
Un grupo de 250 agricultores en Cuzco, 300 en la costa de Piura y 50 en San Martín, en plena selva amazónica, aprenden estos meses a mejorar el procesamiento de los cacaos autóctonos de Perú.
Muchos de los campesinos que hoy cultivan el cacao chucho, con sabores que recuerdan al maracuyá, el blanco, con toque a lima, y el amazónico con un rebufo a uva, se dedicaron hasta hace poco al cultivo de la hoja de coca, que vendían a las mafias del narcotráfico internacional.
El trabajo les reportaba ganancias muy superiores al del resto de cultivos pero con la hoja de la coca también llegó la violencia, las represalias a campesinos que no colaboraban con el pago de los “impuestos de protección”. Las muertes en los campos eran asunto casi diario.
Desde hace dos años, una fábrica de chocolate joven, Maraná, participa en la reconversión de los campesinos antes esclavizados por la producción de coca al cacao, una industria creciente en Perú y que goza de importantes ayudas del gobierno peruano e incluso con subvenciones procedentes del gobierno estadounidense a través de los fondos de US Aid.
Cuando Giusseppe Cassinelli y Zulema León, una joven pareja de peruanos, decidieron crear de la nada su fábrica de chocolate, se propusieron rescatar a los campesinos que habían sufrido la violencia del narcoterrorismo en los campos peruanos.
Descubrieron que las variantes de cacao autóctonas habían sido abandonadas para cultivar otros productos más rentables, entre ellos el cacao vulgar que las multinacionales utilizan para las grandes producciones industriales por su mayor rendimiento y su mayor resistencia a las plagas.
Pero Cassinelli y León estudiaron que el cacao fino de Perú ofrecía muchas más posibilidades para chocolates finos y artesanales y acudieron a las cooperativas de campesinos de tres regiones peruanas para incentivarlos a aumentar el cultivo del cacao fino, que ofrece una enorme riqueza de sabores.
“Tuvimos que enseñarlos a mejorar las técnicas de fermentación y secado. Antes cada campesino fermentaba en su casa pero los ayudamos a hacerlo en la central de la cooperativa para mejorar la calidad”, explica Cassinelli, responsable de la mejora de la técnica en el campo para el chocolate.
Entre los mejores del mundo
La historia de Maraná no hubiese trascendido de una bonita historia de una empresa que ayuda a un grupo de campesinos a no ser que ganaron la medalla de bronce al mejor chocolate por la International Chocolate Award, el máximo reconocimiento a las mejores tabletas de chocolate del mundo.
La pequeña empresa peruana con apenas una docena de trabajadores se coló en la cumbre de los productores mundiales entre 800 competidores de todo el mundo. Este año han mejorado su posición al alcanzar la medalla de plata en el mismo concurso.
Para obtener el mejor cacao de la zona, los jóvenes fabricantes de chocolate optaron por una estrategia lógica y sencilla. Para incentivar a los campesinos a poner empeño en el cultivo del mejor cacao, optaron por pagar el doble de dinero de lo que se paga en el mercado.
“Vimos que los campesinos destruían el cacao fino porque no era rentable y consideramos que era hasta un atentado para el patrimonio biológico del país. Para poder conservar estas especies, hay que pagar un precio justo, el doble del que marca el mercado, a unos 1.800 dólares por tonelada”, añade.
La compañía explica que no está sola en esta campaña. Otras empresas peruanas de chocolate artesanal que comienzan a exportar también han otorgado un trato justo a los campesinos. Es el caso de chocolateras como Cocama y Tesoro Amazónico en Perú o Pacarí, en Ecuador.
Con el auge del nuevo chocolate autóctono, más rico en sabores, la naciente industria chocolatera artesanal está cambiando las reglas de juego por primera vez en muchos años. Ya no sólo se exporta el producto para la fabricación en Estados Unidos y Europa sino que ahora se comienza a crear una industria incipiente, con plantas de fabricación en el país.
Por primera vez, la industria del cacao empieza a fabricar en Perú y no solo a exportar a Europa
Maraná exporta a Bélgica, Reino Unido, Francia, Italia, España y Portugal. En España, los productos están a la venta en Elclubdelchocolate.com. Su distribuidor en España, Bonselec, trabaja para introducir el producto en tiendas especializadas.
La empresa acaba de recibir una inyección de 100.000 dólares por el 7% de capital. Los recursos serán inyectados para doblar la capacidad de la planta en Lima, una inversión que necesitan para poder dar un salto en volumen y comenzar a competir con los grandes del chocolate premium en el mundo.
Con las vistas en el crecimiento internacional, los productores de Maraná han regresado a los campos y han presentado a los campesinos las tabletas de chocolate reconocidas con los premios internacionales.
Al ver los coloridos empaques, los antiguos productores de coca no lo podían creer. De haber sido productores ilegales, sometidos y perseguidos, se habían convertido en agricultores de uno de los mejores cacaos del mundo, premiados y reconocidos.