De jefe de Carrefour a franquiciado arruinado por su propia empresa
Manuel Ramírez era jefe en un Carrefour de Gavà (Barcelona) hasta que recibió una llamada de Recursos Humanos para una propuesta que le arruinó la vida
Cuando Manuel Ramírez estaba a punto de cumplir 30 años en Carrefour, recibió una sorpresiva llamada del departamento de Recursos Humanos que le cambió la vida para siempre.
Ramírez era jefe de la sección textil del Carrefour de Gavà (Barcelona) y negociaba cada día con los proveedores. Comenzó a trabajar en 1984 en la antigua cadena Pryca, adquirida por la multinacional francesa. Era un personal de confianza de los altos cargos de la tienda. Llamaba a las marcas y les exigía las llamadas “aportaciones”, un pago secreto que los proveedores aportan a los supermercados por las compras de grandes cantidades mensuales.
Ramírez tenía su vida solucionada. Con 54 años, disfrutaba una nómina de 2.500 euros mensuales y contaba con capacidad de ahorro. Pero cuando le faltaban 11 años para la jubilación, recibió una propuesta inesperada del departamento de Recursos Humanos.
“Me dijeron que la empresa había tomado otro rumbo, que no podía sostener salarios como el mío. Había nuevos profesionales con carrera, más preparados en temas informáticos y que cobraban menos. Entonces me sugirieron que abriese una franquicia. Me dijeron que me iría estupendamente con ese nuevo negocio, que no tenía grandes riesgos porque estaba la marca Carrefour detrás”, explica Ramírez. “No me dijeron que me iban a echar si no aceptaba la propuesta, pero no hacía falta que lo dijeran. El tema estaba bastante claro”, añade.
Indemnización y ahorros
La propuesta de Recursos Humanos era sencilla. Carrefour estaba dispuesta a pagar parte de la indemnización que le correspondería a Ramírez si fuese despedido a cambio de que se comprometiese a montar una franquicia de Carrefour Express. La empresa elegiría el lugar y lo coordinaría todo. El entonces empleado sólo tenía que asumir los costes de la instalación, apertura y llenado, que en una tienda Carrefour Express pueden superar el medio millón de euros.
El ex jefe de Carrefour inyectó 430.000 euros en la franquicia de su propia empresa que lo terminó arruinando
Ramírez calcula que inyectó unos 430.000 euros para la apertura. Carrefour tenía previsiones de venta de 12.000 euros diarios. A la tercera semana de operaciones, se dio cuenta de que el negocio no iba bien. Las cifras de venta que había calculado la empresa no se cumplían. Los 12.000 euros estimados apenas eran 6.000 euros en la vida real.
“Me dijeron que era normal, que los primeros meses se perdía dinero, pero que tenía que aguantar porque el negocio iría mejor. Siempre me intentaban aminar. Pero todo cambió cuando cumplí dos años. Entonces el trato comenzó a ser radicalmente diferente. Exigían que comprara más cantidad de producto y comenzaron las amenazas”, explica.
Cuando trabajaba en Carrefour, Ramírez manejaba más de 30 proveedores. Y cada mes tenía un objetivo de “aportaciones”. Es decir, los pagos que las marcas hacen a los supermercados para tener visible el producto. La comisión –según el ex jefe de sección de Carrefour— era del 5%.
En su sección, debía cumplir con una aportación de entre 5.000 y 7.000 euros al supermercado. Se trataba de una sección muy pequeña, lo que lo hace pensar que las cantidades globales que ingresa el supermercado son muy elevadas. Este medio contactó con Carrefour para contrastar las versiones de su extrabajador, pero al cierre de esta edición, la compañía no se había pronunciado.
Los ingresos ocultos de los supermercados aumentan exponencialmente cada vez que hay nuevas aperturas, incluso con franquiciados. Las cadenas negocian con volumen global y prohíben expresamente que los franquiciados compren directamente a los proveedores. De este modo, quedaría afectado su ingreso paralelo: el que recibe de los proveedores. Ramírez asegura que este pago es clave para el nuevo modelo de negocio de Carrefour, que se expande con franquicias a través de su marca Carrefour Express.
La empresa afronta ahora una ola de demandas de franquiciados quebrados. La compañía reconoce en un documento interno el fracaso de decenas de tiendas, tal como publicó este diario. Los afectados intentan ahora organizarse y demostrar ante los tribunales que las cifras que Carrefour propone a sus franquiciados no tienen base y casi nunca se cumplen. Su negocio –aseguran– es otro. Ganar volumen y beneficiarse con descuentos en grandes compras.
Ramírez tenía casi medio millón de euros ahorrados para su negocio en 2013. Hoy está endeudado y sin dinero hasta para pagar un móvil propio. Depende de su hija. Certifica su ruina después de haber trabajado más de 30 años para Carrefour. “Lo que más me duele es que fueron mis propios compañeros los que me hicieron esto”, asegura. Ahora, se verá con la empresa en los tribunales.