La crisis de Credit Suisse: los frentes legales y de gestión que deja abiertos la venta a UBS
La fiscalía federal de suiza ha abierto una investigación; mientras los bonistas y accionistas preparan acciones legales
La crisis de Credit Suisse sigue abierta a pesar de su venta a UBS. La rapidez con la que gestó la operación ha puesto el foco sobre los flecos que continúan pendientes de cerrar. Por un lado, la fiscalía suiza ha abierto una investigación para estudiar si hubo irregularidades en la operación; mientras que accionistas y bonistas se preparan para una guerra de litigios. A esto, se suma la falta de respaldo de la operación por parte de los ciudadanos suizos y que el parlamento del país abrirá también una comisión para estudiar cómo se realizó la operación que acabó con un banco centenario.
El último capítulo de la crisis de Credit Suisse fue una junta llena de escenas de tensión celebrada el jueves, donde los accionistas han decidido no pagar la retribución fija de la cúpula, aunque han ratificado-por la mínima- la retribución del consejo y han aprobado la continuidad de Alex Lehman al frente del banco. Lehman será el encargado de capitanear la venta del banco para cerrar los flecos que quedan de la operación. Un frente en la gestión, que se suma al resto de batallas que siguen sin resolverse tras la rápida venta de la entidad a UBS.
«Son palpables la amargura, el enfado y el shock de todos los que han quedado decepcionados, abrumados y afectados por los hechos de las últimas semanas», afirmó Lehmann en la junta de accionistas. El directivo, que pidió perdón repetidamente durante su intervención, asumió la presidencia a comienzos de 2022. Entre sus planes, estaba el proyecto de reestructuración puesto en marcha el año pasado para tratar de reflotar el banco.
Sin embargo, esto no llegó a ser posible y los años de escándalos sumados a las dudas sobre las cuentas del banco acabaron llevándose por delante al banco, que se vio abocado a una venta apresurada, acuciada por las presiones de reguladores y gobierno, a su rival UBS. Las turbulencias tras el colapso de Silicon Valley Bank y otras entidades medianas de EEUU acabaron por dar la puntilla al banco. La operación que se cerró por un montante de 3.000 millones de francos suizos puso punto y final al camino en solitario de Credit Suisse, pero no a sus problemas.
Al día siguiente, se celebró la junta de accionistas de UBS, donde se vio la otra cara de la moneda. Varios accionistas recriminaron a la dirección del banco que la operación era demasiado grande para que UBS la digiriera bien.
«Marca un nuevo comienzo y grandes oportunidades para la entidad combinada, así como para este país como centro financiero», destacó ante los accionistas el presidente de UBS, Colm Kelleher. «Nuestra estrategia es clara y no ha cambiado con la adquisición de Credit Suisse», subrayó para luego añadir que la integración de ese banco será uno de los principales focos de las próximas estrategias.
La fiscalía federal de Suiza ha abierto una investigación sobre esta operación para estudiar posibles infracciones de la ley del país por parte de funcionarios gubernamentales, reguladores o ejectutivos de los dos bancos implicado en la operación, según publicó Reuters.
“La Procuraduría General de la República quiere cumplir proactivamente su mandato y tiene la responsabilidad de contribuir a un sistema financiero suizo limpio, y ha puesto en marcha un sistema de seguimiento para poder actuar inmediatamente sobre cualquier asunto que caiga dentro de su área de responsabilidad”, apunta la nota.
La opinión pública, en contra
Este movimiento para volver a salvar la banca tampoco ha gustado a los ciudadanos del país que han mostrado su desacuerdo en recientes encuestas. Un 54% de las respuestas de una encuesta realizada por la radio pública helvética SSR apuntaron mostrarse «en desacuerdo» o «muy en desacuerdo» con la adquisición.
Además, según esta encuesta, un 96% de los encuestados cargaron la responsabilidad de la crisis a los ejecutivos de Credit Suisse, y un 66% manifestaron que la caída del segundo mayor banco del país les había encolerizado.
La decisión de las autoridades suizas de permitir que los accionistas recuperaran parte de su inversión, mientras los titulares de deuda de alto riesgo, conocida en el sector como cocos, lo perdían todo también generó grandes dudas en los mercados. De hecho, en un primer momento las turbulencias se contagiaron a los mercados europeos de tal forma, que el Banco Central Europeo tuvo que salir a explicar que el sistema suizo está fuera del euro y que en el caso de una resolución de un banco de la zona euro, esta seguiría el orden de prelación establecido.
Ahora, se preparan para acciones legales. Hay varios movimientos que están dándose en el terreno legal. Los dueños de un importante porcentaje de bonos AT1 de Credit Suisse, según informa EFE, cuyo valor se redujo a cero tras la compra de ese banco por UBS el 19 de marzo, finalmente han contratado al bufete Quinn Emanuel, elegido varias veces como «el más temido en el mundo» y que defendió a varios grandes bonistas del Popular, para representarlos ante un posible litigio, según confirmó este lunes la firma.
«Siento que esta institución me ha engañado»
Una acción a la que pueden ir sumándose nuevos movimientos contra el banco de otros bonistas que estarían estudiando las diferentes vías de actuación y la manera más óptima de proceder. Por otro lado, los accionistas también podrían estudiar tomar medidas contra el banco y el movimiento de compra a tenor de las intervenciones que se pudieron escuchar en la junta de accionistas.
«Siento que esta institución me ha engañado», afirmó el primer accionista en intervenir, quien aseguró que los responsables de la entidad de 167 años de historia «se durmieron en los laureles durante los últimos 15 años». Otro accionista también aseguró que sentía que su dinero «ya no está seguro en Suiza por culpa de la junta directiva».
“Hace 25 años con una acción de Credit Suisse a 80 francos podríamos haber pagado una cena en un buen restaurante, pero ahora no da para un cruasán”, lamentó también un accionista. En una junta cargada de tensión, donde uno de los intervinientes llevó un coco vacío para quejarse del cambio de orden en el pago.
La operación supondrá la fusión de dos gigantes globales, que también tendrá consecuencias en el empleo. Algunas estimaciones apuntan a una reducción de 30.000 puestos de trabajo. UBS el pasado año registró un beneficio neto de 7.600 millones de francos (unos 6.900 millones de euros) y comprará a otro banco sistémico. El Gobierno suizo ha ofrecido garantías y créditos de más de 200.000 millones de francos suizos, casi un tercio de su PIB.
Al operar en otros mercados exite, además, la necesidad de aprobación por parte de otros reguladores. como la Unión Europea, Reino Unido o Estados Unidos. El Banco de Inglaterra y los reguladores antimonopolio de la Unión Europea (UE) ya garantizaron esta semana su aprobación preliminar de esta operación, aunque todavía quedan otros trámites en esos mercados y ello, junto al proceso interno de fusión, podría llevar meses.
Credit Suisse indicó recientemente que espera que la absorción esté concluida a finales de año, aunque esa marca como tal podría seguir funcionando en los siguientes ejercicios.