Comsa persigue más ventas para aliviar su relación con la banca
Los Miarnau buscan deshacerse del tranvía de Murcia y la planta termosolar tras cumplir con los requisitos iniciales de la refinanciación de 2016
La letra pequeña que los bancos impusieron a Comsa para refinanciar 719 millones de deuda en 2016 lo dejaba bien claro: la compañía de la familia Miarnau debe centrarse en el negocio de infraestructuras e ingeniería y deshacerse de todas las divisiones alternativas. La firma hizo los deberes, pero ya sin presión de las entidades afronta las últimas ventas, el tranvía de Murcia y la planta termosolar de Les Borges Blanques.
Desde 2016 el grupo desinvirtió la mayor parte de sus concesiones y activos en energías renovables y gestión de residuos. No obstante, y a pesar de haber cumplido con la banca, soltar los dos activos alejados del core business que maneja ayudaría a contentar a las financieras de cara a una nueva ronda de contactos, que probablemente se deberá producir más pronto que tarde.
Fuentes internas de la empresa también participada por los Sumarroca explican a Economía Digital que las desinversiones pendientes se producirán con toda probabilidad durante el ejercicio 2019.
Comsa ya desinvirtió en renovables, concesiones y gestión de residuos a lo largo de 2018
La sociedad que explota el ferrocarril debería pasar bajo el paraguas de Mircom, una sociedad participada al 20% por la firma catalana y al 80% por el fondo de inversión Mirova, pero una serie de problemas burocráticos impiden que la operación se haya cerrado todavía. Mientras, la planta termosolar de Les Borges Blanques todavía no tiene comprador. Por ello, el proceso de venta está más verde que el de las concesiones, aunque desde la compañía aspiran a cerrarlo antes de la llegada de 2020.
Con ambas desinversiones todavía en el debe, Comsa sí llegó a traspasar el resto de activos de la división de concesiones: su participación en el metro de Málaga y los contratos de mantenimiento de los juzgados de Terrassa (Barcelona) y La Bisbal d’Empordà (Girona), el centro penitenciario de Mas d’Enric y Abali –la encargada de señalizar el tramo de alta velocidad ferroviaria entre Albacete y Alicante–.
En la división de energías renovables, Comsa sí se deshizo de sus plantas solares, fotovoltaicas y eólicas que, separadas en paquetes y que acabaron en manos de, por ejemplo, la multinacional alemana Clere AG.
Donde también hizo los deberes el grupo de infraestructuras fue en el negocio de la gestión de residuos. Poco antes de la refinanciación pactada con Santander, Caixabank, Bankia, Sabadell, BBVA, Popular, Bankinter y Unicaja, traspasó a Sorigué la empresa Corporación CLD. Pocas semanas después completó la faena para desprenderse del resto de la división de residuos industriales, que adquirió Tradebe.
El culebrón de Cedinsa
Capítulo a parte merece la venta de su porcentaje en Cedinsa. Si parecía una de las desinversiones más claras en el horizonte, los distintos conflictos entre accionistas tienen paralizada la operación.
FCC (34%) trata de frenar la venta del 80% del negocio de concesiones que Copisa (22%) tiene pactada con la propia Mirova al considerar que choca con los estatutos de la sociedad que comparten, pues cambiaría el propietario final de las carreteras catalanas.
El enfrentamiento se produce pocos meses después de que Copcisa (22%) anunciase su intención de ejecutar la opción de compra preferencial del paquete de Comsa (22%). No obstante, los Miarnau tenían un preacuerdo con el fondo de inversión Mirova en el marco de una operación superior, que afectaba a otras concesiones de su red. Así, tras intentar, en vano, comprar el paquete de FCC, boicoteó los trámites de los Carbonell para hacerse con sus acciones.