Cierres y pérdidas millonarias: así está el mapa de la movilidad
Ninguna empresa de movilidad compartida ha logrado ser rentable hasta ahora y muchas se han visto obligadas a echar el cierre
Hace años que en las principales ciudades de España se ven motos, patinetes, bicicletas y coches compartidos. Su objetivo es desplazar a los vehículos privados de las calles y para ello invirtieron grandes cantidades de dinero, desplegando así flotas de dispositivos que se cuentan por miles. Pero tras años operando a pleno rendimiento la idea sigue sin madurar: ninguna de las empresas implantadas es rentable y el sector ha vivido más cierres y concentraciones de compañías para sobrevivir que buenas noticias.
El primer sector en entrar en el mundo de la movilidad compartida fue el del automóvil. Daimler (2015), PSA (2016), Renault junto a Ferrovial (2017) y Repsol con Kia (2018) fueron los primeros en ocupar el asfalto de Madrid con Car2go, Emov, Zity y Wible, respectivamente. Lo hicieron con precios competitivos, con el objetivo de lanzarse a por los primeros clientes.
Nadie puede negar que el sector ha crecido. Según datos del sector, en 2018 la flota de vehículos se había multiplicado por cuatro en menos de tres años y había alcanzado ya más de 2.000 coches. También había crecido el número de clientes, que pasó de 180.000 a casi más de 300.000 si se suman los de todas las empresas competidoras.
Pero también es un hecho que, tras varios años de inversiones para seguir creciendo, los números siguen sin salir. El caso más significativo quizá sea el de Car2Go, ahora rebautizado como Share Now.
Sus últimas cuentas disponibles en el Registro Mercantil (2018) reflejan un empeoramiento del resultado, con unas pérdidas que engordaron y superaron los 2 millones de euros. Y las malas noticias no llegan solo desde España: el 29 de febrero la compañía dejó de operar en Estados Unidos, Canadá y varias ciudades europeas (Londres, Bruselas y Florencia).
El sector de las motos compartidas, en el que también hay un número elevado de competidores, empieza a dar síntomas de exceso de oferta. La empresa Coup, de la multinacional Bosch, cerró el pasado año sus operaciones en España, dejando sus vehículos en la calle y sin saber qué hacer con ellos. Se trataba de la primera empresa de moto compartida que reconoció no encontrar en España un mercado rentable.
Y el resto de compañías tampoco han dado con la tecla. Solo Ecooltra, Scoot y Yego suman pérdidas conjuntas superiores a los 6 millones de euros, de acuerdo a sus últimas cifras accesibles.
De fiebre a la crisis del patinete
Si hay un sector cuyo modelo de negocio se ha puesto en duda es el de los patinetes eléctricos. Irrumpieron hace un año en Madrid más de una decena de empresas y la realidad es que ahora, tras cierres y fusiones, operan la mitad. Fuentes del sector consultadas por Economía Digital son claras respecto al futuro que tienen por delante: «Quedarán tres competidores», responde un ex de una empresa que ya no opera en España.
La crisis del patinete: el número de operadores se ha reducido a más de la mitad en Madrid
Y es que los fracasos son sonados. UFO y Tier no aguantaron la competencia. Tampoco el gigante sueco Voi, que dejó el mercado nacional (operaba en Madrid y Málaga) por falta de rentabilidad, tal como adelantó este medio. Un portavoz de la empresa reconoció que España tiene varios de los fundamentos que buscan en los mercados, pero la situación regulatoria actual y la saturación excesiva dificultan las operaciones en los niveles que deseaban.
Lo mismo ha sucedido con empresas reconocidas. Uber ha renunciado a sus patinetes tras fusionarse con Lime, que dirigirá las operaciones, mientras que el estadounidense Bird se quedó con la alemana Circ, que ya se había fusionado previamente con Koko y estaba al borde de la quiebra.
Las voces del sector consultadas reconocen varios factores que han jugado en contra de estas empresas. Uno de ellos ha sido la voluntad de la administración, principalmente los ayuntamientos. Consistorios como el de Madrid y Barcelona han legislado de manera distinta la implantación de estos vehículos. En la capital obstaculizaron el despliegue de flotas con el fraccionamiento por empresas y zonas y en la Ciudad Condal la normativa es tan restrictiva que apenas opera allí una empresa de patinetes.
Otro motivo es la particularidad del mercado español, en el que la cultura de la movilidad, reconocen, es distinta a otras zonas de Europa. «Las empresas que operan son multinacionales. Si ven que una ciudad no funciona, que rentabilizar un patinete tres veces más que en Alemania, cierran y se llevan los dispositivos a otra ciudad. No les cuesta nada», explican.