La crisis de los chips se alarga: las ventas de coches seguirán lejos de las cifras prepandemia en 2023
Anfac prevé que en 2023 se matricularan alrededor de 900.000 vehículos, unos 600.000 menos que en 2019
Un año más. El sector de la automoción esperaba que el 2022 fuera el año de la recuperación, después de conseguir normalizar la producción de semiconductores. Sin embargo, la guerra en Ucrania y la incertidumbre económica que ha generado impiden a la industria de los chips, y por consiguiente a la automovilística, obtener algo de estabilidad. De hecho, el sector ya se asume que no podrá volver a trabajar a toda potencia hasta 2024.
Según las previsiones de la patronal española de los fabricantes automovilísticos, Anfac, la crisis de los microchips persistirá en 2023, aunque con un impacto menor que en ejercicios anteriores. A este condicionante se le suma un contexto socioeconómico desfavorable, con la inflación por los aires y la amenaza de la recesión; lo que ha llevado a la asociación empresarial a estimar que el año que viene se venderán unos 900.000 turismos y todoterrenos, superando las cifras registradas este 2022 pero lejos de los anotados entes del covid. Ese año, se matricularon alrededor de 1,5 millones de vehículos.
Fuentes del sector aseguran que están preparando las previsiones para 2023 con mucha cautela frente a la incertidumbre económica y los factores exógenos. Por ahora, la demanda de vehículos se ha mantenido al alza, pero no se han podrido abastecer todos los pedidos de los fabricantes por la escasez de piezas.
Aun así, de llegar la recesión los problemas para incrementar la venta de coches podrían trasladarse de la oferta a la demanda. Con un IPC alimentario que ya supera el 15%, la automoción teme una disminución del consumo de productos que no son de primera necesidad, como el caso de los coches. En este sentido, estas fuentes piden al Gobierno apresurarse y aprobar medidas para controlar el precio de los alimentos para que no afecte al gasto de otras partidas.
Incrementos en los costes de financiación
La subida de tipos de interés, que ha pasado del 0 al 2,5% en pocos meses, tampoco ayuda. De llegar al 4% como apuntan algunos expertos, subirían los costes de financiación, lo que podría contraer aún más la compra de coches. Según estas fuentes, tres de cada cuatro personas piden un préstamo para pagar un vehículo.
Sobre la producción, las plantas españolas seguirán sufriendo las disrupciones causadas por los chips, sobre todo en los primeros meses del año. En este sentido, se prevé que los fabricantes asiáticos, que se han convertido en los que más venden en el país este 2022, continúen ganando mercado por su mayor stock de chips.
Por otro lado, el sector considera un “termómetro muy indicativo” de cómo va a empezar el año el hecho que Seat esté negociando prorrogar el ERTE que afecta a los más de 10.000 trabajadores vinculados a la producción, tal y como adelantó este medio. Además, el fabricante con sede en Martorell (Barcelona) continúa valorando su previsión de fabricación para el 2023 por la incertidumbre del contexto.
830.000 unidades en 2022
A dos semanas para acabar el año, la automoción española cerrará 2022 con un leve retroceso, pese a la tendencia de subidas que se ha dado en los últimos meses. El mercado nacional se situará, en el mejor de los casos, en torno a 830.000 unidades y una caída del 3% respecto al año 2021. Anfac considera “preocupantes” estas cifras, que llevan al mercado de turismos y todoterrenos a su tercer cierre de año negativo y lejos de las ventas precovid.
Por otro lado, la producción de vehículos en las plantas españolas sí que acabará el año en números positivos. La predicción de la patronal es finalizar el 2022 habiendo ensamblado en torno a los 2,2 millones de unidades en 2022, con un ligero incremento del 2,8% respecto el 2021.
Esta mejoría se debe al aumento de la fabricación registrada desde octubre, pese a los datos negativos anotados en la primera mitad del año. Eso sí, la escasez de ciertos componentes esenciales para la fabricación de vehículos, como cables, aluminio, níquel o paladio, procedentes de Ucrania y Rusia, junto con el aumento de los costes energéticos han afectado al ritmo de fabricación de las plantas españolas.