La sequía pone en jaque al cava: reducirá la producción y amenaza las ventas
La escasez de agua podría volver a adelantar la vendimia y reducir la cosecha de uva hasta un 50%
La sequía preocupa, y mucho, a agricultores y elaboradores de cava. El año pasado el calor ya adelantó unas semanas la vendimia y redujo buena parte de la cosecha, un fenómeno que bien se podría repetir en los próximos meses. La más que probable bajada del abastecimiento de uva desencadenará “sin ninguna duda” una disminución de la producción de cava, que inevitablemente acabará amenazando las ventas en volumen, según alertan desde la Asociación de Elaboradores de Cava (Aecava).
“La situación de los últimos años es dramática”, valora Joaquim Tosas, presidente de la patronal del cava en declaraciones a Economía Digital. Tosas asegura que, a no ser que los meses de julio sean excepcionalmente lluviosas, la cosecha de uva podría reducirse entre un 35% y un 50%, dependiendo de las temperaturas que se registren en las próximas semanas. Por variedades, la escasez de agua ha impactado especialmente a la chardonnay, la macabeo y el xarel·lo.
Desde Unió de Pagesos añaden que las zonas de cultivo de la Denominación de Origen Cava, son las que más han sufrido la sequía, dentro de todo el cultivo de viña. Es el caso del Penedès, un territorio donde se pueden vislumbrar hectáreas tras hectáreas de viñedos, mayoritariamente de secano. Este año ha llovido un 60% menos de lo normal, de modo que afronta una vendimia en sequía, con las plantas estresadas sin apenas reservas hídricas del año anterior, algo que supone un panorama crítico para todo el sector.
“La viña está comprometida, tenemos plantas que se están muriendo”, avisa Josep Marruguet, responsable de la Viña y el Vino de Unió de Pagesos. El principal sindicato agrario catalán eleva la posible afectación de la sequía hasta una caída del 60% de la producción. Si en época de bonanza se pueden recolectar unos 12.000 kilos de uva por hectárea, lo más probable es que la cosecha de este 2023 se quede entre los 3.000 y los 5.000 kilos. Marruguet asegura que el precio de la uva solo ha subido un 5% y que, con esta bajada de la producción, va a ser difícil rentabilizar sus campos.
Menos botellas en las próximas campañas
Al tratarse de una DO, las empresas elaboradoras de este tipo de espumoso no pueden abastecerse de uvas procedentes de otros cultivos, lo que condena a las bodegas a tener que reducir su capacidad de producción en las próximas temporadas. Sin embargo, Tosas añade que es difícil calcular el impacto final que tendrá la sequía, dado que cada tipo de bebida tiene sus propios tiempos de crianza y sus repercusiones pueden alargarse años. El cava de guarda requiere de 9 meses, el reserva de 18, la gran reserva de 30 y el paraje calificado de 36. Aun así, el presidente de la patronal indica que va a afectar al crecimiento de ventas del año que viene, al menos en lo que respecta al número de botellas.
En 2022, la producción de cava ya quedó estancada en 254 millones de botellas, apenas un 0,6% más que en el ejercicio anterior, según datos de la DO. Mientras, las ventas registraron cifras de récord: alcanzaron los 249 millones de botellas vendidas, un 4,5% más que en 2021, y una facturación de 2.192 millones de euros, un 15% más.
Fuentes de Codorniu aseguran que fueron previsores y que firmaron hace cuatro vendimias acuerdos estables de compra a cinco años vista, por lo que tienen el abastecimiento de uva ecológica garantizado. “Tenemos acuerdos estables con más de 300 familias, que nos permiten afrontar situaciones como esta con mayor tranquilidad, con visión a largo plazo”, explican.
Codorniu ha propuesto subir un 17% el precio de la uva en los próximos tres años, después de incrementarlo en un 15% la pasada campaña. La cavista ha ofrecido a sus proveedores adelantar un año los contratos, mejorando los precios, para «aliviar la situación». En palabras de Sergio Fuster, CEO de la bodega controlada por Carlyle y la familia Raventós: «Es un esfuerzo muy importante para la compañía, pero queremos ser consistentes con nuestra apuesta de valor por el cava y el territorio».
Además, en la zona de Raimat (Lleida) tienen “explotaciones vitícolas con sistemas de riego optimizados”, con técnicas de “última generación”, que les garantiza la buena evolución de sus más de 2.000 hectáreas de viñedos, con el “mínimo uso de agua”. “Esta campaña los rendimientos se prevén algo menores, pero dentro de un volumen óptimo”, exponen.
Consultados por este medio, Freixenet, la otra gran cavista de Cataluña, ha declinado hacer declaraciones.
Contra la sequía y el cambio climático: adaptación
Tanto elaboradores como agricultores son conscientes que la sequía y el cambio de temperatura es un fenómeno que no remitirá en los próximos años. Tosas critica que desde la gran sequía de 2008 “no se haya hecho nada como país” para mejorar la infraestructura y la gestión del agua y matiza que están impulsando inversiones en investigación y desarrollo para determinar las variedades de uva que más resisten a las altas temperaturas, así como nuevas formas de gestionar el suelo y la humedad de la tierra.
Por su parte, los agricultores explican que deberán de adaptarse a la sequía y a las nuevas temperaturas, lo que reduciría su capacidad de producción, hasta los 6.000 kilos por hectárea. Marruguet confirma que están estudiando qué variedades son más sensibles a los cambios térmicos, aunque defiende que no tienen la capacidad económica para hacer grandes inversiones para transformar los campos. “Grandes inversiones no son viables para nosotros. El secano está cambiando y tampoco podemos presionar más el agua”, sentencia.