Caprabo incorpora agricultores locales para reforzar la oferta de proximidad
La cadena de supermercados catalanes suma más de 260 pequeños productores que logran vender productos frescos, aceites y embutidos por 20 millones anuales
Se trata de la última tendencia del mercado. Los consumidores catalanes prefieren la leche fresca de Osona a la procesada en Francia o en Portugal, la carne fresca de La Garrotxa en vez de la que se empaqueta Brasil y los quesos artesanales de El Bages en lugar de los industriales de Alemania.
Cada vez están más concienciados de la necesidad de primar al pequeño agricultor de casa, que no produce masivamente ni genera un dispendio energético con el transporte. Y, además, están convencidos de que el producto local tiene una calidad muy superior a aquellos que deben usar conservantes o a los que recorren miles de kilómetros en neveras o congeladores.
Los productos de proximidad, aquellos que se cultivan a menos de 30 kilómetros del lugar de venta, ganan en preferencia entre los compradores y la cadena catalana Caprabo ha decidido incorporar a pequeños productores y cooperativas catalanes a su red de proveedores.
Los pedidos por Whatsapp
El experimento comenzó en 2013 y ahora la cadena cuenta con más de 260 proveedores del llamado «kilómetro cero», principalmente en sus tiendas catalanas. En la era de la marca blanca, la producción industrial y los productos llenos de conservantes, la incorporación a sus estanterías alimentos de la tierra surge como un valor de calidad agregado a los compradores.
«Añade una cierta complejidad a la operativa porque se trata de proveedores muy pequeños. A veces les tenemos que mandar el pedido por Whatsapp y el agricultor lleva el producto en su pequeña furgoneta al supermercado», explica Fernando Tercero, responsable de los productos de proximidad de Caprabo.
La compañía comenzó a incorporar los productos locales en los supermercados de las pequeñas comarcas pero poco a poco, de mano de las cooperativas, fue extendiendo la iniciativa a toda al geografía. De esta forma, la leche del Alt Urgell comenzó a estar presente en las estanterías de la zona, los aceites de L’Anoia y la carne de la Garrotxa regresaron a los pasillos del supermercado.
La iniciativa ha llegado hasta Barcelona y su área metropolitana, donde Caprabo también ha comenzado a exponer aceites, aceitunas, arroces, cavas, chocolates, pan frutos secos, galletas, licores, miel, huevos, legumbres, embutidos, mantequillas, carnes, quesos fruta y verdura, entre otros productos de proximidad. En un espacio destacado, el consumidor puede distinguir fácilmente el producto de su «kilómetro cero».
Caprabo ha logrado que, en las tiendas pioneras, el 15% de la fruta y el 8% de los aceites ya sean de proximidad. La empresa calcula que la venta de estos productos ha aumentado 15% durante este año y ha aportado unos 20 millones de euros en ventas anuales.
Mientras más pequeños, mejor
Para esta campaña, la compañía ha optado por agricultores y productores con capacidad de servir a una pequeña cantidad de supermercados. Para los agricultores la iniciativa también supone una fuente de ingresos regular y sin los altibajos de la pequeña venta en los establecimientos pequeños.
La iniciativa, que forma ya parte neurálgica de la empresa, no intenta lograr mayores márgenes comerciales, según explica Caprabo, sino regresar a los orígenes de las tiendas de pueblo.
Ahora la compañía promociona la iniciativa en colaboración con la Generalitat de Cataluña, que la ha reconocido como única cadena con productos de proximidad certificados. Así, Caprabo intentará que al menos en un espacio de venta, en un pequeño rincón, la fruta vuelva a desprender sus olores profundos y que el campo regrese a los pasillos del supermercado.