Caixabank hará despidos forzosos para completar el ERE
Con las condiciones actuales no hay muchos trabajadores que quieran irse voluntariamente, si no se llena el cupo, se aplicará la meritocracia
Caixabank se enfrenta a tres reuniones claves para cerrar el ERE que ha puesto en marcha tras la fusión con Bankia y que, de momento, provocará la salida de 6.950 empleados, un 16% de la plantilla.
La intención del banco es que las salidas sean voluntarias, pero asumen que habrá despidos forzosos porque hay algo a lo que no van a renunciar y es el equilibrio generacional. Desde el inicio han dejado claro que estas salidas no están pensadas únicamente para los más mayores y deben estar repartidas entre trabajadores de distinta edad.
Tanto el presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, como el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, insistieron durante el pasado 26 de marzo, cuando Bankia y Caixabank sellaron la fusión, que la edad no sería un criterio, pero si la meritocracia.
Más que nada, porque Caixabank lleva años prejubilando y cuenta con muy poco personal en la franja de edad más avanzada. Su plantilla está más rejuvenecida que la de Bankia porque la entidad ya hizo un ERE en 2019 donde salieron 2.023 trabajadores de manera voluntaria, a través de prejubilaciones y bajas incentivadas.
“Hace años que en Caixa no tenemos a trabajadores de más de 60 años salvo directivos o consejeros porque siempre hemos hecho prejubilaciones de manera ordenada”, explican desde SECB.
Precisamente por esto, desde UGT calculan que el grosso de las salidas estará en el personal procedente de Bankia, según sus estimaciones supondrán el 70% del ERE. “No han hecho una reestructuración en años y si aspiramos a que haya prejubilaciones serán los que más posibilidades tienen de salir”, explican a ED.
Sin embargo, para que la gente pueda adherirse y las salidas sean voluntaria aún deben cambiar las condiciones económicas, insisten los sindicatos. “Desde la primera reunión avisaron que habrá gente que se quiera marchar y no pueda, y otros que no quieran y no les quede otra”, añaden desde SECB.
Y es que Caixabank impuso que el porcentaje de personas trabajadoras mayores de 50 años que se adscriban voluntariamente al plan de bajas no podía superar el 50% del total de salidas. Tras varias reuniones, decidió modificar este criterio y establecerlo en un 60%-40%, con el eje en los 52 años.
Es decir, que solo un 40% de las salidas podían ser de personas de menos de 52 años. Pero los sindicatos han seguido insistiendo en que el banco acabe con este criterio y el banco se comprometió a estudiar alternativas para eliminar el requisito de la edad, como establecer cupos de edad por provincia o criterios de prelación.
La meritocracia, ¿Salidas a dedo?
El otro gran problema es que el banco quiere aplicar la meritocracia como no cubran todas las bajas con salidas voluntarias, algo que parece previsible. Pero ¿Cómo se miden los méritos? ¿Qué criterio va a tener en cuenta el banco para tomar esta decisión?
«Está claro que pueden echar a quien no se quiere ir, o no dejar marchar a quien si quiera. Pero no lo vamos a autorizar sindicalmente, aunque sean un porcentaje muy pequeño», aseguran desde SECB.
También desde este sindicato critican que el banco no ceda pese a los toques de atención del Gobierno, la huelga general o la unión que están mostrando toda la unión sindical. «A menos de una semana del cierre, es inconcebible que pase esto. Caixabank ha perdido su seña de identidad, la familiaridad».
Y recuerda que hasta ahora, nunca antes habían tenido un problema en la negociación de otros ERE, ni mucho menos el banco había apuntado a que hubiera salidas a dedo.
Desde UGT se muestran claros, «cuando pones condiciones muy buenas, la gente se marcha. En el último ERE de Caixa hubo 1.000 en lista de espera que se quedaron fuera», por eso saben que si la entidad mejora condiciones y rebaja la horquilla de edad, la gente saldrá.
En este sentido, señalan que es «muy triste» tener que haber celebrado una huelga general, la primera en 117 años para que el banco reaccione, cuando tienen «un componente cultural de negociación amplísimo y nunca ha pasado». Y aseguran que «están obstinados en guardarse la cláusula de la forzosidad, para aplicar la meritocracia a dedo».