Cacaolat sufre un boicot de marca copiado al de Coca-Cola
Un grupo de trabajadores llama al boicot pero el comité de empresa se desmarca de la campaña para no comprar el producto
Cacaolat sufre un boicot de marca al estilo de Coca-Cola por la huelga en su fábrica de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) con la que los trabajadores intentan presionar a la empresa para mejorar sus turnos de trabajo.
Un grupo de sindicalistas de CGT ha llamado al boicot de la marca y ha comenzado a pedir a los bares y restaurantes de Badalona y Santa Coloma que dejen de comprar el producto como forma de solidarizarse con la huelga. El sindicato UGT ha reconocido que los establecimientos de la zona han decidido secundar el boicot hacia la bebida catalana.
Pero el comité de empresa acaba de rechazar cualquier boicot contra la marca que pudiese agravar aún más la tensión en la fábrica, que se encuentra paralizada por la acción de los trabajadores que exigen una mayor conciliación laboral.
El sindicato Comisiones Obreras ha rechazado el llamamiento al boicot de la marca que sí apoyó en el conflicto de Coca-Cola, cuando la embotelladora española Cobega, propiedad de Sol Daurella, cerró la fábrica de Fuenlabrada en Madrid y los trabajadores organizaron un boicot e hicieron campaña para no consumir el refresco. El fuerte movimiento terminó generando una fuerte erosión a Coca-Cola que, tras cuatro años de batallas judiciales, decidió volver a la negociación con los trabajadores.
Pero ahora, el mismo sindicato considera que el boicot a Cacaolat, marca también gestionada por la embotelladora de Sol Daurella, podría tener graves consecuencias para sus propios intereses.
“En ningún caso se ha pedido el boicot a la marca, lo que puede ocasionar consecuencias muy negativas para el conjunto de la plantilla”, explicó Comisiones Obreras en un comunicado.
Conflicto por los turnos
Los sindicatos se quejan del exceso de turnos “extenuantes” y abuso de las horas extras. La compañía exige flexibilidad para los turnos de fin de semana, especialmente en el verano, cuando la fábrica necesita importantes picos de producción.
La empresa se ha negado a modificar el calendario laboral de 2019 que plantea jornadas laborales de 12 horas consecutivas durante los dos fines de semana de cada mes, una situación que dificulta la conciliación laboral de los trabajadores.