Bonistas de Abengoa eligen perder casi todo ya o esperar unos años
Se quejan del excesivo trato desigual, con una quita del 97%, por no adherirse al plan de rescate. Si lo hacen, el interés pactado solo quedará garantizado por la existencia de un determinado flujo de caja dentro de 6 años
Las cartas ya están servidas para que los acreedores y bonistas de Abengoa sepan a qué atenerse hasta el próximo 25 de octubre, la fecha fijada para recabar las adhesiones al plan de reestructuración.
Y el asunto no pinta nada bien para nadie. Y menos para aquellos pequeños bonistas que, ante la aparente buena marcha de la empresa hasta hace un par de años, decidieron invertir parte de sus ahorros en la compra de bonos corporativos de la multinacional sevillana.
Los malos de la película
«Nos quieren hacer pasar por los malos de la película por no adherirnos y, por ello, nos castigan con dejarnos sin casi nada». Es el sentir de muchos de estos bonistas, cuya situación nada tiene que ver con la de esos fondos de inversión radicados en paraísos fiscales que, en los últimos meses, han comprado bonos a un precio muy por debajo de su valor nominal.
La elección para estos pequeños bonistas es bien sencilla. Se trata de perder ya casi todo lo invertido si deciden no adherirse al contrato que les ofrece la empresa, o, si lo hacen, optar por dos alternativas.
Cobro condicionado a que, en el futuro, haya dinero
Capitalizar el 70% de su deuda, tras una quita del 30%, a cambio de la parte que le toque del 40% de la nueva Abengoa, o no hacerlo y aceptar la quita del 70% sin más. Sin saber en un caso y en otro lo que podrán recuperar, pues todo dependerá de que se cumplan una serie de condiciones en el futuro.
En la práctica, si uno de estos bonistas acudió a cualquiera de estas emisiones lanzadas por la empresa invirtiendo 100.000 euros, la no adhesión al plan de rescate le supondría quedarse con papel valorado en 3.000 euros. Y, además, no recuperable hasta dentro de diez años, sin devengo anual de intereses ni posibilidad de capitalización.
Si se adhieren, las condiciones no son tan crueles, pero tampoco garantizan qué pasará en el futuro con su dinero. Caso de que un bonista no desee capitalizar deuda, se aplicará la quita del 70%, quedando un nuevo nominal de 30.000 euros por los 100.000 pagados en su momento.
Deuda senior o junior
A partir de aquí, en función de que el bonista participe o no en los tramos de dinero nuevo (deuda senior o junior), ese capital se mantendrá como bono o pasará a ser considerado como préstamo, con vencimiento de 5,5 o 6 años, respectivamente, con la posibilidad de extensión hasta en 2 años adicionales.
Además, se rebajan notablemente los intereses respecto a los pactados inicialmente cuando se compraron los bonos. De la inicial retribución de entre el 5% y el 9%, el interés pasará a ser del 0,25% anual más otro 1,25% PIYC (pay if you can), condicionado a que, en su momento, exista flujo de caja suficiente.
Para curarse en salud, la empresa y los firmantes del plan de rescate establecen que los adheridos a este plan también lo harán a los procesos de reestructuración que, en las próximas semanas, se lleven a cabo en Estados Unidos y Reino Unido, y al cambio de ley aplicable a aquellos bonos sujetos a la ley inglesa, para hacerlo a la española.
Asambleas para modificar las emisiones de bonos
En este sentido, y mientras los bonistas deciden qué hacer, la empresa ha convocado, para el próximo 27 de octubre –un día antes de que venza el plazo para que el juez homologue el plan de rescate–, la asamblea de bonistas de cinco emisiones.
Cuatro por un nominal de 1.575 millones de euros y uno por 279 millones de dólares. En estas asambleas, los bonistas deberán aceptar las modificaciones introducidas en las emisiones de los bonos.