Aya, escopetas premium con más de un siglo de historia
Tras su larga trayectoria, el fabricante de armas vasco ha conseguido posicionarse como una de las marcas más exclusivas del sector tras irrumpir en los mercados más exigentes: el británico y el estadounidense
La industria armamentística española es una de las más grandes del mundo –la séptima en concreto– por delante de países con fuerte tradición militar como Israel o Corea del Sur. En total, hay 372 compañías escritas en el Registro de Empresas de la Dirección General de Armamento y Material, y una de ellas es el fabricante de armas vasco Aya, la marca centenaria de escopetas premium gracias a la exclusividad de sus clientes.
Aya, fundada en 1915, ha sido todo un superviviente en Eíbar, la conocida como «ciudad armera» en la provincia de Guipúzcoa. Sobre todo, gracias al fuerte impacto que ha tenido la venta de sus armas en el mercado británico y en el estadounidense. Pese a su larga trayectoria, los últimos tres años han sido duros para la empresa familiar: primero, por la pandemia del Covid-19 y, después, por la invasión de Rusia a Ucrania. Hoy en día, se mantiene en pie gracias al fuerte impacto que ha tenido la venta de sus armas en el mercado británico y en el estadounidense, especialmente en Texas.
Pero el fabricante vasco vende sus armas en todos los países del mundo. El mercado internacional es la principal fuente de ingresos de esta empresa familiar, con más del 90% de las ventas fuera de España, tal y como explica a Economía Digital el CEO y cuarta generación de la empresa, Alex Aranzabal. Junto a las dos potencias de habla anglosajona, el tercer territorio para sus exportaciones es Europa, con Alemania a la cabeza.
El mercado ruso suponía hasta el 20% de la facturación de Aya
Aranzabal cogió las rendas del negocio familiar a partir de 2016, aunque no fue hasta 2018 cuando fue nombrado consejero delegado. El actual CEO de la compañía irrumpió en la empresa con el objetivo de alcanzar parte del protagonismo en el sector mundial de la fabricación de armas deportivas, las que se utilizan para la caza deportiva y para el tiro olímpico o al plato, entre otras modalidades. Y lo ha conseguido, pero no sin pasar por varios obstáculos.
«Nos hemos encontrado con dos años de pandemia en los que se paralizaron las ventas y luego con la guerra de Rusia -donde está prohibido la exportación de armas de fuego-, que ha sido un golpe duro porque ha habido años en los que el mercado ruso ha supuesto entre un 15% y un 20% de la facturación«, explica Aranzabal. No obstante, sin concretar, asegura que a pesar de las dificultades estos últimos años «ahora los datos que tenemos son muy buenos».
Aya, una marca de lujo y para gente influyente
Durante sus más de 107 años, Aya ha conseguido posicionarse como una de las marcas premium dentro del sector de la fabricación de armas gracias a la exclusividad de sus clientes como el Rey Juan Carlos I, un gran apasionado por la caza, y Fabiola de Mora y Aragón, quien fue reina de Bélgica entre 1960 y 1993.
Asimismo, el empresario vasco asegura que Aya ha vendido armas a «primeros ministros, reyes, políticos, empresarios españoles y reyes», sin revelar nombres por política de empresa. Para su CEO, una de las claves de Aya para llegar a ser una marca de alta gama y para gente influyente ha sido «vender menos escopetas, pero de más calidad». De hecho, cifra en menos de 1.000 las ventas anuales de la empresa.
Modelos más vendidos de Aya
Durante su largo recorrido, Aya ha vendido más de 600.000 escopetas a todo el mundo. Entre las armas más vendidas se encuentra la Modelo 2, una escopeta paralela que ronda los 9.000 euros y que su CEO la equipara con una escopeta inglesa que gira en torno los 90.000 euros. Asimismo, Aranzabal destaca también la Modelo 1, valorada en 15.000 euros y que podría ser el equivalente de escopetas inglesas que rondan los 120.000 euros.
En cuanto a las escopetas superpuestas, destaca el modelo Senator, una escopeta que ronda los 20.000 y que, según Aranzabal, es “muy demandada por empresarios de todo el mundo”, aunque no revela en ningún momento el nombre de sus clientes.
Actualmente, la empresa cuenta con un total de 40 trabajadores, entre directos e indirectos. Para la producción de las armas, mezclan la alta tecnología con el método tradicional, sin renunciar a los maestros armeros. «Una arma que solo lleva tecnología, es una arma sin alma», insiste el empresario. Con esta simbiosis, Aya ha conseguido innovarse y adaptarse a las necesidades del mercado, tanto nacional como internacional.
La historia de una empresa centenaria
La historia de Aya empieza en el siglo XX cuando dos jóvenes armeros de Eíbar, Miguel Aguirre y Nicolás Aranzabal, decidieron viajar a Barcelona para perfeccionar sus habilidades y conocimientos de la mano de Eduardo Shilling, un exiliado alemán considerado el mejor armero del mundo.
Tras su viaje a la ciudad condal, volvieron a la ciudad armera, donde en 1915 fundaron Aya con una primera ubicación en la calle Dos de Mayo y posteriormente a la calle Toribio Echevarría. No obstante, durante la Guerra Civil Española la fábrica fue destruida por la aviación italiana tras los bombardeos de abril de 1937 en Eíbar.
En el periodo posterior a la Guerra Civil Española (1936-1939), en los años de Franco, construyen una fábrica de estilo escolariense con el prestigioso arquitecto navarro, Raimundo Alberdi y Abaunza, y la empresa empieza a crecer de forma muy notable con más de 500 trabajadores, irrumpiendo en los mercados más importantes y exigentes del sector: el británico y el estadounidense.
Además, en 1950, el viaje de dos hermanos ingleses a España cambiaron el curso de la historia de Aya. Tras la visita de Andrew y Peter King, apasionados por las armas de Aya, acordaron con su director comercial, Agustín Aranzabal, ayudar a la compañía a producir una “gama Inglés” de armas específicamente para el mercado británico. Este fue el nexo de conexión que permitió que la empresa vasca se convirtiera en líder de ventas en el mercado británico con escopetas paralelas.
La crisis de los 80
No obstante, a mediados de los años 80 el fabricante de armas vasco quebró debido al periodo de transición que se vivía en España tras la muerte del general Francisco Franco (1975) y por la actividad virulenta de ETA en el país y en el tejido empresarial vasco. En aquel momento, la empresa entró en un proceso de reconstrucción industrial por parte del Gobierno vasco que, según explica Aranzabal, «fue un auténtico fiasco».
Imanol Aranzabal, tercera generación de Aya y campeón de tiro al pichón de España en 1961 y de Europa en 1962, retoma la actividad a partir del año 1988, con tan solo 12 trabajadores, para recuperar la empresa y hacerla resurgir de las cenizas tras los fatídicos años 80 en la Comunidad.