Así convencieron Fainé y Gual al BCE
El ex presidente de Caixabank y su sucesor pasaron cinco entrevistas en Fráncfort. La más dura, el 24 de junio ante el general intelectual de Draghi
Un seguidor del Círculo de Viena. Liberal, discreto y economista jefe del primer grupo financiero de España, Jordi Gual, es el nuevo presidente de Caixabank. Ha superado con nota todas las membranas invisibles del regulador europeo. Han sido cinco exámenes a cargo de la auténtica trinchera intelectual del Banco Central Europeo (BCE), cuyo aprobado representa el plácet del banco del euro. La última de estas pruebas tuvo lugar el pasado viernes, 24 de junio, en Fráncfort, por medio de una entrevista con Daniele Nouy, la responsable del Mecanismo Único de Supervisión.
Gual se presentó al doctorado profesional de su vida con la mochila a cuestas de un profesor del IESE, pero acompañado, además, de su mentor, Isidro Fainé, una garantía. Ya no jugamos a la intermediación aventurera de otros tiempos. La barra libre de la burbuja dejó una huella de saneamientos, que muestra a las claras las heridas del pasado aventurista por el que nadie quiere volver a pasar. El presidente del BCE, Mario Draghi, es aficionado a mostrar con imágenes el camino regulatorio que hoy exige la unión monetaria, algo parecido a las ruinas de la Kudamm en Berlín, la huella visible de un bombardeo que no debe repetirse jamás.
La limitación del poder impedirá las arbitrariedades que nos llevaron al derrumbe de Lehman Brothers, como síntoma de un final de época. En el ideario de Gual, como en el de otros economistas —Argandoña, López Casasnovas, Portela, Feito…– se atrinchera el espíritu de la Mont Pelerin, la sociedad secreta de pensadores que inventaron el futuro en medio de la Europa del plan Marshall. Los pioneros de entonces demostraron que más allá de Keynes, había también otra senda: la de Friedrich Hayek. Para ser europeísta no basta con saber; hay que sentir. La vocación internacional de La Caixa pasa por la fortaleza de la zona del euro.
Vocación internacional
En esta convicción se instala la refundación actual del grupo: una cúspide cónica con Fainé, el presidente de la Fundación Bancaria y de Criteria en el papel rector, y tres patas por debajo: dos de ellas ejecutivas, la de Gonzalo Gortázar, banquero de inversión eficazmente reconvertido a la prudencia y el rigor de la banca «retail», de sólida formación por ICADE y el Insead, nacido en Madrid, pero que se siente cosmopolita; y Jaume Giró, director general de la Fundación, formado en la Universidad de Navarra y en Esade, cofundador del Club Hayek de Barcelona, hombre austero y baluarte del poder de la discreción.
La cuarta pata es la más novedosa: Gual, como «chairman» no ejecutivo de Caixabank, una de las mejores fusiones actuales entre el mundo académico y las finanzas, entre el rigor y la prudencia. La Caixa nació con vocación de canalizar el ahorro popular, y hoy Fainé, al volcarse en la fundación, reestrena el espíritu fundacional de Moragas i Barret, aquel doctor en Derecho que acabó con la avara povertà dei catalani (escribe Dante en La Comedia) y nos hizo sentir participes de la revolución del vapor.
En el fondo, La Caixa tiene dos enfoques que son su razón de ser: canalizar el ahorro y conducir el valor de los mejores activos industriales. El nuevo «chairman», Jordi Gual, se formó en la Universidad de California, Berkeley, donde también dio clases. Trabajó en la Comisión Europea (CE) en la segunda mitad de los noventa y, más tarde, entre 2002 y 2005, fue consejero económico en la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la CE y profesor visitante en la Universidad Libre de Bruselas. Actualmente es miembro del Market Monitoring Group del Institute of International Finance (IIF).
Lo que gusta de Fainé y Gual en el BCE
Así quiere el regulador a los «chairmans», no ejecutivos de la nueva banca europea, sino capaces de domesticar los antagonismos y de anteponer el pluralismo, «porque la economía es una ciencia, no un dogma», en palabras de un alto cargo del BCE. Casi nadie esperaba que Fainé designara a un sucesor como Gual en CaixaBank. Pero la opción elegida tiene la lógica y la densidad del grupo financiero.
Fainé se mantiene en la cabeza de la holding del grupo, el accionista de referencia que controla la entidad a través de Criteria, la mayor corporación industrial de España, con puentes en Abertis, Telefónica, Gas Natural Fenosa, Colonial o Repsol. Fainé deja la primera línea ejecutiva de Caixabank, pero su continuidad era una condición del BCE.
Fainé no se va de casa: seguirá gobernando la estrategia nacional e internacional del grupo. Pondrá su experiencia en el mercado global. Es doctor en Ciencias Económicas, ISMP en Business Administration por la Universidad de Harvard y Diplomado en Alta Dirección por el IESE, además de miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. A los 19 años empezó como auxiliar en el Banco Atlántico, donde llegó a ser director de Inversiones en 1964.
En 1969, asumió el reto de reflotar el Banco de Asunción en Paraguay. Posteriormente, regresó a Barcelona para ocupar diferentes cargos de responsabilidad en varias entidades financieras, como Riva y García (1973), Banca Jover (1974) y Banco Unión (1978), en el cráter de la banca industrial que al final él mismo impulsaría. En 1981 se incorporó a La Caixa como director general adjunto.
Un paso al lado para subir varios peldaños
Ha impulsado una verdadera revolución comercial, al convertir a Caixabank –entidad que en 2011 asumió el negocio bancario de La Caixa– en la primera entidad financiera del mercado español, multiplicando por 4,6 veces su tamaño, doblando el número de clientes y triplicando la inversión en obra social. El pasado jueves, dejó el consejo del banco, con otros vocales como Juan-José López Burniol y Dolors Llobet, que cedieron sus sillas a los nuevos, Jordi Gual y José Serna como consejeros dominicales, y a Koro Usarraga como consejera independiente.
Podría decirse que ahora Fainé da un paso al lado para subir varios peldaños. Como accionista de referencia del grupo ganará en poder, más que en visibilidad. El mejor banquero de España es también vicepresidente de Telefónica, vicepresidente primero de Repsol y Consejero de Banco BPI, The Bank of East Asia, Gas Natural y de Suez Environnement. Cuando empezaba su carrera profesional, Fainé conoció de cerca el empuje bancario de la Transición, que pasó por aquella banca industrial de los LLadó en el Urquijo o los Molins en el Atlántico.
No pudo ser, porque las sociedades de cartera de aquellos tiempos habían unido valores industriales y pasivos ocultos. Podría decirse que aquella fusión empresa-finanzas, heredera del Banco de Barcelona de Manuel Girona o del Hispano Colonial de los Comillas, llegaba herida a la contabilidad moderna de las sociedades cotizadas.
Los mercados «le ponen a cada uno en su sitio», según el axioma utilizado por Paul Romer y Kenneth Rogoff. Con la prudencia de Fainé, en las últimas décadas, La Caixa ha moldeado el valor de sus inversiones, sin querer endulzar sus cuentas de resultados a base de atípicos. Sus ratios Basilea son graníticas. Sus recursos propios aguantarían la peor tormenta, como lo están haciendo con la descapitalización bursátil del «brexit». Fainé y Gual garantizaron a la guardia de corps de Draghi que Caixabank seguirá siendo Caixabank. Y pasaron el examen.