Ángel Ron liquida la herencia de los banqueros de Dios
El presidente del Popular ha diluido la solidez de la entidad fundada por los Valls-Taberner con malos negocios en el mercado hipotecario y en el sector de los seguros
Ángel Ron, el jefe de las cabezas cortadas, hace uso de la tijera o del hacha según el caso para mantener la presidencia del Banco Popular. En verano descabalgó al ex CEO Francisco Delgado para poner en su lugar a Pedro Larrea, pero la era de los márgenes angostos y los tipos de interés negativos no perdona. En la última recta de lo que empezó mal no valen componendas.
La caída del Popular tiene que ver con dos negocios fallidos: los seguros y el mercado hipotecario. El primero ha segado la hierba bajo los pies de una estrategia de inversiones que no ha dado resultado; lo segundo es la base de una morosidad difícil de superar. A Ron no le salva ni la simbología de los Valls-Taberner impregnada en las paredes de una marca que nació en 1927 como Banco de los Provisores del Porvenir, toda una declaración de intenciones antes de llegar al inquietante presente.
En la última etapa de su vida, Lluís Valls-Taberner compartió un madrileño edificio de singles que albergó también en su momento a Rafael Termes, mítico ex presidente de la AEB (Asociación Española de la Banca). Valls-Taberner traspasó dejando un patrimonio incorruptible por su doble condición de financiero hábil, como presidente del Banco Popular, y de banquero de Dios, tal como se conoció al miembro honorario de la prelatura personal de Escrivá de Balaguer, convertido en San Josemaría.
Cuando en 2002, Juan Pablo II canonizó al fundador del Opus, las iglesias de Karol Wojtyla rozaban al culmen de una aventura que Joseph Ratzinger se encargaría de encarpetar años más tarde. Termes y Valls-Taberner no siempre fueron amigos.
Auge y decadencia del Popular
El primero desempeñó el cargo de consejero delegado en el Popular hasta que la crisis de Rumasa se lo llevó por delante a causa de su amistad con José María Ruíz Mateos. Los Valls tuvieron siempre consejeros catalanes, los Soldevila, Catá, Ribalta, Serra, Parera, entre otros, utilizaron el catalán en sus consejos de administración, pero sucumbieron también al españolismo unionista más rancio.
El Popular de los Valls-Taberner había sido un banco sólido como una roca, modélico desde el punto de vista de los ratios Basilea. Pero sus cimientos se fundieron con la crisis financiera y los tejemanejes de sus dealers en las mesas de dinero.
El Banco de Ángel Ron se ha venido abajo cumpliendo con sarcasmo las profecías de Valls-Taberner sobre el genocidio del fanático exterminador de indios Skimmerhorn, a quien el banquero comparó con la dupla Mariano Rubio-Álvarez Rendueles (Banco de España) en la etapa en que Felipe González barajaba las nacionalizaciones. Valls publicó entonces una breve serie de artículos en El País bajo el título «Los bancos españoles caminan hacia la reserva», en contra de los socialistas que dejaron una huella duradera en los entornos Luis Ángel Rojo, Solchaga, Varela, Boyer y compañía.
Las huellas de los hermanos Valls-Taberner
Los del Popular no quisieron saber nunca nada de fusiones para ganar envergadura y presencia en los mercados. Cercenaron los intentos de la banca extranjera y rechazaron una fusión con el antiguo Hispano de José María Amusátegui. Se acercaron al mundo mediático en la época del diario Madrid donde chocaron con Laurean López Rodó y Rafael Calvo Serer.
Los hermanos Lluis y Javier Valls-Taberner compartieron enemigos y la presidencia del banco. Eran los nietos de Isidre Valls i Pallerols, patrón de la colonia textil Valls en el río Cardoner, cuyo descendiente Domingo presidió la química Cros, la Cámara de Barcelona, y fue consejero de Banesto. Antes de Lluis Valls, el Popular estuvo presidido por Fèlix Millet i Maristany (un contrapariente amable, allegado a través de Ferran Valls-Taberner, historiador, agiotista y escribidor de crónicas de relumbrón en la Barcelona burguesa de postguerra).
Millet i Maristany era el padre del Fèlix Millet de triste figura, heredero, saxofonista en Santa Fe de Guinea, ex consejero de Banca Catalana y con cargos de culpabilidad inexcusables en el caso Palau, uno de los fundamentos de la financiación irregular de Convergència.
El difícil futuro del banco de Ángel Ron
Ahora, el Popular de Ángel Ron aparca su pasado para languidecer sin demasiados costes en el presente. El mundo asegurador le pasó una factura inesperada fruto de sus aventuras en Allianz Popular, integrada por las compañías vinculadas al banco y a la gran aseguradora británica como Eurovida (compañía de seguros de vida) y Europensiones (gestora de planes de pensiones), a los que se añadió Popular Gestión (gestora de fondos de inversión).
La empresa aseguradora gestionaba en conjunto 11.000 millones de euros en pólizas. Pero su caída demostró que el mundo actuarial no tiene entrañas ni conoce el sesgo del filibusterismo británico, que inundó el planeta de liquidez errática.
Desde el día en que cerró Northen Rock, Ron y sus amigos de Allianz no duermen tranquilos. En casa del herrero, pata de palo o, mejor dicho, quienes más presumen de ratios antes muerden el anzuelo. La banca aseguradora sólo ha dado resultados en las entidades con bajos costes unitarios, como Bankinter, la entidad en la que María Dolores Dancausa ha perforado el cielo de los mercados del activo.
Ella tampoco quiere fusiones, como los Valls-Taberner de la fiebre del oro. Pero sabe cubrir riesgos, el punto flojo de Ron, un hombre que ahora habla sin pestañear de reducir 3.000 empleos. Sus antecesores son hoy efigies para el recuerdo aunque descansen en el panteón de los elegidos. Él escribe un fin de fiesta y solo la historia le juzgará.