Andersen apuesta por Barcelona, pero advierte: “Ya no solo compite con Madrid, sino con Valencia, Málaga o Lisboa”
Juan Ignacio Alonso Dregi, socio-director de la firma en Barcelona, explica a Economía Digital que prevé un buen año desde el punto de vista inversor a pesar del parón en inmobiliario y las subidas de tipos
Las incertidumbres económicas y políticas, con unas elecciones que pueden cambiar totalmente la dirección legislativa actual a la vuelta de la esquina, no frenan el apetito inversor en España, ni nacional ni internacional. Así lo asegura Juan Ignacio Alonso Dregi, socio director de Andersen en Barcelona, que prevé un buen año para las inversiones pese a algunos factores que no acompañan, como las subidas de los tipos de interés y la ley de vivienda. Respecto a la capital catalana, ve muchas oportunidades, pero advierte que la competencia ahora es mucho más amplia.
Andersen es un bufete de abogados que tiene en el M&A (fusiones y adquisiciones) una de sus especialidades y que es fuerte en varias plazas, especialmente Madrid y Barcelona, donde prevé doblar sus efectivos. Alonso Dregi también es especialista en el área de inversiones, por lo que sabe muy bien de qué habla cuando asegura en una conversación con Economía Digital que España está muy bien posicionada internacionalmente como objetivo inversor.
“El segundo semestre de 2023 y 2024 serán buenos años. El PIB sigue creciendo, será excepcional a nivel turístico y se dan todas las circunstancias para que sea un buen año desde el punto de vista inversor, tanto para el private equity como para las rondas de inversión”, explica el socio director de Andersen en Barcelona.
Prácticamente todos los sectores están captando dinero. Las energías renovables, por ejemplo, aunque muchos inversores internacionales buscan proyectos en un estado avanzado de desarrollo para ahorrarse los años de trámites administrativos previos a la construcción del parque eólico, fotovoltaico o la instalación concreta. Sobre si esta burocracia frena inversiones, Alonso Dregi asegura que aunque idealmente podría reducirse, no lo hace porque el inversor “sabe lo que hay”, y entonces busca proyectos “ready to buid”, aunque son más caros.
Las renovables son uno de los sectores estrella por la transición ecológica pero no el único. El turístico también está en auge y hay mucho interés por invertir en hoteles y complejos turísticos. De hecho, hay mucha más demanda de fondos e inversores que buscan oportunidades en el sector que oferta de hoteles y establecimientos en venta.
El logístico también está captando dinero, por todo lo que Alonso Dregi denomina “economía auxiliar a los servicios online”, es decir, almacenamiento de productos, packaging, reparto, etc. Otros sectores, como el tecnológico, el agro o el industrial en muchas de sus vertientes, tampoco están exentos del apetito inversor por España.
Sobre quién está invirtiendo en el país, el socio de Andersen explica que tanto los family office nacionales –por ejemplo, en Barcelona son muy fuertes– como fondos y empresas extranjeras, entre las que las chinas están en auge: “China ha targeteado España y Europa, especialmente en renovables”, explica, aunque también resalta que EEUU “siempre” ha tenido a España en el radar, y “como un país con seguridad jurídica”. Son solo dos ejemplos, pero el dinero llega de muchos sitios: “Las empresas diversifican riesgo, y España está en el juego”.
Los puntos débiles: la ley de vivienda y los tipos
Pese a su optimismo, Alonso Dregi advierte de algunos puntos débiles, uno que sufre solo España y otro toda la zona euro. El primero de ellos es la ley de vivienda, que ha provocado un parón de las inversiones en el sector inmobiliario, uno de los que en los últimos años ha atraído más fondos, en especial en el residencial. En logístico y comercial sí que se invierte, mientras que en oficinas el problema en algunos emplazamientos, como Barcelona, es de oferta.
“La ley de vivienda es limitativa y los inversores están a la espera, a ver qué pasa, a ver si se mantiene o se flexibiliza. Hay empresas que viendo la situación, han parado inversiones”, explica el director de la oficina de Andersen en Barcelona. Y los inversores que se interesan, minimizan el riesgo y quieren entrar tras la fase de promoción. “Están pidiendo producto muy finalista: tu construye y ya me lo das hecho, y si puede ser, con inquilinos”, explica.
El otro nubarrón es la subida de los tipos de interés, que no afecta solo a España: “Preocupa la subida de tipos, que puede hacer que los inversores se replanteen operaciones”. Respecto a la presión fiscal, Alonso Dregi admite que en España es “importante” pero asegura que no es muy distinta a la de muchos países europeos y que al final, lo que busca el inversor es seguridad jurídica, que estén claras las reglas del juego.
Las fortalezas de Barcelona
Respecto a Barcelona y Cataluña, Andersen es tan optimista como para España. De hecho, prevé crecer con fuerza en la región. “Barcelona y Cataluña son fuertes en el mid-market (empresas con ebitdas entre 10 y 100 millones de euros) y en los family office”, explica el socio del bufete, que añade que las cuestiones políticas están fuera de los criterios de inversión de los fondos y las empresas.
El riesgo que tiene Barcelona, sin embargo, es que “ya no solo compite con Madrid, también con Valencia, Málaga o Lisboa”, por lo que debe ser más competitiva. Y es que los inversores internacionales entran en España porque lo ven un mercado atractivo, pero dentro del territorio, les da lo mismo invertir en un territorio u otro, dependerá de las oportunidades, y cada vez hay más ciudades que generan proyectos interesantes y tienen poder de atracción económica.
Alonso Dregi ve una oportunidad para Barcelona en la Copa América de vela, que se celebrará entre septiembre y octubre de 2024 y de la que Andersen es asesor legal. “Queremos abrirla a los barceloneses, recuperar el espíritu del 92”, relata, con un proyecto de voluntariado que implique a los vecinos de la ciudad en el evento, como pasó en los Juegos Olímpicos.
La firma calcula que la Copa América atraerá a la ciudad a tres millones de personas, por lo que Barcelona podría aprovechar para potenciar una transformación urbanística que generara espacios, plazas hoteleras y apartamentos para todos estos visitantes, como en el 92 aunque a una escala mucho más reducida.