Airbnb pide a los políticos catalanes que imiten a Perpiñán
La comunidad de anfitriones y huéspedes genera un impacto de 740 millones de euros en 2015
Vuelta a los años 60. Durante la España franquista, muchos catalanes cruzaban la frontera con Francia para ver en Perpiñán películas prohibidas en el país. Un salvoconducto de libertad a las restricciones de la dictadura. Cincuenta años después, Airbnb vuelve a mirar a la capital del Rosellón como símbolo de modernidad. «Lo que pedimos a los políticos catalanes es que exista una normativa como la que hay allí», ha reclamado Arnaldo Muñoz, director de la tecnológica en España y Portugal.
En la ciudad, como en Francia, la legislación contempla dos tipos de anfitriones: Los profesionales y los que alquilar su residencia habitual. «En este país la legislación es excluyente para el propietario amateur», ha lamentado. Por ello, se trabaja junto a la Generalitat para tratar de adaptar la ley. «El principal obstáculo es que se entienda el concepto de compartir casa», ha Ángel Mesado, responsable de Asuntos Públicos
Los contactos, sin embargo, están todavía en fase inicial debido al cambio de gobierno que ha habido tanto en Cataluña como en Barcelona. En conversación con la anterior administración, el antiguo conseller de Empresa, Felip Puig, calificó de «tensión creativa» el momento en el que se encontraban las negociaciones.
La tasa turística en Barcelona
Sólo así podrá incrementar los 740 millones anuales que aporta a la ciudad de manera legal. La cifra se desglosa en 500 millones que los 889.000 huéspedes inyectan a los bares, restaurantes y tiendas barcelonesas, y los 240 que retribuyen directamente a los anfitriones.
Desmontado a los anfitriones profesionales
«Compartir casa no es nuevo, lo que es nuevo es compartir casa con la intermediación tecnológica», ha contextualizado Chris Lehane, director global de Asuntos Públicos de Airbnb. Según el informe del impacto de la puntocom en BCN, menos del 75% de los propietarios alquilaron su casa o habitación por más de un trimestre. «Es el espíritu de la compañía, la gente de clase media que alquila su vivienda durante unos días para obtener un ingreso extra», ha exclamado Muñoz.
Los profesionales también existen, y abundan entre las ofertas, aunque menos de lo que podría parecer a ojos inexpertos. Sólo el 22% de los anfitriones anuncian más de un espacio en la plataforma.
La media de ganancias se eleva hasta los 5.100 euros. ¿Qué pasa con esos beneficios adicionales? Otra vez de vuelta a Perpiñán. En Francia se quiere proponer que a partir de los 5.000 euros la tecnológica esté obligada a avisar al fisco. Aquí no se llega a tal extremo: «Cuando es el momento de realizar la declaración, enviamos un recordatoria con las cargas fiscales que se deben asumir».