Yolanda Díaz aviva la guerra interna del Gobierno: presiona a Ribera para bajar el tope del gas
La ministra de Trabajo ha intensificado su presión hacia el equipo negociador para que el tope del gas sea el mínimo posible
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha vuelto a envolverse en la bandera morada para azuzar al Gobierno en la negociación con Bruselas sobre los topes del gas. Se trata de la denominada ‘excepción Ibérica’ que España y Portugal han propuesto a la Comisión Europea de cara a que los altos precios de esta tecnología energética no distorsione el coste final. Así, la también vicepresidenta se ha vuelto especialmente beligerante estos últimos días. Una lectura que muchos hacen en clave política.
En concreto, según ha podido conocer ECONOMÍA DIGITAL en fuentes conocedoras de la situación, la ministra gallega está metiendo presión al equipo negociador español para que el famoso tope del gas esté más próximo a los 30 €/MWh, precio que abanderó Unidas Podemos, que a los 70 €/MWh que Bruselas ha querido desde el principio.
Esta lucha de Yolanda Díaz, según las fuentes consultadas, se ha intensificado en las últimas fechas, momento en que se llega al final de la negociación. De esta manera, la ministra de Trabajo coge el testigo de la también ministra Ioane Belarra, que fue la primera en lanzarse contra el Gobierno para exigir que el tope del gas fuera el mínimo posible. De hecho, la acción de la ministra de Derechos Sociales fue antes de enviar la propuesta oficial. Algo que levantó las suspicacias en el bando socialista, y donde la vicepresidenta económica Nadia Calviño tuvo que intervenir.
No obstante, y como tantas veces a lo largo de la legislatura -y esto de Yolanda Díaz lleva los mismos derroteros-, se trata de una representación entre morados y socialistas. El equipo de Teresa Ribera aceptó llevar el tope de 30 €/MWh como bandera a Bruselas, aunque sabía perfectamente que ese margen nunca sería aprobado por la Comisión.
De hecho, la propia ministra para la Transición Energética asumía que «tenemos que negociar un umbral que a la Comisión Europea le parezca razonable. No se puede determinar a la ligera, hay mucho trabajo detrás; cuanto más bajo sea el precio será mejor para nosotros, pero dentro del margen que la Comisión considere aceptable para aprobarlo». Es decir, era una maniobra de concesión a sus socios, pero sabiendo que no sería posible.
Una pelea más allá de lo técnico
El problema de la presión que está ejerciendo Yolanda Díaz sobre el Gobierno es que tiene más tintes políticos que técnicos. La ministra de Trabajo está en pleno momento de ascenso político, y a las puertas de liderar su propio proyecto político. Por eso, desde su entorno asumen que el tope del gas puede suponer un espaldarazo para sus propios intereses. Aunque el escaso ‘feedback’ que llega desde Bruselas precisamente está reflejando ciertos problemas técnicos que nada tienen que ver con los intereses políticos.
Así, en esa batalla dialéctica interna dentro de los socios de Gobierno, hay flecos abiertos como quién pagará la diferencia entre el tope del gas y lo que cobrarán las eléctricas por casarlo en el ‘pool’, que de nuevo se convertirá en debate político, aunque tenga una esencia técnica.
Y es que finalmente la situación se ha convertido en algo de imagen para el propio presidente Sánchez y, a tenor de los movimientos, para la ministra Díaz. La ‘excepción Ibérica’ se vendió como un logro en sí misma, pero las negociaciones están siendo más duras de lo esperado. Por lo tanto, el resultado, en caso de ser positivo tendrá muchos padres; y si finalmente Bruselas endurece su postura, no habrá madre para consolar tanto llanto.
Yolanda contra las eléctricas
Que Yolanda Díaz se sitúe en el centro de la polémica energética no debería sorprender. La ministra de trabajo sabe que, en estos momentos, los precios de la luz se han convertido en un tema muy sensible para la ciudadanía. Por eso, desde hace meses siempre que ha podido ha alzado la voz contra las eléctricas.
El último caso se vivió cuando en una sesión de control del Gobierno en el Congreso de los Diputados, la ministra sugería la creación de un impuesto especial para las grandes compañías energéticas. Esta situación se ha ido repitiendo desde el verano pasado.
Igual cargaba contra las empresas:
Que pedía a sus propios socios de Gobierno que había que ir más rápido en la toma de medidas. Algo que vuelve a hacer en estos momentos. Esta vez, sin embargo, sus intenciones políticas parecen más claras. Sobre todo una vez que ha comunicado su intención de llevar a cabo sus propios planes políticos.