El verano, el gas y los derechos de emisión están detrás de la subida de la luz, según los expertos
Los problemas son especialmente graves en países como España, Portugal o Reino Unido, que acuden aislados al mercado mayorista de energía
España no pagaba tanto por la luz desde hacía 20 años. Concretamente, desde el 11 de enero de 2002, cuando el precio se situó por encima de los 103 euros por el megavatio/hora en el mercado mayorista. Este martes, el país rozó los 100 euros de media dejando muy atrás los casi 95 que pagó durante la borrasca de Filomena, que disparó en pleno invierno la demanda de luz.
Este alza de precios afecta al 24% de la factura de la luz que corresponde con la generación de electricidad. Esta, a su vez, repercute sobre todo en los 10 millones de consumidores del mercado regulado, entre los que se encuentran los de menor poder adquisitivo.
A ello han contribuido de manera decisiva, explican los analistas, al menos tres factores: la demanda propia del verano, el alto precio del gas y, sobre todo, las tasas de emisión de dióxido de carbono. Pero, ¿de dónde sale el precio de la luz de los mercados mayoristas?
El mercado mayorista de luz: un sistema de ejes y contrapesos
Se trata de una subasta, detalla Marcial González, doctorando del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III de Madrid. Una un tanto particular. En ella, comenta, intervienen cuatro tipo de actores: quienes generan la energía; quienes la transportan a través del tendido eléctrico (en el caso español, Red Eléctrica de España), quienes la distribuyen y, sobre todo, quienes la comercializan.
En esta subasta, el OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía, el órgano regulador en España y Portugal) sitúa en dos ejes distintos quienes compran la energía y quienes la venden tras generarla.
Del lado de los compradores, ordenados de mayor a menor, las ofertas que estipulan lo que las empresas están dispuestas a pagar por el megavatio en cada franja horaria. En el otro eje, de menor a mayor, los generadores indican a qué precio mínimo están dispuestos a vender su energía.
«La cantidad en la que ambos se cruzan fija el precio para cada hora en concreto. Esto se conoce como precio de casación», define este experto. Así, los generadores que estaban dispuestos a recibir menos y los comercializadores que estaban dispuestos a pagar más quedan unidos en un precio.
La particularidad de este método, comenta González, es que en cada eje diversos factores tiran hacia arriba y hacia abajo en un complejo sistema de contrapesos que, en principio, busca ofrecer al consumidor la energía más barata y, a la vez, la más limpia. El resultado, sin embargo, como se está viendo estos días, no siempre es el deseado.
Entre los generadores, por ejemplo, las centrales nucleares ofrecen su electricidad prácticamente a coste cero: les cuesta más apagar la central y volver a arrancarla que mantenerla funcionando y regalar la energía.
Algo parecido sucede con las renovables que no pueden almacenar su energía: ante todo, lo que quieren es vender la electricidad para que lo que han generado ese día no se pierda en el limbo.
Entre los compradores también existen diferentes estrategias. Los comercializadores ofrecen cada día el precio máximo, 180 euros por megavatio/hora (buscan vender energía ese día al precio que sea), mientras que las empresas que son capaces de almacenar energía y que, por tanto, solo la quieren cuando está barata, hacen ofertas a la baja.
En las últimas semanas, el sistema se ha descompensado especialmente por tres factores: tasas de emisión de dióxido de carbono, precio del gas y alta demanda propia del verano. Poderosos por separado, juntos son elementos más que suficientes para una tormenta perfecta de altos precios de la luz.
El gas y el dióxido de carbono han desnivelado la balanza
«Cada empresa que genera electricidad emitiendo dióxido de carbono tiene un límite para hacerlo. Cuando se pasan, la UE les permite comprar derechos de emisión, una solución que cuenta con su propio mercado, ya que hay un número limitado de ellos», explica González.
Esto, comenta este analista, da pie a la especulación, un sobrecoste en la producción de energía que los generadores repercuten en los compradores y estos, a su vez, en los consumidores, el eslabón más débil de la cadena. «Los precios de las emisiones de CO2 han aumentado un 158% desde el 2 de enero hasta la fecha 20 de julio «, recuerda al respecto Begoña Casas, profesora del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Europea.
González, coautor además de un canal de YouTube donde tratar de simplificar el complejísimo mundo de la generación de energía eléctrica, apunta a un segundo factor: el gas. En las denominadas centrales de ciclo combinado, la energía se genera con gas natural. De nuevo, el mismo proceso: si cuesta más generar la energía, se vende más cara.
Y a ello cabe añadir, por último, la demanda. Con toda Europa sumida en sucesivas olas de calor y los aires acondicionados funcionando a pleno rendimiento, quienes generan energía saben de sobra que su luz es algo más que un bien codiciado. Ley de oferta y demanda, la base del comercio: si hay mucho interés por algo, su precio sube.
Pero España y Portugal no están solas. El precio medio de la luz en los mercados mayoristas de países del entorno de la UE está sufriendo un proceso parecido. Epex Spot, que integra mercados energéticos de países como Austria, Bélgica, Alemania, Francia y Países Bajos, entre otros muchos, refleja para este miércoles precios no muy distintos a los que se están viendo en España.
Reino Unido pagará 96 libras (algo más de 110 euros) por el megavatio/hora; Francia, 91; Alemania, casi 90; y Bélgica y Países Bajos rondarán los 88 y los 89. Se salvan los países escandinavos, que cuentan con una poderosa red de generación eléctrica a través de centrales hidráulicas que desploman el precio: en Suecia y Noruega pagarán, en el peor de los casos, 60 euros por el megavatio/hora.
«En países del entorno que tienen acceso a las nucleares francesas, el precio del megavatio es algo más bajo, pero tampoco mucho. Reino Unido, que está más o menos igual de aislado que España y Portugal, tiene problemas parecidos y el precio es también alto. Se trata de algo general», pondera González.
Casas, en cambio, subraya alguna particularidad del sistema español que también está influyendo en los precios: «Nos encontramos en un momento de cambio en el sector, modificando el mercado de la energía desde las fósiles hacia las energías renovables. Esta transición energética en España se está llevando a cabo mediante la electricidad. Podemos buscar otras firmas de llevar a cabo esta transición mientras esperamos a que la energía limpia cubra nuestras necesidades».
Los expertos debaten sobre el mejor sistema
Asaltados por las infinitas noticias que hablan estos días de precios más caros justo cuando más se necesita la electricidad, muchos consumidores se preguntan si no hay otra manera de hacer las cosas, si el precio de la electricidad ha de fijarse necesariamente bajo la lógica de la oferta y la demanda.
La respuesta, apunta González, no es sencilla: «Desde luego, se trata de un debate muy interesante que está muy abierto, y hay muchos técnicos proponiendo sistemas alternativos». Uno de los que más debate está mereciendo, explica, es el sistema conocido como pay as bid, que consiste, simplificando, en que cada uno reciba con arreglo a lo que ofrece.
«En principio, con ese sistema no priorizas la energía limpia, aunque todo es verlo y estudiar cómo se puede hacer. También hay quien propone nacionalizar el sector y fijar siempre precios regulados. El actual sistema es el mejor de cuantos se han probado, y yo por ahora no he visto alternativas que sean mucho mejores de manera muy evidente», resume González.
En todo caso, explica este experto, una cosa está clara: la tendencia al alza de los precios se mantendrá durante un tiempo. Al menos, lo hará en los mercados mayoristas. Por ahora, si los consumidores quieren ver un respiro en su factura de la luz, tendrán que esperar una intervención de la Comisión Europea.
Esto, y esperar también la llegada de un mercado común, un viejo deseo de la UE que data al menos de 1996: «El fomento de un mercado interior europeo de la electricidad e incluso de la energía favorecerá las medidas de competencia, ajustará los precios y fomentará el desarrollo de redes, infraestructuras y tecnología», comenta al respecto Casas.
Noticia original: Business Insider
Autor: David Velázquez