La ruina de topar el precio de los alimentos: subidas de hasta un 46% en los países intervencionistas
Hungría y Croacia son los únicos países de la UE donde se ha limitado el precio de algunos productos básicos, pero siguen sin controlar la inflación
Topar los precios no funciona para controlar la inflación. Al menos, así ha sido en los únicos dos países de la Unión Europea donde se ha impulsado una medida parecida a la propuesta por Podemos para rebajar el precio de la cesta de la compra y dar un respiro a las familias. En los países intervencionistas, el IPC de los alimentos y las bebidas no alcohólicas ha llegado a subir un 46% durante los meses en los que se ha aplicado.
En febrero de 2022, antes de la escalada desbocada del precio de la cesta de la compra en España y del inicio del debate sobre las distintas medidas para controlar la situación, el Gobierno de Hungría obligó a los supermercados y tiendas minoristas de alimentación a topar el precio del azúcar, el aceite de girasol, la leche, la harina, la pechuga de pollo y la pata de cerdo, una lista a la que más tarde se añadieron los huevos frescos y las patatas.
Un año más tarde, los alimentos son un 45,9% más caros en Hungría, según datos del Euroestat. Un estudio del Banco Nacional Húngaro atribuye la subida de precios a las casuísticas geopolíticas mundiales, a la Guerra de Ucrania y a la subida de los precios de la energía, así como los problemas de productividad acarreados por la industria alimentaria del país. De febrero a febrero, el IPC alimentario ha ido creciendo una media del 3,2% cada mes, con un pico del 4,7% en octubre. El índice ha seguido aumentándose en los últimos meses, pero ha ralentizado su evolución, con un incremento mensual del 1,6% en febrero.
La entidad financiera ha criticado en más de una ocasión la gestión y la estrategia por parte del gobierno de Viktor Orbán para hacer frente la crisis. Según manifestó recientemente su gobernador, Gyorgy Matolcsy, los topes han llevado a los minoristas a subir los precios de otros productos no sujetos a la normativa para evitar sufrir mermas en su negocio, lo que ha incrementado la inflación entre un 3% o un 4%. Por ejemplo, al no poder subir la pechuga de pollo, los supermercados se decantan por incrementar en mayor proporción el precio del muslo.
Croacia: los alimentos suben un 4%
El otro país europeo que aplica una política similar es Croacia, que aprobó en setiembre un paquete de medidas con una inversión de 2.800 millones de euros, entre los que se incluyen un límite del precio de alimentos de primera necesidad, como el aceite de girasol, que no puede venderse más allá de 2,12 euros el litro, la leche, con un precio fijado de 0,98 euros, o la harina, a 0,80. En el país balcánico, el IPC de los alimentos y bebidas no alcohólicas ha crecido en un 4,3% desde que se aprobaron estas ayudas.
La nación gobernada por Andrej Plenković cerró el segundo mes del año con un IPC alimentario interanual del 16,9%, apenas tres décimas por encima de España, tras tocar techo en octubre con un 19,4%. El índice rebajó su crecimiento en febrero hasta un 0,3%, aunque el incremento mensual fue de 1,1% en octubre y noviembre, del 1,3% en diciembre y del 1,4% en enero.
Esta semana, Aecoc, la patronal del gran consumo, ha publicado un informe analizando los diferentes remedios aplicados por los países de la Unión Europea para hacer frente a la espiral inflacionaria. Por ejemplo, Italia ha aprobado un fondo de 500 millones de euros destinado a rentas inferiores a los 15.000 euros para comprar productos de primera necesidad, mientras que Alemania ha impulsado una medida similar a la rebaja del IVA de España.
La rebaja del IVA evita subidas más altas
Sobre dicha medida, la bajada de los tipos ha evitado que el IPC de alimentos y bebidas no alcohólicas subiera hasta un 18,1% en febrero frente al 16,6% registrado, según este documento. La patronal asegura que su impacto en el índice de crecimiento hubiera sido mucho más significativo si se hubiera aplicado la suspensión de ese impuesto a la pasta y al aceite, que ha bajado hasta el 5%, así como al pescado y la carne, que se mantiene en un 10%.
Concretamente, el IPC alimentario se habría quedado en un 12,9% interanual en el mes de febrero. En este sentido, el índice general hubiera caído hasta un 5,3%, en vez del 6% registrado de haber aplicado esta medida a todos los productos de primera necesidad.
Las distribuidoras siempre han defendido que un tope de los alimentos es «inviable y demasiado complicado», dado que provocaría problemas de rentabilidad a las empresas, así como de abastecimiento tanto de los supermercados como de sus proveedores.