La tensión en la cadena de suministro pone en jaque la producción mundial
Los fabricantes de todo el mundo siguen lidiando con una crisis logística sin precedentes que hace peligrar la producción a las puertas de la campaña de Navidad.
Las cadenas de suministro de todo el mundo llevan meses afectadas por interrupciones masivas que no han cesado desde que el coronavirus irrumpió.
A raíz de los brotes ocasionados por el COVID-19, las terminales portuarias han quedado inactivas y, por el momento, no hay suficientes contenedores de carga, lo que hace que los precios se multipliquen por 10 con respecto al año anterior.
Ahora, las crisis energéticas que asolan la China continental y Europa no hacen sino agitar aún más el transporte marítimo.
Capital Economics – y según recoge la CNBC– señaló que la cantidad de barcos que esperan fuera de los puertos chinos ha aumentado nuevamente en las últimas semanas y califica la situación de «preocupante».
Así bien, a 30 de septiembre, el promedio de 7 días para la cantidad de barcos era de 206. Antes de la pandemia, se situaba en 86.
Julian Evans-Pritchard, economista de la firma, señaló que el racionamiento de energía a lo largo de la cadena de suministro podría estar interfiriendo en la capacidad de los puertos para enviar pedidos.
De esta forma, las fábricas en China y Europa han cerrado temporalmente o al menos han reducido la producción debido a la crisis energética. Más de 60 empresas en China han sufrido interrupciones relacionadas y es probable que la lista crezca.
Dawn Tiura, presidente de la asociación Sourcing Industry Group (SIG), indicó que este impacto en el suministro de la energía se traducirá en un aumento de los costes de fabricación, lo que conllevará a una subida de los precios de cara al consumidor.
De esta forma, estos son los bienes que más notarán el mordisco de la coyuntura actual: alimentación, productos electrónicos de Apple y adornos navideños, calzado y automóviles.
Alimentación: la presión en las plantas de fertilizantes
En este sentido, los expertos vaticinan que el aumento de los precios de la energía en Europa tendrá un «grave efecto en cascada» en las cadenas de suministro de alimentos de la región.
«Las principales plantas de fertilizantes se vieron obligadas a reducir la producción debido al aumento de los costos, y ahora los agricultores no pueden producir suficientes alimentos», explicó el presidente de SIG.
Pero esta presión también conducirá a la escasez de un subproducto: el dióxido de carbono, que se utiliza en una amplia gama de productos de consumo.
«Con la reducción de la producción de fertilizantes, es casi seguro que nos enfrentaremos a una escasez global de CO2«, apuntó Per Hong, socio de la consultora Kearney.
El dióxido de carbono se usa ampliamente en la cadena de valor de los alimentos desde el interior de los alimentos envasados
para mantenerlos frescos hasta las burbujas a las bebidas carbonatadas como los refrescos y cervezas.
Parón en las fábricas de los proveedores de Apple
Varios proveedores clave de Apple han suspendido las operaciones en sus fábricas en China, según Hong. De hecho, es probable que toda la industria electrónica, que ya se está recuperando de la gran escasez de chips, sufra.
El experto explica que aunque es probable que la situación se normalice a largo plazo, de forma inmediata el impacto estaría constatado.
«Estas restricciones de energía y recortes de producción en China que estamos observando probablemente conduzcan a aumentos de los precios de exportación, empeorando la inflación en la temporada navideña», apunta.
Decoración navideña: una demanda complicada de abordar
Las empresas navideñas ya advierten que habrá una enorme demanda de adornos navideños, que en muchos casos será complicada de abordar.
Chris Butler, director ejecutivo de National Tree Company, señaló que los consumidores que retrasen la compra de ciertos productos se enfrentan a una subida de precios elevada o directamente a no encontrar lo que buscan.
Otros sectores que también sentirán el impacto de forma casi inmediata de la crisis son los metales, los productos químicos y el cemento, todos ellos consumen una gran cantidad de energía.
La dependencia con Vietnam: afección al calzado y a los automóviles
Muchas gigantes empresariales trasladaron su fabricación a Vietnam desde China, en el marco de la guerra comercial entre que encabeza el país con Estados Unidos.
Ahora, los cierres de fábricas y la escasez de trabajadores en el sudeste asiático debido al COVID-19 están causando una interrupción significativa en la producción en Vietnam, Tailandia y Malasia.
De hecho, algunas de las empresas con una exposición significativa a Vietnam incluyen Nike (43%), Lululemon (33%) y Under Armour (40%), tal y como remitía la firma de servicios financieros BTIG.
De hecho, según las últimas estimaciones Bank of America, los cierres en Vietnam han provocado una pérdida de producción de alrededor de 100 millones a 150 millones de pares de calzado deportivo.
Otra industria que está sufriendo la afección son las fábricas de producción de automóviles de Malasia. Un ‘cuello de botella’ que persistirán durante algún tiempo, incluso, cuando el país comience a reanudar su producción.
Con todo ello, la llegada del invierno no parece ayudar a solventar ninguna de las coyunturas actuales. «Es probable que la escasez de bienes y las subidas de precios empeoren a medida que se acerque el frío», explican desde Everstream Analytics.
Como es lógico, la demanda de gas suele aumentar durante la temporada de invierno, lo que intensificará la escasez y, por ende, seguirá agudizando el problema.
Noticia original: Business Insider
Autora: Marta Godoy