Reino Unido urge a sus empresas a aprender a vivir sin la UE
El Gobierno insta la compañías a "ajustarse" a la nueva realidad y recuerda que han tenido tiempo para hacerlo desde el referéndum.
El 31 de enero se materializa el Brexit y, tras este paso final, no existirá ningún tipo de armonización entre Reino Unido y la Unión Europea. Así lo ha asegurado el ministro británico de Economía, Sajid Javid, que advierte a las empresas de que deben prepararse ante el hecho de que no habrá una avenencia normativa con el bloque comunitario tras su salida.
Ante un sector manufacturero que presiona para mantener un comercio fluido y sin aranceles, el ministro ha confirmado, en una entrevista con el diario Financial Times, lo que el líder del Gobierno británico, Boris Johnson, ya había indicado: que Reino Unido quiere desligarse del bloque. «No habrá armonización, no acataremos órdenes, no estaremos en el mercado único y no estaremos en la unión aduanera, y lo haremos para final de año», afirma Javid.
El canciller del Exchequer ha instado a la compañías farmacéuticas, automovilísticas, aeroespaciales o alimentarias a «ajustarse» a la nueva realidad y ha recordado que han tenido tiempo para hacerlo desde que los británicos votaron por salir de la UE en un referéndum en 2016.
Además, ha reconocido que «algunas empresas se beneficiarán y otras no» de la ruptura, pero ha subrayado que lo importante es que ahora tienen certeza, al tiempo que augura que a más largo plazo la británica «seguirá siendo una de las economías de más éxito de la Tierra».
La economía de Reino Unido, basada en un «capitalismo humano»
Aunque no especifica qué normativas europeas desearía mantener o descartar, Javid ha indicado que para los servicios financieros buscará una equivalencia normativa «enfocada a los resultados», es decir, que lo importante será obtener el mismo fin aunque el marco sea diferente.
El ministro ha explicado que su visión para la economía posterior al Brexit, que se reflejará en el primer presupuesto del Estado el 11 de marzo, se basa en un «capitalismo humano», donde quiere potenciar las cualificaciones de los británicos y el progreso de las zonas más retrasadas del país.