Los sindicatos hunden a Francia en el caos por la reforma de las pensiones de Macron
El descontento por la propuesta del Gobierno francés para subir la edad de jubilación hasta los 64 años desencadena paros en sectores estratégicos como el transporte, la energía o los residuos
La reforma de las pensiones que ha impulsado el presidente de Francia, Emmanuel Macron, no solo se ha ganado el rechazo de una parte considerable de los ciudadanos, sino que también ha desatado el caos en el país. La iniciativa, que pasa por elevar la edad de jubilación de los 62 años a los 64 años, ha despertado la indignación y el descontento de los franceses que han salido en tromba ha expresar su rechazo a la propuesta y pedir su retirada inmediata. Y ha sido aplaudida este jueves por el presidente del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijóo.
Además, el hecho que el Ejecutivo francés haya optado por adoptar por decreto la reforma, sin contar con el voto de la Asamblea Nacional, solo ha hecho que azuzar el disgusto tanto en el Parlamento como en el país. Ante este escenario, se impulsaron dos mociones de censura para hacer caer al Gobierno encabezado por Macron, algo que finalmente no ocurrió, puesto que no obtuvieron los votos necesarios.
Francia, sumida en el caos
En poco más de una semana, las concentraciones y las protestas contra la reforma de las pensiones se han extendido por toda la geografía francesa, con presencia en las grandes urbes, pero también en las ciudades y poblaciones con un tamaño más reducido. Los sindicatos del país han organizado paros parciales, que han afectado de lleno a sectores como el del gas, pero también los trenes, las refinerías o la recogida de la basura.
Una muestra clara es la huelga de los servicios de limpieza en la capital del país, que lleva vigente en torno a quince días, y que ha conllevado la acumulación de miles de toneladas de basura por todo París. Asimismo, el paro en un sector tan estratégico como es el de las refinerías ha provocado que el Gobierno galo se haya visto obligado a intervenir forzando a algunos huelguistas a trabajar y desbloqueando centros petroleros estratégicos ante los más que visibles problemas de aprovisionamiento en las gasolineras ocasionados por las las protestas .
Macron no echa marcha atrás
Por el momento, Macron ha descartado atender a las peticiones de retirada de la reforma puesto que, formalmente ya está adoptada. Pues, a su juicio, es fundamental para equilibrar el déficit del sistema de pensiones y sanear las cuentas del país. Si bien ha visto necesario «escuchar la cólera» de la ciudadanía, ha dejado bien claro que no va a «tolerar un desbordamiento». No obstante, ha hecho hincapié, en relación con los bloqueos de sectores estratégicos, que deberían levantarse «cuando afectan a la vida económica».
«¿Creen que me gusta hacer esta reforma?«, ha preguntado antes de responder de forma negativa. Según el presidente francés la única opción posible es la de «trabajar más», puesto que Francia ya es uno de los países con «más impuestos de Europa» y, además, han quedado descartadas alternativas como recortar el importe de las pensiones o elevar las cotizaciones tanto de empresas como trabajadores. Con todo, se ha mostrado esperanzado en que la reforma sea una realidad antes de que acabe 2023. «Sería bueno para que 1,8 millones de personas vean aumentada su pensión unos 600 euros por año», ha subrayado.
Por su parte, los líderes de los principales sindicatos del país han expresado lo contrario. El líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el primer sindicato del país, Laurent Berger, ha alertado de que, desde la organización, pondrán condiciones al diálogo sobre cualquier tema. En esta línea, ha rechazo de forma frontal «medidas cosméticas».
Asimismo, el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, ha estallado contra Macron por querer desacreditar las protestas, después de equiparar los actos de violencia vividos en Francia con los asaltos de la extrema de recha en Brasil y Estados Unidos. «Es una provocación», ha recriminado al jefe del Ejecutivo galo antes de insistir en que las protestas, lejos de perder fuerza, se están convirtiendo en las «mayores movilizaciones».