Nuevas amenazas sobre la fusión de Unicaja y Liberbank
Los actores del penúltimo intento de concentración de la banca española han protagonizado numerosos intentos de fusión que terminaron en fracasos
Tras la compra de Banco Popular por el Santander, en junio de 2017, por un euro, quedan en España una docena de grupos bancarios y dos pequeñas cajas de ahorros.
Unicaja y Liberbank llevan negociando desde mediados de diciembre del pasado año para escribir una nueva página de una historia que empezó hace más de 30 años (Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya, sempiternos enemigos, se unieron en enero de 1988). Dicen estar cada día más cerca, pero el mercado no termina de creérselo. El plazo acaba el 30 de junio.
¿Por qué? La historia reciente de ambos bancos está tan repleta de inicios de negociaciones como de rupturas in extremis. Las conversaciones avanzan con normalidad. Las “due diligence” hace días que finalizaron. Ambas entidades han celebrado sus juntas de accionistas pasando como sobre ascuas por la “fusión”.
También han presentado los resultados del primer trimestre del año, aunque con desigual suerte. Puede que ahí esté la clave del resultado. Pero los antecedentes históricos no avalan el éxito.
Los resultados desiguales de Liberbank y Unicaja
Liberbank ha ganado 21 millones en el primer trimestre del año, un 28,5% menos que en 2018; Unicaja, 63 millones, un 9,1% más. El margen de intereses de la asturiana subió un 8,6%; el de Unicaja cayó un 4,8%. El margen bruto de la primera ha caído un 2,2%; el de la andaluza ha subido un 3,3%.
Los nuevos créditos de Liberbank han aumentado un 17,7%; los de Unicaja, un 26%. La primera cierra con un capital de 12,5% y la segunda, con el 13,5%. Pero el Banco Central Europeo (BCE) les pide una ampliación de capital y las acciones no están para eso.
El viernes, las acciones de Unicaja cerraron a 1,05 euros. Subieron un 1,85 % sobre el jueves, pero acumulan un descenso del 11,39% desde el anuncio de fusión. Liberbank empieza la semana desde los 0,41 euros. Un precio que es inferior en un 6,7% al de diciembre de 2018. Con estos datos, a ver qué ecuación de canje de acciones es aceptada por ambas partes.
Los intentos de fusión de Unicaja
Unicaja es el resultado de la integración de las cajas de ahorros de Cádiz, Almería, Antequera, Ronda y Málaga en 1991. En mayo de 2010, Braulio Medel, presidente de Unicaja, y José Antonio Arcos, máximo responsable de Caja de Jaén, firmaron la escritura de integración de esta última en la primera.
Envalentonado con esta adquisición, Medel se fijó la meta de Cajasur, una entidad muy grande, afincada en Córdoba y controlada por la Iglesia. Llegó a poner una fecha: el primer semestre de 2010 para la fusión. Incluso había nombre para la nueva entidad: Unicajasur. No tuvo en cuenta el poder “sobrenatural” de Santiago Gómez Serra, presidente de la caja cordobesa.
En mayo de 2010, y conociendo que el consejo de administración de Unicaja había dicho “sí” a la operación, el consejo de Cajasur rechazó el acuerdo y prefirió que el Banco de España cumpliera su amenaza de intervención. Cajasur había perdido en el año 2009 más de 599 millones de euros. Cajasur acabó en la órbita de BBK, hoy integrada en Kutxabank.
Un año antes, en marzo de 2009, Medel y Juan Pedro Hernández Moltó, presidente de Caja Castilla-La Mancha, acordaron integrarse, bajo el auspicio económico del Banco de España. Hubieran sido entonces la quinta caja de España. Hasta el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Gaspar Zarrías, bendijo la integración.
Pero Unicaja rompió las negociaciones al considerar que los avales del Banco de España (3.000 millones de euros) eran insuficientes. Poco después, el Banco de España intervino CCM para salvaguardar el interés general de los depositantes.
Eterna candidata a comprar cajas de ahorros en peligro de extinción, Unicaja absorbió CEISS (la unión de las dos cajas de Castilla y León -Caja España y Caja Duero-) en marzo de 2014, pero la integración total no se llevó a cabo hasta septiembre de 2018.
El anhelo de concentración de Liberbank
El caso de Liberbank es muy similar. En todo. En abril de 2011 los consejos de administración de Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura aprobaron la creación de un SIP. Una fusión fría. El nombre, Liberbank, esperó hasta julio de 2011. Pero hubo un antes. En mayo de 2010, estas tres cajas más la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) acordaron unirse.
Sumarían 135.000 millones de activos, 14.000 empleos y 2.300 oficinas. CAM y Cajastur tendrían el 40% cada una de la entidad resultante; Caja Extremadura, el 11% y Caja Cantabria, el 9%. Manuel Menéndez, actual consejero delegado llevaría las riendas de la entidad, y Modesto Crespo (CAM), la presidencia no ejecutiva.
En abril de 2011, la operación saltó en pedazos. Las asambleas de las tres cajas rechazaron vincular su futuro a la CAM. Se ampararon en las cláusulas de las “due diligence”: las cifras de morosidad, capital y activos inmobiliarios, entre otras, no tenían nada que ver con la realidad.
Hubo otro intento de unir Liberbank con Ibercaja y Caja 3 (la antigua CAI, Círculo Católico de Burgos y Badajoz). Fue en 2012. Hubiera sido la séptima entidad de España. Amado Franco estaba llamado a ser el presidente y Menéndez, el consejero delegado. No prosperó. Los test de estrés de Oliver Wyman delataron la delicada situación, entonces, de Liberbank.