Los nuevos reguladores del poder financiero ya se dan por derrotados
La presión de los lobbies sobre los aspectos técnicos de la nueva directiva europea, el MIFID II, puede demorar un año su entrada en vigor, hasta enero de 2018
El fiasco de MIFID I, la Directiva europea sobre Mercados en Instrumentos Financieros, que entró en vigor en diciembre de 2007 y se demostró incapaz de amortiguar las consecuencias que unos meses después provocó la crisis financiera, está a punto de pasar a la historia con la entrada en vigor de MIFID II.
La nueva directiva que pretende regular lo que parece difícilmente regulable, el control de esos algoritmos que, en base a unos programas matemáticos, emiten órdenes de compra o venta sin ninguna mediación humana. «No piensan lo que hacen. Son programas que se ejecutan para lanzar órdenes contradictorias y retirarlas de manera inmediata», comentaba Ana García, directora de Derecho Regulatorio en Baker & McKenzie, durante su intervención en una jornada organizada por CFA Institute.
Los lobbies aprietan
Pero el asunto no va a ser nada fácil. De hecho, ante las presiones que las autoridades europeas están recibiendo por parte de los lobbies financieros, la entrada en vigor de la nueva directiva, prevista para el 3 de enero de 2017, «se podría posponer un año porque ni siquiera se han presentado todavía los estándares técnicos previos», estima García.
Las deficiencias de MIFID I han sido muchas. Y no solo por la crisis financiera. También se ha demostrado ineficaz para reaccionar ante los vertiginosos cambios de los mercados. «Todo evoluciona más rápido de lo que somos capaces de regular», reconoce la experta en derecho regulatorio.
Cambios que han venido de la mano de ‘tradings algorítmicos’ y de nuevas plataformas que actúan al margen de los sistemas regulatorios y que, aprovechando la tecnología, acaparan ya la mitad de las operaciones bursátiles.
Limitaciones de partida
Y es aquí donde MIFID II quiere meter mano, siendo conscientes de sus limitaciones antes de que se ponga en marcha. «Cuando entre en vigor ya habrá que pensar en un MIFID III porque tendremos otras conductas no controladas», afirma García. La experta de Baker & McKenzie piensa en alto para señalar que resulta difícil controlar a un «chico de 18 años que, desde su casa y con un potente ordenador, puede programar estas órdenes de compra o venta».
Por eso, lo que persigue la nueva Directiva es introducir en el sistema estas prácticas de regulación algorítmica. No se trata de prohibirlas, sino de que se canalicen a través de empresas de servicios de inversión, que «tendrán que establecer un control de riesgo específico, comunicar al mercado el algoritmo con el que operan, llevar un registro de las operaciones y, sobre todo, garantizar la liquidez. Que de verdad compren con dinero», explica Ana García.
Meter al trading en el redil
Se trata, en definitiva, de que, al estar dentro del sistema, estas empresas puedan, en un momento dado, responder de eventuales prácticas de abuso de poder que, por la aplicación de esta operativa de trading algorítmico, hubieran podido poner en peligro la viabilidad de una empresa.
Viendo cómo puede afectar la nueva directiva reguladora a las entidades financieras españolas y a los clientes, la experta tiene claro que todos deben cambiar de registro. También la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el regulador español que, a su juicio, «no se caracteriza precisamente por su flexibilidad y se adhiere a toda la normativa que llega en bloque sin levantar la mano, porque tienen miedo al escándalo y están desbordados de trabajo».
El español no acepta pagar porque le asesoren
Aunque todavía está por clarificarse la letra pequeña del reglamento del MIFID II, lo que García tiene claro es que los clientes deberán cambiar de mentalidad, aunque será difícil porque «el español no está acostumbrado a pagar porque le asesoren. Ya paga bastantes comisiones», apunta.
Y lo mismo con los bancos, que deberán dejar a los clientes muy claro los dos conceptos de asesoramiento que introduce la nueva directiva. Dependiente para los pequeños inversores e independiente para los que clientes de mayor patrimonio, lo que es hoy la banca privada.
Se atisban más comisiones bancarias
En este sentido, MIFID II regula la actividad de asesoramiento de inversiones, prohibiendo expresamente cobrar comisiones de los emisores o colocadores de los instrumentos en los que se invierte. No obstante, García ya deja entrever que lo que no cobren los bancos por asesoramiento financiero, lo cobrarán por otro lado con el aumento de más comisiones por el uso de otros productos.
De cara a reforzar la protección del inversor, MIFID II permitirá que los supervisores (ESMA o EBA) puedan prohibir la comercialización de productos financieros, cuando se considere que no son suficientemente transparentes para el inversor. Como fue el caso de las preferentes colocadas por los bancos españoles y, sobre cuya distribución la CNMV, en el marco de la anterior MIFID I, no tenía capacidad de prohibir.