Los evasores confían en un nuevo paraíso en los EEUU de Trump
Los asesores fiscales españoles valoran las ventajas de Delaware, Nevada, Wyoming y Dakota del Sur como nuevos paraísos fiscales y dan por hecho que la opacidad crecerá
Un asesor fiscal de grandes fortunas españolas residenciado en Barcelona ha recibido cuatro llamadas de clientes tras el triunfo de Donald Trump. No están preocupados por la deriva populista en Estados Unidos ni por las consecuencias internacionales que tendrá el nuevo período presidencial. Quieren estar atentos a las ventajas que comporta (y que, están convencidos, comportará) trasladar sus fortunas a Estados Unidos.
Cuatro estados de la unión comienzan a recibir la llegada de las entidades que gestionan las grandes fortunas mundiales para esquivar los altos impuestos: Delaware, Nevada, Wyoming y Dakota del Sur. Cuentan con esquemas de bajísima tributación y mantienen un máximo secretismo en torno a la identidad de los extranjeros que engordan sus cuentas en esos territorios. Lo hacen por «motivos de seguridad» y para evitar «secuestros y extorsiones».
De Bermudas a Nevada
El asesor fiscal barcelonés explica que con la firma de acuerdos internacionales de territorios hasta ahora opacos como Andorra, Suiza, Bahamas, Bermudas, Singapur y Hong Kong, entre muchos otros, Estados Unidos se está convirtiendo en un territorio más seguro para quienes quieren esquivar impuestos –o esconder dinero– en los países donde operan.
«Estados Unidos ya es considerado el gran paraíso fiscal del mundo, pero hay una convicción firme de que, con Trump, ese fenómeno se dispare. Exige a todos los países información de cuentas de empresarios, traficantes y políticos pero no aporta datos de forma recíproca. El tratado Fatca, firmado en 2010 entre un buen número de países, obliga a Estados Unidos a dar información en Europa, por ejemplo. Pero nunca lo hace. Cualquier banco suizo puede dar fe de ello», explica el asesor fiscal que ha pedido mantener su nombre en el anonimato.
Este año, Rothschild, la centenaria entidad financiera con sede central en Londres, abrió una oficina en Reno, Nevada, y desde entonces sugiere a los dueños de las fortunas que gestiona en medio mundo que muden su dinero hacia la ciudad de los casinos.
El director general, Andrew Penney, dio una conferencia a finales del año pasado en un despacho de abogados en San Francisco. Y allí recomendó a los adinerados mover su fortunas a Nevada, donde están exentos de cumplir las normativas de divulgación de información que se aplican en viejos paraísos fiscales como Bermudas.
Las fortunas latinoamericanas a Dakota
Cisa Trust es un conglomerado suizo especializado en la asesoría de grandes fortunas, especialmente las latinoamericanas. Ayuda a «estructurar y ofrecer servicios confiables» a familias ricas, según explica la propia compañía. Su filial, Cisa Trust Latam, acaba de abrir una sede en Dakota del Sur.
Una pequeña ciudad de ese estado, Sioux Falls, se ha convertido en la pequeña Ginebra de Estados Unidos. Es también el nuevo cementerio de las fortunas latinoamericanas. El dinero depositado en las llamadas trusts (o compañías fiduciarias) ha pasado de los 22 billones de dólares a los 226 billones en apenas ocho años, de acuerdo con las cifras oficiales del estado.
«No sólo llegan allí quienes evaden impuestos en sus países –que son la mayoría–, sino también millonarios que esconden fortunas a sus parejas y quienes preparan un divorcio. Esos son los casos más típicos», explica el asesor fiscal español.
Uno de los grandes fondos de gestión de patrimonio en paraísos fiscales, Trident Trust, cerró su sede en Islas Caimán y abrió una oficina en Sioux Falls, una ciudad de menos de un millón de habitantes y donde las grandes fortunas internacionales están escondidas en humildes casas de dos plantas.
Nadie duda de que la opacidad de los últimos años crecerá en los paraísos fiscales estadounidenses y que, tras la victoria de Trump, ese país protegerá aún más a las fortunas que han decidido instalarse en su territorio.
La relocalización defendida por Trump en campaña no sólo podría limitarse a una política industrial para atraer las fábricas al centro de Estados Unidos. El concepto también podría extenderse a una política monetaria. No es más que una convicción íntima entre las grandes fortunas. Y esa convicción llega a España a través de llamadas que siguen preguntando lo mismo a los asesores. «¿Es el momento de mover el dinero a Nevada?».