La vieja guardia de Alfredo Sáenz recupera los mandos del Santander
José Antonio Álvarez, el nuevo consejero delegado, fue el hombre de confianza de Alfredo Sáenz y Emilio Botín; la actual presidenta eleva a los pesos pesados del banco para administrar futuras compras en Europa
En los últimos cuatro años, los más duros para el sector financiero español, sólo dos personas han comparecido en todas las presentaciones de resultados del Santander ante los analistas y la prensa. El nuevo consejero delegado, José Antonio Álvarez, que ejercía de director financiero, es uno de ellos. El otro ejecutivo que perdura es el director general de comunicación y marketing corporativo, Juan Manuel Cendoya.
La muerte de Emilio Botín, la dimisión de Alfredo Saénz o la destitución de Javier Marín están detrás de los cambios traumáticos que ha sufrido, en escasos dos años, la cúpula del mayor banco en la zona del euro. Este martes, sin embargo, la vieja guardia recupera los mandos del Santander. La actual presidenta ha confiado a Álvarez la posición de primer ejecutivo.
Cúpula familiar y predecible
Él es hombre de confianza de Saénz, el número dos que Botín padre se resistió a echar a pesar de una condena en firme y a quien Ana Patricia respeta desde sus principios en Banesto. La heredera del grupo respira ahora tranquila, con una cúpula familiar y predecible: honra a sus orígenes y premia a los directivos de confianza, procedentes del antiguo emporio de Mario Conde (comprado en subasta por Don Emilio) y de la filial Santander UK.
Hace dos meses, sin embargo, Ana Patricia confirmaba a Marín, hoy despedido, en el cargo. Daba el visto bueno a la continuidad ante la junta de accionistas extraordinaria que siguió a los funerales de su padre. Fue antes de las pruebas de estrés europeas, cuyo resultado dejan en evidencia dos lecturas: la banca española ahora sí está en la liga de campeones y, precisamente por ello, se la espera en el rescate, léase absorción, de otras entidades en problemas, particularmente las italianas.
Ruptura del idilio entre Marín y Botín
Las grietas en la cúpula del Santander se abren, a pesar de las buenas relaciones personales, por las diferencias sobre cómo administrar este escenario. Ana Patricia se siente cómoda con Álvarez, más sosegado y experto (que cumple una década como director financiero), que con Marín; más impulsivo y permeable a los movimientos de la competencia.
De hecho, la primera decisión que Marín tomó hace año y medio fue copiar el modelo de otros grandes y fulminar la banca minorista de varios países para fundirla en una global. Botín criticó la decisión desde Londres. Menos estructura, pero más alejada del grueso de los clientes. Más tarde, ante los accionistas, el 15 de septiembre, Botín aseguró que “trabajará para estar más cerca de clientes y equipos”. Hoy se puede interpretar como un aviso a navegantes.
Trayectoria de Fernández
Álvarez es el hombre de “las geografías”, eufemismo para referirse a los distintos países donde está presente el Santander, y el responsable de desmenuzar los resultados durante una década. Tiene el balance y la cuenta de ganancias en la cabeza. Era el salvavidas de Saénz cuando se le requería en público por asuntos delicados relativos al negocio, como las provisiones, evolución de la mora y aspectos técnicos, como la adaptación del banco a las nuevas normas europeas de contabilidad.
Es un convencido del negocio en América y dará continuidad a decisiones claves de su antiguo jefe (Saénz), como la de desembarcar en Brasil. Antes que Italia, prefiere Europa del Este, pero no hay banquero más numérico que él. Suya es la teoría que causó impacto en 2012: el crédito existe, pero no la demanda solvente.