La reforma de Yolanda Díaz no frena la estacionalidad: se destruyen tantos fijos discontinuos como temporales

Uno de cada tres empleos destruidos en agosto fueron fijos discontinuos, a los que habría que sumar los 30.000 temporales extinguidos entre julio y agosto

Un operario trabaja en el transporte de mercancías, este lunes en Talavera de la Reina. EFE

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¿Ha ayudado a reducir la temporalidad la reforma de Yolanda Díaz? Sin duda: la temporalidad en el empleo privado (15%) se encuentra, tras año y medio de entrada en vigor de la reforma laboral, alineada con los estándares europeos. Ahora bien, ¿ha puesto coto a la estacionalidad? A la vista de los datos, y a pesar de la promoción de la figura contractual del fijo discontinuo, la economía española sigue adoleciendo del mismo mal.

Entre agosto y julio se perdieron 185.000 cotizantes. Uno de cada tres empleos que se destruyeron de un mes para otro fueron fijos discontinuos, según las cifras publicadas. Si en julio de este año había 924.596 afiliados a la Seguridad Social con un contrato de estas características, al final de la temporada estival la cifra es de 863.751. 60.845 personas menos, en total.

La figura del contrato fijo discontinuo, que ya existía, fue el remedio a la temporalidad que acordaron sindicatos, empresarios y el Ejecutivo a finales de 2021. El objetivo era que las actividades estacionales, como el turismo o las vinculadas al sector agrario, se vincularan a través de una relación laboral estable pero intermitente, en lugar de los habituales contratos como el de obra y servicio. La causalidad de estos contratos se limitó a determinados supuestos, fijando la contratación indefinida como la predeterminada.

Menos temporales, más fijos discontinuos

El cambio se ha hecho notar. Si en julio de 2016 había 4,1 millones de españoles con un contrato temporal (entonces había 17,8 millones de afiliados a la Seguridad Social), en julio de 2023, con casi 21 millones de cotizantes, solo había 2,4 millones de españoles con una relación laboral de tiempo determinado.

La temporalidad se ha atajado, pero no así la estacionalidad. Si en 2016, entre julio y agosto se perdieron 67.037 puestos de trabajo de carácter temporal, en los mismos meses de 2023, y con tres millones más de cotizantes, han salido del registro de la Seguridad Social 60.845 fijos discontinuos y 32.622 trabajadores con contrato temporal. 93.000 personas, en total.

Esas son unas cifras en las que se manejaba la destrucción de empleo temporal (estacional) en los años antes de la pandemia, salvando las distancias con el tamaño del mercado laboral (ahora se encuentra en máximos). En 2017, la diferencia entre julio y agosto fue de algo más de 100.000 trabajadores temporales. En 2018, de 124.000. Similar en 2019, con 111.500.

El punto de inflexión de la pandemia

La pandemia marcó un punto de inflexión. 2020 no es comparable por los efectos del COVID-19 en la economía. En 2021, hubo cerca de 40.000 (39.702) trabajadores menos entre un mes y otro. Pero en 2022 se produjo el gran cambio: la reforma laboral desplegó todos sus efectos en marzo y los trabajadores temporales disminuyeron progresivamente. En julio eran poco más de 3 millones y en agosto, 2,83 millones. Entre medias, 170.825 empleos menos. Entonces ya se estaba promoviendo la figura del fijo discontinuo, que también arrojó una caída: 27.960 afiliados menos.

Que la reforma Díaz no ha conseguido paliar la estacionalidad es una de las conclusiones de un estudio del think tank Fedea publicado justo ayer antes de ver la luz los datos de empleo. «Empezamos a ver indicios de que la caída de la temporalidad contractual no está viniendo acompañada, del todo, de una reducción de la precariedad laboral real. Es decir, hay un segmento de los trabajadores, que a pesar de que su contrato ahora tiene la etiqueta de indefinido, sigue siendo muy precario cuando miramos al número de días trabajados, a su salario, al tipo de jornada y a los elevados periodos de inactividad que presentan», asegura el estudio que firman los investigadores José Ignacio Conde-Ruiz y Jesús Lahera.

Alta rotación del empleo

Habría otras señales que pondrían pegas a una reforma que, si bien ha tenido efectos positivos, no ha sido del todo adecuada, defienden los autores. «Se empiezan a ver señales preocupantes como la alta creación y destrucción diaria de empleo que estaría indicando alta rotación e intermitencia o discontinuidad en el empleo o la menor duración de los contratos indefinidos, con una utilización en ocasiones excesiva de la extinción en período
de prueba», apuntan.

El mercado laboral, por otro lado, estaría dando progresivas muestras de desaceleración. Según el análisis de CaixaBank Research, el empleo efectivo (afiliados desestacionalizados que no están en ERTE) apenas ha aumentado un 0,1% intertrimestral, frente al ritmo del 1,4% que experimentó en el segundo trimestre de 2023. «El resultado está en línea con nuestra previsión de progresiva pérdida de empuje de la creación de empleo durante la segunda parte del año, con aumentos medios mensuales, corrigiendo la estacionalidad, de unos 15.000 afiliados. Los aumentos de afiliación registrados en los primeros meses de este año fueron excepcionalmente positivos y difícilmente sostenibles», subraya el informe.

De hecho, comparado con el año pasado, tanto la creación de empleo como la reducción del paro registrado están echando el freno. Por ejemplo, en agosto de este año hay un 2,76% más de afiliados que hace un año. Sin embargo, hace un año esta tasa era de un 3,43%. Y en cuanto al paro, hay un 7,58% menos de desempleados en las listas de empleo. Pero hace un año la tasa negativa era del 12,29%.

Álvaro Celorio

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